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GUILLERMO BALBONA
santander.
Domingo, 2 de febrero 2025, 01:00
Se muestra convencido de que «Santander se enfrenta a un momento crucial para su futuro cultural». Y espera que «el debate abierto ayude a definir la mejor ruta». No obstante, señala en esta entrevista algunas carencias y disecciona esa 'ciudad de la cultura' y sus ... necesidades de presente y futuro. Luis Sazatornil (Santander, 1965), catedrático de Historia del Arte de la UNED (hasta el pasado año lo fue de la Universidad de Cantabria) ha sido investigador invitado en el CSIC, la Université París I, la École des Hautes Études en Sciences Sociales o el Centro de Estudios del Museo del Prado. Autor de numerosos estudios sobre arquitectura y ciudad, ha comisariado varias exposiciones y coordinó el plan de viabilidad del Centro de Arte Faro Cabo Mayor (2006). En los últimos años está implicado en proyectos de investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación sobre públicos y museos. Ha sido el coordinador de la reciente edición (Trea) de la obra colectiva '¿Museos para quién? ¿Museos cómo? El caso de Santander y sus contextos', de la que se hizo eco El Diario a través de Sotileza.
-Dos preguntas presiden el volumen analítico. El reto radica en si es posible contestar en síntesis a ambos interrogantes.
-La respuesta resumiendo mucho es: Museos para todos. Aunque, como afirma Elena Vozmediano en su aportación a la obra, unos museos (los públicos) nos pertenezcan más que otros. Todos ellos, sin embargo, con el liderazgo público y la generosa aportación privada, deberían componer una oferta final no solo orientada al 'turismo cultural sostenible', sino también a ciudadanos participativos, artistas, creadores, investigadores, profesionales de la cultura y galeristas. Y ¿Museos cómo? Pues, como señala el ICOM (Consejo Internacional), museos que investigan, coleccionan e interpretan, que comunican, accesibles, inclusivos, diversos y sostenibles. Y no solo entregados al ocio y el turismo, sino también al conocimiento, la creación, el análisis crítico y la investigación. Museos que sean colaborativos, abiertos a la sociedad -también a la local- y, sobre todo, museos con raíces.
-En el caso de Santander, ¿mejor otras prioridades culturales antes que nuevos espacios?
-Lo esperable es el equilibrio entre los nuevos proyectos y la cuidadosa atención a lo ya existente. Por ejemplo, hay que apoyar la llegada de los nuevos, pero también atender a la Biblioteca de Menéndez Pelayo, con sus obras de rehabilitación paradas, sin director y escaso personal.
-¿Ve coherencia y necesidad en la ampliación de la oferta cultural y museística?
-Aunque con cierto retraso, Santander está formando un conjunto de museos (un 'clúster'). En teoría esa aglomeración beneficia al conjunto, favorece los desplazamientos, la concentración de servicios y cierta 'imagen de marca'. Sin embargo, hasta la fecha parece que se ha improvisado y que falta coordinación y alguna forma de diseño global que equilibre contenidos y funciones. Todos son bienvenidos, pues la suma de proyectos beneficia al conjunto, pero las administraciones públicas -con el Mupac y el MAS a la cabeza- deben optimizar y velar para que el objetivo final sea el servicio público y no, exclusivamente, los beneficios políticos o turístico-económicos.
-Perogrullada o quizá un aserto que está en la mente de todos y nadie dice en alto: ¿Este debate no debería de haberse afrontado hace muchos años?
-Así es, y queda mucho por hacer. El encuentro y el libro pretendían agitar ese debate, y debe agradecerse al Ayuntamiento y al proyecto de investigación 'Atlas Museo' que hayan impulsado primero el encuentro y ahora el libro. Con todo, parece que Santander llega con retraso a estos debates y a la gran expansión de los museos autonómicos. Aunque ahora, tras algunas incertidumbres y demoras, parece que se ha entrado en la fase definitiva de consolidación de varios proyectos de los que se viene hablando desde la frustrada propuesta de capitalidad cultural de 2016.
