La santanderina Concha Rincón García, decana de la poesía en Cantabria, fallece a los 97 años

Tras el fallecimiento de Ana María Cagigal (1900-2001), María Ascensión Fresnedo Zaldívar (1909-2007), María Saro Alonso (1912-2007) y Matilde Camus (1919-2012), Concha Rincón se convirtió en la decana. Aunque no llegó a la poesía, la visible y publicada, hasta la madurez, desde su juventud las lecturas formaron parte de su educación sentimental y, también, de su entorno cultural. En las evocaciones en vida de su trayectoria no faltaron nunca imágenes, vídeos, retazos de su presencia en películas, obras de teatro o las comparececencias de la poeta en talleres infantiles.

Concha Rincón García nació el 8 de diciembre de 1926. Su abuelo paterno, el pintor Eduardo Rincón, fue uno de los fundadores y dirigentes del primer socialismo y el sindicalismo cántabro. Desde niña, la cultura predominó en su entorno porque dos de sus hermanos mayores dedicaron gran parte de su existencia a la expresión artística: Carlos, dibujante desde su juventud y pintor hasta el final de sus días, ilustrador a su vez de alguna de las obras poéticas de Concha; y Eduardo, el gran compositor que llevó al pentagrama la poesía de su amigo y compañero de fatigas carcelarias José Hierro, incluso alguna composición de su propia hermana, según ha subrayado Viadero. Eduardo Rincón (1924-2023) recientemente fallecido, compartió celda con el poeta de 'Cuanto sé de mí'.

Viadero recuerda a menudo que la poeta, fallecida ayer, solía destacar la influencia que en su infancia dejó su paso por el colegio público Menéndez Pelayo hasta que la sublevación militar de 1936 rompió la relación educativa. Ella podía haber marchado a Dinamarca, como hicieron otros alumnos del matrimonio para huir de las penurias bélicas, pero permaneció en Santander «hasta que la proximidad de la caída de la ciudad en manos de las tropas sublevadas la llevó a evacuar la ciudad en un barco con dos de sus hermanos y cruzar así el sur de Francia para situarse en la Cataluña todavía republicana, de donde nuevamente hubo de huir a Francia, hasta que el final de la guerra la condujo de nuevo al hogar familiar».

No sería hasta los años setenta cuando comienza a dar a la luz pública algunas de sus composiciones poéticas. Un matrimonio bastante precoz y una vida dedicada a los múltiples quehaceres familiares, donde apenas quedaba hueco para la expresión cultural que no fuera la de asistir como simple espectadora, «impediría el desarrollo pleno de sus inquietudes». En el Ateneo intervino en su Grupo de Teatro, dirigido por Ángeles Alonso Bravo, para poco después conectar con el joven director Paulino Viota, quien la encomendó el rol de la madre del protagonista de su cortometraje 'José Luis' (1967), la primera de sus varias apariciones en la pantalla: 'Géminis'(Garay/Revuelta, 1981), 'Después del sueño' y 'Amor propio' (Camus, con quien la une parentesco, 1991 y 1994), además de 'Intruso', que Vicente Aranda rodó en Santander en 1993.

En las páginas culturales de El Diario, coordinadas por el periodista José Ramón San Juan (1946-2018), hizo su debut como poeta, para después repetir en la prestigiosa revista 'Peña Labra', de Aurelio G. Cantalapiedra.

Entre periodos silencios y colaboraciones cinematográficas, finalmente publica su obra 'Sueños'(1990) y, junto a su hija Natalia Liaño, se integra en el grupo femenino de poesía y participa en los homenajes anuales que llevan el nombre de Cagigal, lo que propicia recitales y la publicación en antologías.

En paralelo, escribe algunas obras dedicadas a un público infantil y con una selección de ellas publicaría 'Animalario' (2005) con ilustraciones de su hijo, Juan Luis Liaño, prologado por su hermano Eduardo, quien musicó algunos de sus anteriores poemas. De forma coincidente con la celebración de su noventa cumpleaños, otro homenaje familiar propició la edición de un libro titulado 'Prosa y verso (1976-2016)', en el que se plasmó buena parte de su trayectoria creativa. La nueva publicación propició sus visitas a diversas escuelas y centros socioculturales de Cantabria. Su voz se asomó quizá tarde y entre silencios, pero ha tenido su eco en antologías y otros libros colectivos, caso de 'Historia y antología de la poesía femenina en Cantabria' (1996).