Romanticismo sin sensiblerías

«La poesía sin amor sería otra cosa diferente» afirma esta autora. «Pero es que los poetas, hombres y mujeres, han escrito tan hermosos poemas de amor que creo que realmente ya se ha dicho todo», asegura al tiempo que afirma que «lo que escribieron Miguel Hernández o Mario Benedetti, por ejemplo, sobre el amor, no se puede superar». «Estos –añade– son señores, pero las mujeres también han escrito cosas muy hermosas en relación a este tema, porque el amor también encierra el desamor y la terrible lacra que estamos viviendo con el tema de la violencia machista. Como Juana Castro que tiene un poema que se llama 'Amor mío' y en el que habla de este maltrato. Hay muchas mujeres, y eso se ha silenciado, que hablan del amor en muy distintas vertientes». Y es que, concluye, «el amor no es esa ñoñería que nos han hecho creer, que se relaciona con las novelas rosas que han sido tan terribles para las mujeres. Esa historia de romanticismo estúpido que nos ha hecho caer en las garras de determinados señores que tenían mucha labia y que luego cuando llegaban a casa te molían a palos. La poesía celebra el amor continuamente y de muy diferentes vertientes».

«Todo puede caber en un poema, y el amor también. Como caben el paso del tiempo, la enfermedad, el deseo, la muerte, la identidad o las sutilezas de la percepción. Pero no me parece que sea el amor el tema principal de la poesía. Es uno de ellos, sin duda, porque el amor es importante, una de las esencias de la vida», asegura este poeta santanderino. «Pero el amor de los poemas es sobre todo, pienso, un amor amplio y no limitado a la pareja» y es que, en su opinión, «la poesía está muy lejos del ideal del amor romántico, de las cursilerías y de todos los tópicos que se asocian al día de los enamorados». Con todo, reconoce que hay grandes poemas de amor. «Pienso, por ejemplo, en 'En son de despedida', de José Hierro», concluye.

El poeta vive cuando ama y escribe cuando pierde el amor. Supongo que todos sentimos esa necesidad de soltar sentimientos, como si de las velas de un barco se tratasen, cuando esos sentimientos nos anegan y no nos dejan respirar», asegura. La poesía, dice, estará siempre ligada al amor «porque es uno de nuestros vórtices más potentes, motor de vida pero también de creación literaria, ya sea para celebrar su plenitud –del cuerpo sí, pero también del alma– o para pasar página y seguir confiando en que el amor, sea de la índole que sea, nos impulse como creadores pero sobre todo como personas» «Dejar que la poesía o una canción, una obra de arte, la contemplación de un paisaje o la reconciliación con la belleza de las cosas, nos libere de esa opresión es un consuelo y al mismo tiempo una forma de trascender esa emoción y volver a nuestro centro, una de las claves de mi yo poético». Recuerda un poema: 'El ojo de la mujer', de Gioconda Belli, que leyó en su época universitaria «cuando estaba absolutamente enamorada, de mi primer y gran amor, de la ciudad de Salamanca, de las lenguas clásicas...» y a otro autor que le impactó «por su descarnada sensualidad»: Félix Grande y sus 'Rubáiyátas de Horacio Martín', con aquel taxativo: «En el amor no existe lo verdadero sin lo irreparable».

«La poesía está en el centro del universo. Es un tipo de razón. La poética, que se ocupa de llegar al centro de aquello que es el mundo y abordarlo de mil y una maneras», asegura el autor de 'Los días desiertos'. El amor, según explica «es una obviedad. Forma parte esencial de ese centro y, por lo tanto, no le es en modo alguno ajeno a la poesía, más bien al contrario. El amor y el desamor son columnas capitales de la poesía y del pensamiento poético» Sí se pide que cite algún poema amoroso, asegura que «el soneto de Quevedo, 'Amor constante, más allá de la muerte', es su favorito en español. «Y sus tres últimos versos son perfectos, inmejorables en forma, sentido y sentimiento».