-Si de algún modo el problema prioritario es que se ha hablado antes de museificación de la ciudad que del museo como un instrumento cultural, ¿en qué medida Santander puede generar un modelo de ciudad-museo, o emular otros?
-Lo bueno de llegar tarde es que se puede aprender de la experiencia de otros en un ámbito tan competitivo como el de los museos, en el que (casi) todo está inventado. El proceso no es muy diferente al de otros lugares, con los museos como instrumentos para la activación turística y económica de ciertas áreas urbanas. Bilbao, por ejemplo y a pesar de su visible éxito, ha recibido críticas a su gestión, a la especulación inmobiliaria y al escaso impacto artístico; también Málaga, con sus museos franquiciados y su proceso de gentrificación. Y todo en el marco de los debates globales sobre los efectos del sobreturismo, la degradación y despoblación de la ciudad histórica, la modernidad estandarizada, la obsesión por el lucro y la monocultura del turismo.
-En la mayoría de proyectos se prevé una terraza, un mirador...una metáfora de que a veces se empieza pensando en la casa por el tejado. ¿Triunfa de nuevo el escaparate sobre la oferta? ¿El continente sobre el contenido?
-En el debate público ha adquirido cada vez más importancia el protagonismo urbanístico y arquitectónico de los museos, frente a otros aspectos más estrictamente museográficos. Se privilegian los proyectos colosales y, de puertas hacia afuera, los museos «salen a la calle» en busca de visitantes y se interrelacionan con otros centros de arte para generar foros de las artes. Y todo eso genera miradores, atrios y plazas a su alrededor en los que 'pasan' cada vez más cosas. De puertas hacia dentro, sin embargo, los museos actuales no deben renunciar a su tradicional función como centros de educación, investigación, creación y divulgación humanística y se resisten, a veces heroicamente, a caer en la mera turistificación, con casos cercanos tan ejemplares como los de Bellas Artes de Bilbao y Oviedo.
-¿Cuál cree que es el proyecto que aportará más sello diferenciador a Santander?
-Una de las mejores noticias para Santander es que no estamos hablando ni de museos franquicia, ni de continentes sin contenido, como es el caso de tantas carcasas de arquitectos estrella levantadas en los ochenta y noventa. Al contrario, hemos tenido contenidos con continentes precarios durante un siglo, como el MAS y sus siempre insuficientes espacios o el Mupac y sus eternos recintos provisionales. El segundo, con el proyecto de Mendoza y Partida (estudio de arquitectos), parece que al fin va a tener un edificio acorde a la importancia de sus fondos, que además siguen creciendo. Por su parte, los proyectos que llegan tienen una vocación bastante singular y complementaria. La colección del Banco Santander trae unos fondos sobresalientes y de largo recorrido, desde el siglo XVI hasta la actualidad. Archivo Lafuente es ya una referencia para el estudio de las vanguardias y suma sus fondos a las aportaciones del Reina Sofía. Aunque los pilares del proyecto deben ser los centenarios museos públicos de Prehistoria y Arqueología y de Bellas Artes.
-Lo sucedido con el museo MAS, aparentar cambio para que todo siga igual, ¿no invita precisamente a edificar hipótesis y sugerir caminos futuros?
-Efectivamente, el MAS se ha reabierto discretamente. Tras varios años cerrado parece que se ha desaprovechado la oportunidad de una refundación, reforzando su discurso, su misión dentro del mapa de museos de Santander, sus órganos de gobierno, su equipo científico, sus líneas de actuación o sus reales necesidades presupuestarias. Si anunciamos una 'ciudad de la cultura' deberá construirse con medios, equipos y liderazgos adecuados.
-Se apela a menudo a lo de 'Santander, ciudad de la cultura'. ¿Pero no es un canto de sirena mientras permanecen enquistados muchos criterios, modos de actuación y políticas del pasado?
