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Con un marcado acento de su lengua original, el finés Ralf Gothoni (Finlandia, 1946) habla en un tono tan bajo que más bien parece susurrar. Un hecho curioso para alguien que lleva toda su vida dedicado a llenar de sonidos el mundo. Así lo ... hará esta tarde (20.00 horas), en el Palacio de Festivales en formato quinteto, con piezas de Schnittke, dentro del Encuentro de Música y Academia de Santander.
Cercano y divertido, convertido hoy en pianista, profesor y escritor, sus primeros toques al instrumento que le define, sucedieron con apenas 5 años. «Mi vida estuvo llena de música de cámara, recitales con orquestas y solistas hasta los 16 años», rememora. Ahí comenzaría a trabajar también con cantantes, con el lieder del romanticismo alemán y más tarde, sobre los 20 años, pasó a la dirección. «Todo a la vez», ríe. Con el tiempo, los pasos le han llevado a dar clases sobre música de cámara en siete universidades y escribir varios libros. Y no se detiene ahí. «Hay un gran paso por delante, pero...no te lo puedo contar, aunque no será cantar, que no cunda el pánico», bromea.
Santander Sexteto FP 100 de Poulenc; Quinteto Op.108 de Schnittke y Trío en la menor op 50 de Tchaikovski. Palacio de Festivales, 20.00 horas.
Torrelavega Fantasía en fa menor de Schubert; Concierto en re mayor de Fasch; Concierto en fa menor de Böhme; Sonata en la mayor de Beethoven y Pezzo capriccioso de Tchaikovski. Teatro Municipal Concha Espina. 20.00.horas.
En sus días en la capital cántabra, que define como encantadora, ha tenido ocasión de visitar varias cuevas. El resto del tiempo, lo ha dedicado a «trabajar duro» en los conciertos que ofrece en el marco de la cita musical. Encontrarse con el público es una de las claves del aprendizaje del Encuentro. «Es un fantástico auditorio y también lo es la audiencia», dice el maestro, que el domingo, con la interpretación del trío en la Sala Pereda experimentó «esa clase de silencio en la que parece que nadie está respirando siquiera». No se escuchaba «nada, absolutamente nada; cero». Sumergirse en esa sensación es «inspirador, pues en realidad, el sonido procede del silencio».
Acostumbrado a su faceta docente y a trabajar con orquestas de jóvenes músicos, a los elegidos en esta edición les recalca que tienen que practicar «todo el tiempo». Así lo hacen, de hecho, repartidos por las salas del Palacio, poniendo el tintineo de teclas y pianos como hilo musical de fondo. La meta de las clases magistrales, de duración reducida, es que encuentren algo que les inspire y les haga llegar a los límites de sus conocimientos y habilidades para superarlos y «abrir nuevas visiones acerca de la totalidad del hecho musical». «Y no solo eso -añade- sino también una cuestión vital» en la que se da la paradoja de aprender a manejar tiempos, compases, ritmos, «cuando en la música el tiempo no existe». «No es algo que tenga que ver sólo con la música, sino con la vida de cualquiera y cómo la estamos controlando», detalla el veterano, para quien tiempo y camino son dos palabras muy presentes en su discurso.
De Gothoni se dice que tiene una forma de interpretar música poco convencional. «Quizá porque intento tocar como un intérprete de cuerda, uno de viento y un cantante, todo con el piano», un instrumento «increíble» que «puede darte todos los colores si eres capaz de producirlos». En su caso, pintar esa sinfonía, «es el desafío de toda una vida».
Al respecto, considera el finés que la desaparición del Concurso Internacional de Piano de Santander Paloma O´Shea «es una pena; era una de las máximas competiciones de piano», que equipara con el Queen Elizabeth Competition de Bélgica o el Concurso Internacional de Piano Van Cliburn, en Estados Unidos.
«Santander era muy conocido por su concurso y suponía una gran oportunidad para personas con gran talento de labrarse una carrera como músicos».
La suya está jalonada de reconocimientos. Por ejemplo, el American Gilmore Artist Award, la Orden Pro Finlandia o la Medalla Schubert del Ministerio de Cultura austriaco. En Madrid fue homenajeado en 2012 por sus actividades artísticas y pedagógicas por la Reina Sofia.
Sentarse ante el piano y abrir una partitura es «una nueva aventura cada vez». Pone como ejemplo la pieza para cuarteto de Mozart que interpretó el miércoles, una vez más, pero cambiantes como todas las previas, «porque todos los músicos son diferentes, sus personalidades lo son, las sensaciones y las emociones lo son y tú, como público, puedes escuchar caminos totalmente nuevos de ese sonido». Se trata de aprender a manejar un lenguaje para «comunicarse con emociones, con sensibilidad» sabiendo que «cada pequeña fórmula puede tocarse de 733.012 maneras».
¿Qué supone esa diversidad de percepciones? «Diversión2, responde directo. «Y es fantástico tocar con artistas de generaciones más jóvenes, anulando las diferencias para encontrarse con el otro». Al fin y al cabo «la música no tiene edad, y un chaval de 15 años puede tocar como un anciano y un veterano pasarlo bien como un chico entreteniéndose a las teclas».
El modo en que un músico toca es aquel en que el mundo le responderá más tarde. A Gothoni el mundo le ha otorgado una palabra: «Inmune». Y razona: «Si te dedicas a pensar que eres fantástico porque le gustas a la gente, el día que ya no les gustes, acabarás deprimido y las cosas irán muy mal». La alternativa es «saber lo que tenemos que hacer; servir con honestidad a la humanidad y a la música». Si bien es imposible «estar a salvo de todo lo que hay ahí fuera, pues al fin y al cabo es un camino que estamos recorriendo y en cuya senda debemos continuar».
En ese proceso de inmunidad, Gothoni ha grabado un centenar de discos, con hitos recientes como concluir en Seúl un enorme proyecto Mozart interpretando y grabando sus 46 sinfonías o más lejanos, como la interpretación con 38 cantantes de todas las canciones de Schubert en 15 extensos conciertos o, en los años 90, la presentación con la Tapiola Sinfonietta de los 16 conciertos para teclado de Haydn durante un fin de semana.
En Finlandia existen en torno a 30 orquestas para una población de menos de 6 millones de personas. Su papel «es muy importante, aunque en muchos países no se comprende» y las existentes acumulan problemas «siempre por cuestiones de financiación».
«Pero después, cuando las cosas van mal en el mundo, la cultura es primordial», defiende. La parte de la realidad que permite «encontrar respuestas».
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