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Los bisontes rupestres de las cuevas de Altamira en Santillana del Mar (Cantabria) dialogan con el grafiti urbano contemporáneo en 'Las paredes hablan', película documental que a sus casi 91 años se dispone a estrenar una institución del cine español como Carlos Saura y ... cuyo preestreno se celebrará este lunes en los Cines Van Golem de Burgos, un evento en el que participa el Museo de la Evolución Humana (MEH). El estreno de la película tendrá que esperar al 3 de febrero.
La cinta, producida por Malvalanda bajo el liderazgo de María del Puy Alvarado, confronta el impulso humano de plasmar sobre los muros la realidad circundante a través de los ojos de los creadores, así como el anhelo de trascendencia y de dejar huella -incluso literalmente- del artista, ya sea en las ciudades actuales o en las cuevas del Paleolítico.
Para ello, Carlos Saura -quien el próximo mes de febrero recibirá el Goya de Honor por toda su carrera- recurre a los testimonios de figuras del arte urbano como los grafiteros Zeta y Musa71, el muralista Cuco o el creador Suso33, pero también de expertos en el estudio de la evolución humana como el codirector de las excavaciones de Atapuerca, Juan Luis Arsuaga, a los que se suman las voces de Pedro Saura, quien pintó la réplica de Altamira, o de un icono del arte contemporáneo como Miquel Barceló.
La comisaria de arte Anna Dimitrova y el director del Museo de Prehistoria y Arqueología y de las Cuevas Prehistóricas de Cantabria, Robeto Ontañón, completan el listado de expertos a los que Carlos Saura va interrogando a lo largo de los 75 minutos de metraje para profundizar en ese viaje hacia los paralelismos de artes murales separados por miles de años.
El guión de 'Las paredes hablan' ha sido una obra conjunta del propio Saura y de José Morillas, quien subraya el «lujo» que supone trabajar con el director aragonés, al que ha definido como «un sabio de la imagen y de la narración», así como la «conexión» que ha existido entre ellos durante el desarrollo de un proceso que estuvo «muy vivo desde el principio» y que resultó «estimulante, complejo y a veces también desesperante». «Teníamos la brújula, pero no el camino», ha añadido el coguionista, quien considera que el proyecto ha sido «un viaje a Ítaca».
Asimismo, Morillas ha enfatizado el «entusiasmo compartido» de todo el equipo con Saura durante la realización del documental, el cual no tenía «ninguna pretensión de cátedra», sino buscar «esos hilos de plata» que conectan «el arte más actual con las primeras referencias artísticas del Homo sapiens» y al mismo tiempo mirar la creación contemporánea «más provocadora, la menos formal o comercial», como es el grafiti y el arte urbano.
Por su parte, la hija de Saura y productora asociada de la cinta, Anna Saura, ha explicado que el proyecto le llegó a su padre de la mano de Morillas, quien se lo presentó «hace ocho años», y ha requerido de un largo proceso de documentación antes de poder rodar, lo cual supuso «entre dos y tres años de trabajo sin un guión cerrado», ha precisado Morillas al respecto.
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