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Todo el equipo de la compañía Rita Cofiño está «muy motivado» y con sensaciones muy positivas, con el próximo día 27, bien marcado en el ... calendario. Será ese jueves, a las 19.30 horas, cuando estrenen en el Palacio de Festivales '25 vacas'. Una obra escrita por Maije Guerrero y dirigida por Cofiño que, a partir de la actualidad, se adentra en un terreno de misterio en un entorno rural. Llegan a la cita con un lleno «casi total» de la sala Pereda. Algo que, como quiere pensar la dramaturga, es una respuesta a un método de trabajo. «Tenemos tirón», dice hablando en plural, para añadir que «Es un lujo poder contar con tanto talento joven y de Cantabria». La juventud de ese equipo fue, precisamente «uno de los objetivos de la producción; las compañías de aquí tenemos que apostar por las personas que vivimos y trabajamos dentro de este sector».
Autora Maije Guerrero.
Dirección Rita Cofiño
Intérpretes Lucía Alvear, Belén Cañas y Olivia Matas con la colaboración especial de Juan Antonio Sanz.
Équipo técnico Álvaro Basanta, Néstor del Barrio, Pancho V. Saro, Áureo Gómez, Pedro G. Argumosa, Mina K, Maribé Costuras.
No pierde ocasión de alabar a quienes la secundan en esta aventura escénica. Tres actrices, tres hermanas en las tablas, interpretadas por Lucía Alvear, Belén Cañas y Olivia Matas. «El lado más fuerte dentro de una producción suele ser más masculino, pero aquí el equipo es femenino», destaca. Lo completan Álvaro Basanta en la composición musical, Néstor del Barrio en la escenografía, Pancho V. Saro en la iluminación y en fotografía y audiovisuales, Áureo Gómez y Pedro García Argumosa. Todos «imprescindibles».
Nacida en Gijón, formada en Madrid, pero residente en Cantabria desde hace 20 años, Cofiño se siente de esta tierra en la que «Han sido las mujeres de la Cantabria rural las que han tirado de las familias y del trabajo en el campo, han tenido un peso muy fuerte». En la obra, tres ejemplos de ese perfil vuelven a sus raíces familiares en el pueblo y se convierten en ganaderas y agricultoras «con la lucha que eso conlleva». Una muestra de esa España vaciada que tiene su reflejo en una comunidad «donde muchas comarcas ya no tienen vecinos».
Lo han querido enfocar como un thriller rural que parte de un hecho de actualidad y «tiene ese punto de realismo mágico en el sentido de que hay un personaje que no estaba escrito, que tiene mucho de sorpresa en la trama y una presencia importante en la puesta en escena». Una de las características de Maije Guerrero que enfatiza la directora, es la de coger una noticia y convertirla en dramaturgia, si bien a partir de esa percha «los personajes son ficticios y llegan a derroteros que no tienen que ver con lo acontecido».
El punto de inicio de '25 vacas' fue un cruce de caminos. Cofiño estaba buscando un proyecto para este año y en un encuentro casual, charlando, Guerrero le sugirió que leyese la obra que acababa de escribir. Todo encajó. «Me gustó el texto, sus posibilidades y me pareció interesante la idea de apostar por una producción que diera visibilidad a una autora cántabra». El 'trabajo de mesa' posterior «ha sido un gustazo» por tener a la autora cerca, con un texto que «siempre está vivo», y con Guerrero que también ha ayudado en el trabajo de vestuario. En conjunto «ha sido muy gratificante».
Rita Cofiño tiene la premisa de respetar «al máximo» los textos, que considera «un pretexto para la creación». Con una rigurosidad extrema, desde el concepto hasta los puntos y comas. Se trata de «justificar el texto y trabajar a favor de él; es la partitura y tú tienes que darle forma, acción y tres dimensiones con la interpretación en escena, que es la impronta de la dirección».
Se compara así su labor con la de la dirección de una orquesta. «Siempre lo digo: tenemos que afinar para que todo encaje, tocando la nota adecuada». Con menos empaque, saca similitudes también con los directores de tráfico; «que muchas veces la puesta en escena son movimientos que tienen que ir coordinados como cuando se abre y se cierra el semáforo y todo tiene que estar en su sitio».
El público podrá acercarse a las entrañas del proceso creativo con una sesión abierta en el Palacio tres días antes del estreno, el lunes 24 (18.30 horas). En formato charla, encuentro, en el que estarán Maije Guerrero como autora, Rita Cofiño como directora y Carlos Troyano dialogando con ambas, en una sesión en la que quizá haya alguna sorpresa. Una iniciativa «necesaria» que sirve para que los espectadores pongan en valor el arduo trabajo que encierra una representación teatral. «Sería interesantísimo que existieran siempre, antes o después de la obra, porque es ahí donde podemos tener un intercambio de opiniones para mejorar y saber lo que funciona o lo que no». En su labor docente, la dramaturga se encuentra con alumnado que «piensa que, como los diálogos, está todo escrito» cuando ven una representación. Pero, aclara «casi siempre es fruto de la interpretación de la obra que hace el director, con unas acotaciones, una visión del espacio escénico, el clima, el aspecto de los personajes…que no está en un papel».
En un estreno, la incógnita ante lo que funciona y lo que no, el primer contacto con el público y sus reacciones es algo «mágico». De despertar una carcajada a una inquietud o una reflexión. «Es como el nacimiento de un bebé al que no has visto la cara».
Los dos perfiles profesionales de Cofiño se comportan de forma diferente ante un estreno. La actriz se pone nerviosa, pero una vez que pisa las tablas, se le pasa. La directora está a tope en todo y controla los nervios hasta que se sienta en el patio de butacas o está entre cajas con los dedos cruzados para que todo salga bien cuando empieza la función. Ha ejercido también como ayudante de dirección, coach en series de televisión y ha dirigido durante muchos años el grupo de Teatro de la Universidad de Cantabria «que fue como un master en dirección». Llegar a montar su propia compañía fue una respuesta al «deseo de seguir avanzando y realizando propuestas más personales, siempre desde un enfoque hacia el teatro de texto que es donde me siento más a gusto y con más herramientas», indica. Eso ocurrió en 2019. En 2020 llegó el covid que cerró teatros, pero puso en valor la cultura. Las ganas, las personas están, pero también la necesidad del «apoyo de las instituciones para que esta profesión no se ahogue en la precariedad».
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