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Han pasado más de dos meses desde que el Museo Marítimo del Cantábrico, como el resto de centros culturales públicos de Cantabria, cerrase sus puertas por la pandemia. Un periodo y una situación complejos que, sin embargo, han servido, según su director desde el año 2011, el biólogo Gerardo García Castrillo (Asturias, 1955), para ahondar en el uso de las nuevas tecnologías con el objetivo de mantener y fortalecer el vinculo del museo, uno de los más visitados de la comunidad, con la sociedad cántabra. Mantener y ampliar los fondos sus, cuidar a las especies marinas de sus acuarios o gestionar las nuevas adquisiciones en las actuales condiciones han sido otras de las tareas esenciales de cara a su reapertura el próximo día 19.
-Dos meses cerrados al público... ¿Cómo ha afrontado este periodo el Museo Marítimo del Cantábrico?
-Aún con sus puertas cerradas al público el personal del Museo Marítimo del Cantábrico ha continuado cumpliendo con su misión y las funciones de conservación, estudio y difusión del patrimonio marítimo. Lógicamente nos hemos tenido que adaptar a la situación mediante el teletrabajo y con un grupo de trabajadores esenciales para atender lo imprescindible. Se ha continuado control para la preservación de las colecciones que se custodian, actividad constante y que no puede descuidarse, por otra parte, hemos seguido cuidando y manteniendo con buena salud a los peces y otra fauna que habita los acuarios del museo, que también precisaban de una alimentación, vigilancia y cuidados veterinarios, que por cierto han sido muy escasos.
-Debe haber sido extraño ver el museo vacío tanto tiempo...
-Sí. Ver las salas del museo sin usuarios y los laboratorios y talleres sin personal ha sido triste y hasta frustrante, pues una de nuestras obligaciones prioritarias es comunicar y promover la difusión del patrimonio, especialmente el de Cantabria. El contacto directo con todo tipo de público también es fundamental y enriquecedor. Pero se ha llevado y este tiempo también ha servido para reflexionar aún más sobre la conexión con la sociedad, la comunicación y la universalización del mensaje, siempre con el apoyo directo de la Vicepresidencia de Cantabria.
-Sin público pero no sin actividad. ¿Qué han aprendido de cara al futuro y qué nuevos proyectos han planteado?
-Aún sin público presencial, el MMC ha buscado fórmulas para mantener la comunicación con la sociedad, tanto la local como más lejana, hablamos de implementar el uso de plataformas digitales existentes y de fácil manejo para los interesados. De este modo y mediante la difusión de actividades online, basadas en este caso en charlas dentro del canal de Youtube de Museos de Cantabria se han efectuado 15 transmisiones, los lunes para un público adulto y los jueves para los más pequeños.
-Lo digital ha llegado para quedarse, entiendo.
-Efectivamente. Ha sido toda una experiencia para nosotros, no solo por la utilización de nuevas herramientas, sino también por la necesidad de adaptar la forma de comunicarnos. Esta experiencia nos ha servido para avanzar en esta estrategia de oferta al público, no solo ante la actual situación, sino de cara al futuro, permitiendo una mayor universalización del patrimonio marítimo en todas sus vertientes y dar a conocer el MMC. Acciones que junto con otras nuevas van a conformar un nuevo programa de difusión, en el cual ya se está trabajando, tanto presencial, como conjunto con su transmisión en 'streaming' o directamente colgadas de la red.
-¿Cuáles son los grandes retos de futuro del centro que dirige?
-Mantener su integración con la sociedad, adaptarse a los lenguajes de comunicación generacional y de la propia sociedad. Adaptación que también conlleva la revisión del proyecto museográfico, amabas actuaciones conforman parte del Plan Estratégico del MMC, que debe ahora ser revisado, contando con la nueva situación derivada por la pandemia del Covid-19 y las repercusiones futuras.
-Es uno de los museos más visitado de Cantabria. ¿En qué se fundamenta su éxito?
-La inclusión de unos acuarios en el proyecto museográfico ayuda al interés del público y sirve de acicate para el resto del museo, sin menoscabar la importancia y el interés del resto de las secciones que por su variedad y especificidad suman a los intereses de otros usuarios, complementándose la oferta en un solo espacio y concreto. Aunque creo que no son el mejor indicador, las cifras de usuarios hasta finales de 2019 y desde su inauguración, allá por 1981, asciende a algo más de tres millones de personas, con una media en los últimos cuatro años de casi 125.000 usuarios por ejercicio.
-¿Cómo gestionan, mantienen y amplían actualmente sus fondos?
-Un trabajo diario en la sombra, muy desconocido para la sociedad, que tratamos que se conozca. Durante este periodo de confinamiento nos han ofertado dos nuevas donaciones, siendo actualmente la entra más habitual de fondos. El equipo de técnicos del MMC mantiene un trabajo de estudio, inventariado, conservación y preservación continuado de todos los fondos, como mucho trabajo aún por desarrollar y que nunca se acabará, siempre surge algo nuevo.
-Es usted experto en los ecosistemas marinos. ¿Hasta qué punto es grave su afección por la contaminación?
-Creo que ya nadie duda del proceso del cambio climático y del peso que tienen las acciones del hombre en el mismo. Provoca un descenso de la biodiversidad, alteraciones de hábitat marinos, inclusión en los organismos de sustancias y microplásticos, que trascienden a las cadenas tróficas y llegan al consumo humano. Según WWF estamos consumiendo 200.000 piezas de micropástico (21 gramos) a la semana, lo que equivale a una tarjeta de crédito al mes.
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