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Cosme Marina creció escuchando el mítico programa de radio 'Clásicos Populares' junto a su madre, una gran melómana que le inculcó la pasión por este arte. Llegó a estudiar música, pero siempre, incide, tuvo muy claro que lo suyo no era la interpretación. «Aunque también ... estaba seguro de que tenía que estar en este mundo de alguna manera». Así ha sido. Ha trabajado en el mundo de la divulgación, de la docencia, de la crítica... Deja en Oviedo, su tierra, un buen número de proyectos de dirección artística que le apasionan -porque ya se ha instalado en Santander donde vivirá desde ahora- como el Festival de Teatro Lírico Español, aunque no renunciará alguno de más pequeño calado, pero de gran importancia sentimental para él.
Reivindica la música como una parte más del patrimonio en su conjunto y cree que necesita «la misma defensa que la reconstrucción de una iglesia o la restauración de un cuadro» pues, en su opinión, en España nuestro patrimonio musical «no siempre ha estado cuidado como se debiera». Entre todos los proyectos que se ha marcado para esta nueva etapa del FIS hay uno que se ha marcado como un gran reto: «Me gustaría poder contribuir a que Santander se quiera musicalmente mucho más. Porque está ciudad, en este ámbito es muy relevante para el conjunto del país y me gustaría que los cántabros estuviesen más orgullosos. Porque es cierto que el Festival es muy querido aquí, pero creo que aún no son conscientes de cómo se habla de bien de él fuera. Está muy bien reconocido en el sector y todos los músicos que han pasado por él están deseando volver».
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