«La poesía amorosa es un tratado sobre la verdad de los cuerpos juntos, las sombras de lo que se va perdiendo, de lo que no se alcanzó, de lo esperado», afirma esta poeta quien pone varios ejemplos, como Pessoa, quien dice en el 'Libro del desasosiego': «Como todos los enamorados me gusta la delicia de la perdida de mí mismo, en la que el gozo de la entrega se sufre totalmente», o los poemas de Bécquer en los que el amor es «misterioso e intenso y así impacta leerle cuando eres muy joven». Como el amor, afirma, la poesía son intuiciones profundas: «Un regalo del pensamiento que se reinventa a lo largo de siglos para contar devastación, agradecimiento, distancia, asombro». También cita a Clarice Lispector quien escribe en la 'Pasión según G.H': «Sucumbiré a la necesidad de forma que procede de mi pavor a permanecer sin límites». El amor, añade, es apego de iguales, cóctel lento de sabores cotidianos, un baile de confianza en zapatillas. El gesto esencial que sale de la paz de estar juntos. «Que imposible el amor en los tiempos del porno cada vez más misógino, fomentando el desconocimiento sexual real y el arte del erotismo». También sostiene que «el amor y la poesía dan sentido».

«Desde que la poesía es poesía, el amor es una de sus constantes vitales a lo largo de la Historia junto con otros temas universales como el paso del tiempo o la muerte», explica el poeta torrelaveguense. «Lo que difiere es el tratamiento de la pasión amorosa en función de las épocas o de las culturas. Hay tratamientos muy distintos y, en algunos casos, divergentes», afirma. En lo que se refiere a la época en la que estamos y ciñéndonos a la poesía española cree que «hay una línea de origen latino que se centra en el tratamiento del amor como un himno o un canto». También señala que hay una vertiente, que conecta más con la poesía anglosajona, en la que además de abordar el amor se tratan las contrafiguras del amor. «Es decir, de todas las zonas oscuras y conflictivas que tienen las relaciones amorosas y que se ven en poetas como Margaret Atwood». También señala una tercera vía que según reconoce le parece «una estafa»: «La de los poetas de internet y que está en connivencia con el abaratamiento de la emocionalidad en el tiempo presente. Es decir, la simplificación de los sentimientos. Hay poetas que están llevando al amor a extremos postadolescentes y que lo están vendiendo como algo bueno, generoso, placentero y alegre cuando muchas veces trae todo lo contrario».

«La poesía recoge todos los grandes temas del ser humano y uno de ellos es el amor, aunque no creo que sea el más importante de todos los que aborda, más bien uno más», opina. Sin embargo, sí que cree que en general se siguen relacionado estos dos temas entre el gran público. «Al menos para una gran mayoría y a la vista está si nos fijamos en el gran número de poemarios, aunque en mi opinión no llegan a ser poesía, que ahora mismo se comercializan». Adela Sainz considera también que más que con el amor, muchas personas relacionan la poesía con el sentimentalismo «o con esa idea del amor romántico o de juventud que todos hemos vivido o sufrido». En cuanto a algún poema de amor, coincide con el Marcos Díez, 'En son de compañía' de José Hierro «que no es un poema de amor al uso pero sí un poema de amor al fin y al cabo».

Vicente Gutiérrez empieza explicando que él concibe el amor «desde una perspectiva revolucionaria y colectiva. Para mí el concepto de amor es inseparable de la transformación del mundo y una forma de oponerse a la dictadura del capital». Según explica si se tuviera que alinear con alguna corriente del pensamiento sería con el romanticismo revolucionario y, desde ese punto de vista afirma que «vivimos en un mundo que niega el amor» ya que «el capitalismo ha diseñado un tipo de amor que bloquea el poder revolucionario de las masas populares e individuos y que ignora todo principio de solidaridad humana y de las necesidades colectivas». En lo que respecta a la poesía cree que pasa algo similar «está vinculada a la persona amada y no a los colectivos con los que convives, a la sociedad en la que vives o a la Humanidad». También cree que la escritura poética «es una forma de acceder al inconsciente para identificar cual es el verdadero deseo y esa vinculación no puede ser solo con una persona, puede ser un instrumento de transformación social». Según señala hay un libro «inclasificable» con el que se siente muy identificado que es 'El amor loco' de André Bretón y que para él esencial al igual que 'El inventor del amor' de Gherasim Luca.