Santander y su puerto hacen memoria

La historia de un lugar, de un barrio, se escribe con ese relato de sus gentes. «La ciudad de Santander y su puerto hacen memoria» con la apertura de la muestra fotográfica y documental que acogerá la instalación portuaria hasta finales del mes de abril.

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Ayuntamiento de Santander, a través de su Concejalía y Direccción General de Cultura y Autoridad Portuaria han colaborado conjuntamente en el proyecto comisariado por la historiadora del arte, Celestina Losada, autora del libro 'El Barrio Pesquero de Santander. Un paisaje cultural identitario', que vio la luz el pasado año en Ediciones Universidad (UC) y que se presentará en el acto de inauguración de la muestra. La obra constituye el argumento narrativo que subyace en ella.

'80 años de Barrio' reúne más de un centenar de obras, entre grabados, dibujos, fotografías, tarjetas postales, proyectos arquitectónicos, documentos manuscritos, material bibliográfico, revistas y testimonios audiovisuales de la década de 1920, en pleno apogeo de la industria turística de la capital santanderina.

El hilo discursivo de lo reunido es el proceso de configuración del 'Nuevo poblado de pescadores de Maliaño' (1941-1955) - hoy conocido como Barrio Pesquero - y el contexto que precedió a todo ello. El proyecto de construcción de un 'Nuevo poblado de pescadores' en la dársena de Maliaño, promovido desde la Obra Sindical del Hogar en pleno régimen franquista (1942-1955), supuso, desde un punto de vista urbanístico, la adaptación de la arquitectura moderna a las condiciones locales. Elaborado desde Madrid por el arquitecto Carlos de Miguel (1941), la construcción se inicia bajo la dirección a pie de obra del arquitecto montañés Javier González de Riancho (1943-1960). El proyecto original se enmarcaba en el Plan Nacional de Mejora de la vivienda del Pescador, siendo el de Santander, uno de los primeros ensayos realizados en la costa cantábrica.

Losada, investigadora y docente, actual directora académica del CIESE-Fundación Comillas, recuerda al Poblado de pescadores Sotileza - como se denominó al grupo de viviendas del Barrio Pesquero al iniciar su construcción. «Un conjunto de edificios y dotaciones de carácter social se dispusieron en una proyección longitudinal que se adapta al margen marítimo en el que se ubica, con edificios perimetrales protegiendo los patios que, como espacios públicos, se generan en su interior». Un proyecto que favorece la vida en comunidad, la relación vecinal y la conciencia e identidad de clase obrera. Desde el punto de vista social, subraya, fue «un proceso de segregación poblacional. 270 familias fueron desarraigadas de su entorno urbano de asentamiento - Puertochico, San Martín y Tetuán - y desplazadas a los márgenes de la ciudad, a los arenales de la dársena de Maliaño, con toda la carga social que eso conllevaba.

Hoy, «plenamente cohesionado e integrado en el tejido urbano que conforma el entorno de una de las principales arterias urbanas de Santander, aquel Poblado de pescadores sigue manteniendo su esencia cultural, sus espacios originales que bien merecen ser recuperados y valorados en su justa medida, como entornos identitarios de convivencia, de uso público y encuentro social».

La exposición, que se abre hoy, habla de este proceso a través del proyecto original del barrio y de los diseños realizados para los principales edificios y dotaciones de los bloques de pisos y viviendas unifamiliares. La exposición se humaniza con el relato fotográfico de las gentes de la mar. Ellos y ellas son los verdaderos protagonistas de esta historia y por ello se muestra al espectador la mirada de tipo costumbrista que se ofrecía desde la literatura de los tipos humanos identitarios de las gentes de la mar.

Especial protagonismo tiene en esta muestra el papel de la mujer en cuantas actividades se ejercían «desde tierra» vinculadas al oficio de la pesca. Escenas que aparecen en los grabados decimonónicos de Tomás Campuzano o de Victoriano Polanco, tan cuidadosamente editados en álbumes como Del Cantábrico (1897) o La Montaña. Paisajes, costumbres y marinas de la provincia de Santander (1889). No menos significativos son los dibujos y pinturas que ilustraban algunas de las revistas de la época. Y rederas, nescatillas, sardineras o mariscadoras aparecen en las instantáneas realizadas por Duomarco, Samot, Arauna y Faci Pardo, fotógrafos locales que actuaron como cronistas de una época, al retratar la singularidad de una escenografía social con identidad cultural propia.

«Todo un patrimonio material e inmaterial que se debe conservar y difundir, como legado único que no puede, en modo alguno, segregarse de la historia de la ciudad de Santander y, por tanto, de la historia de Cantabria», en palabras de la comisaria.