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r. La ligereza del alambre de acero en movimiento. El bronce y el ladrillo. La humanización de la abstracción de la pieza. «En el fondo, el hombre, no es, ni más ni menos, que el animal en busca de la cueva para su refugio». Pablo Serrano (Crivillén, Teruel, 190-Madrid, 1985), el escultor, el hombre, el pensador, el investigador, se asoma desde la erosión marina y la herrumbre portuaria bajo el imponente espacio de las Naves de Gamazo. Su trayectoria, su concepción creativa, su mirada artística e inquieta exploración que ahonda en la naturaleza humana es el eje expositivo hasta junio. Desde ayer Santander cobija al 'filósofo de la materia' que trazó un camino seriado desde «el vientre materno hasta el vientre de la tierra». La Fundación Enaire cierra así el círculo que abrió con la obra exterior, 'Bóveda para el hombre', que preside su sede desde julio de 2021, a la selecta muestra inaugurada ayer dedicada a su autor, Pablo Serrano, que traza su creación más representativa. Una exposición exquisita y selecta que comienza en la serie Hierros y concluye en sus Bóvedas para el hombre, como se avanzó.
Fruto de un montaje depurado que combina lenguajes e iconos, huellas y documentos, expresiones y materia, la muestra 'Pablo Serrano. La escultura como objeto vivo', comisariada por Lola Durán, contiene también dibujos, escritos, collages, fotografías y esa poesía de la materia del artista aragonés y creador reflexivo, que se plasmó en 'la presencia de la ausencia', verso libre despojado de su pensamiento sobre el hombre y su ser.
El escultor queda reflejado a la intemperie a través de la gran escultura exterior que preside las Naves; y en el proceso creativo mediante las piezas que acoge ahora doble edificio rehabilitado de Gamazo. «En la soledad frente a lo desconocido». De Venecia al Vesubio, del viaje casi de iniciación por Europa al taller como mapa de investigación, de la Bienal de Venecia a la muestra en el Guggenheim neoyorquino, pasando por la revalorización de su obra como ha quedado patente en la reciente edición de ARCO. Uno de los grandes escultores del siglo XX, miembro fundador del grupo El Paso, que aportó a la vanguardia abstracta española de los 50 una dilatada experiencia anterior vivida principalmente al otro lado del Atlántico, a una y otra orilla del Río de la Plata. La colaboración de la Fundación Enaire y el Gobierno de Aragón a través del Instituto Aragonés de Arte y Cultura Contemporáneos Pablo Serrano, junto al Gobierno de Cantabria, ha hecho posible esta muestra. El vicepresidente y consejero de Cultura, Pablo Zuloaga, destacó la calidad artística de la exposición y enmarcó la cita en «la revolución cultural impulsada esta legislatura para poner en valor las infraestructuras de Cantabria y contribuir a la generación de economía y empleo».
Junto al vicepresidente, en la presentación participaron la directora general de Acción Cultural, Gema Agudo; el director general de Cultura del Gobierno de Aragón, Víctor Lucea; la directora de la Fundación Enaire, Beatriz Montero de Espinosa; y la comisaria Lola Durán. En Gamazo se exponen más de 40 piezas en un recorrido entre varias series de su producción artística: Hierros, Quemas y Dramas, Ritmos en el espacio y Bóvedas.
Durán explicó que «las obras reflejan las preocupaciones de Serrano en torno a la materia y al vacío, al mismo tiempo que su profundo compromiso con el ser humano. Es un artista reflexivo, un buscador de respuestas a la esencia de la existencia, al sentido del arte y de la vida». Hierros es la primera serie que desarrolla Serrano a su llegada a España. Estas esculturas están formadas por grandes chapas de hierro y materiales de desecho que el artista soldaba entre sí para construir una composición con la que planteaba una «ordenación del caos». Las Quemas son esculturas de una estructura de metal que contienen en su interior una forma geométrica, realizada en un material combustible, concebida para ser quemada en un happening. El origen de estas obras está en la reflexión del escultor acerca de que toda materia perece, pero que tras su muerte «no desaparece totalmente, nos deja la presencia de una ausencia». Las primeras obras de Ritmos son dibujos, con ritmos obsesivos, realizados con radiograf, y después convertidos en esculturas de varillas metálicas soldadas, que presenta suspendidas en el aire «El hombre, en vida, no hace más que ir conformando su propia bóveda. Sobre este principio filosófico del hombre y su espacio, llego a comprender su angustia, que se refleja muy especialmente en nuestros días y a su alrededor pretendiendo un nuevo espacio, el cual no tendrá otra diferencia con el hueco de la tumba que su conformación y ornamentación». Serrano presentaba así en 1962, en la XXXI Bienal de Venecia, las reflexiones que dieron origen a esta nueva serie.
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Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Clara Alba y José A. González
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