-Santander, quiero subrayarlo, se enfrenta a una gran oportunidad que puede transformar el panorama. Pero para avanzar con firmeza tal vez ha faltado, salvo excepciones, reflexión, transparencia y liderazgo. El mundo de los museos del siglo XXI ha cambiado mucho, se ha profesionalizado y, al menos en el ámbito público debería estar sujeto a un escrutinio administrativo y social que exige transparencia, apertura y buena gestión. Ya no valen los voluntarismos y es necesario un marco estable, equipos bien dotados, profesionales e independientes, soporte científico, apoyo social, presupuestos adecuados, órganos de control y gobierno y planes a medio y largo plazo. Una buena coordinación y un programa cultural, académico y científico serio, transparente y profesional no se improvisa, se construye laboriosamente, sumando recursos materiales y humanos, interactuando con el entorno y diversificando. La cultura tiene ritmos lentos y no puede estar sujeta a improvisaciones, sórdidas luchas de poder o personalismos.
-El peligro o la tentación localista estará siempre presente en el desarrollo de los proyectos, o eso tiene cura?
-Sinceramente no sé si el problema es el localismo o la mirada corta, a veces individualista, otras personalista. El ámbito de los museos y las artes es delicado y competitivo, y cada vez más cooperativo, y se pueden hacer las cosas bien y equilibrando lo local y lo global. Hay casos ejemplares, como el del Museo de Bellas Artes de Asturias, donde su director -que participa asimismo en el volumen ahora editado-ha sido recientemente nombrado director adjunto del Museo del Prado tras demostrar que un museo con fuertes raíces locales, como el de Oviedo, podía ser global y cosmopolita sin imposturas. Solo queda que Santander optimice a los muy buenos profesionales que desde dentro y fuera conocen bien la idiosincrasia local sin perder de vista lo global. Algunos participaron en aquel encuentro que ha dado lugar a este libro y hay bastantes más. Santander se enfrenta a un momento crucial para su futuro cultural, espero que el debate abierto ayude a definir la mejor ruta que, sin duda, debe basarse en la colaboración interinstitucional y en los mejores criterios profesionales.
–Con una universidad como la de Cantabria distanciada en lo cultural y casi ajena al hecho artístico, ¿el debate nace ya empobrecido?
–He señalado en varias ocasiones que una de las tareas pendientes para alcanzar esa ciudad de la cultura es el déficit en estudios superiores de arte o música. La Universidad, a pesar de la demanda objetiva y de lo avanzado del proyecto, desestimó varios intentos para implantar estudios de Historia del Arte. Eso reorientó la carrera de algunos de los que estábamos implicados y no facilitó la conexión con todos estos nuevos proyectos, ni generó una masa crítica académica suficiente. Quizá ya llegamos tarde a todo eso, que tal vez es producto de la clara orientación politécnica de la UC (a pesar de sus orígenes) y de cierta 'crisis de las Humanidades' que a pesar, por ejemplo, del creciente éxito de los museos, viene minimizando el valor de los estudios humanísticos, como ya señaló, entre otros, Nuccio Ordine. En realidad, solo el Mupac tiene un adecuado respaldo científico detrás, con el apoyo del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas. Para el resto no existe ningún Centro de Estudios o respaldo científico-académico que evite caer en la 'delegación de funciones', externalizando la gestión cultural y la investigación. Santander debería saber si quiere solo 'consumir' conocimiento y cultura o también 'producir', con programas propios, colaboraciones y esa masa crítica suficiente para 'cocinar' proyectos y miradas.
–¿La desigualdad y también diversidad entre los proyectos de ciudad es un acicate o supone un problema insalvable?
–La diversidad debería enriquecer. Una vez estén activos todos los centros queda una amplia oferta de iniciativas públicas y privadas que abarca desde la arqueología prehistórica hasta la creación actual. Se pueden utilizar esa suma como estímulo para ligar una propuesta que podría mancomunar servicios –cuando sea posible– y dialogar, también, con los agentes culturales locales, no solo con los artistas y creadores, también con los estudiantes semillero de trabajadores de la cultura, con los docentes, investigadores, profesionales, galeristas o ciudadanos informados.
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