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Todo por una secuencia

Cine ·

Cuánto trabajo esconde una escena de tres segundos. Así transcurre el rodaje de la película 'Dos vacas y una burra' en Cantabria

Sábado, 19 de diciembre 2020, 07:34

«El maldito GPS nos ha mandado por un camino de cabras y hemos llegado con los bajos del coche tocando por todos lados», jura un compañero de otro medio mientras recorre con la mirada la amplia loma en la que aguardamos la llegada de los actores. Nos encontramos en un lustroso prado que desciende por la falda de la montaña, en cuya base aparece la silueta sobria y ancestral de Vega de Pas. El otoño tiñe con sus colores rotos y deslavazados los montes aledaños. El sol brilla, pero es temprano y todavía hace frío. Lo que sí se ve, algo también inusual, es la legión de periodistas, cámaras y fotógrafos que deambulan por el lugar. El de 'Dos vacas y una burra' es uno de los primeros grandes rodajes que se realizan en España tras el parón provocado por el coronavirus en el sector cinematográfico y ha despertado, por ello, un gran interés en medios de todo el país.

Esta es una película ambiciosa, relevante. La dirige un cineasta como Jesús del Cerro. Fue el director de series como 'Médico de familia', 'Compañeros', 'Policías' o 'Un paso adelante'. También de diferentes películas. Este proyecto, una «comedia romántica neorrural» cuya localización principal es Cantabria, le ha reunido de nuevo con los actores Miguel Ángel Muñoz y Pablo Puyol, dos de los ídolos juveniles surgidos al calor del éxito de 'Un paso adelante'. Dos intérpretes conocidos y reconocidos que también refrendan la entidad del largometraje. A ellos se suma la actriz y modelo mexicana Esmeralda Pimentel, en otra muestra del potencial del proyecto de la productora ATM. La inversión asciende, en total, a dos millones de euros de presupuesto. Hay dinero y se nota. Para empezar, por la larga fila de camiones que por algún milagro han conseguido llegar hasta el lugar con todo el equipo de grabación. También por las carpas y el abundante catering en el que desayunamos el equipo y los medios.

LA JORNADA

  • Perdidos Encontrar un prado no es como ir a un ayuntamiento. El GPS traicionó a varios de los medios asistentes.

  • Protagonistas Las dos vacas, la burra Liébana y la perra Rubia fueron las auténticas estrellas del día.

  • Convocatoria La cita reunió en Vega de Pas a casi un centenar de personas, entre el equipo de rodaje y los periodistas.

Pinchazos

Lo primero es lo primero y en este caso manda la seguridad sanitaria. Así que los más de veinte representantes de medios cántabros y nacionales hemos pasado la prueba de antígenos. La sanitaria tiene una mañana emocionante, pinchazo va, pinchazo viene. A los quince minutos, el resultado: «Estás limpio», dice el ayudante. La de la prueba es una rutina para todo el equipo, incluidos los actores, que por fin han hecho acto de presencia y pasan el trámite como cualquier otro. Todavía remolonean un poco, esperando a que las responsables de prensa acaben de organizar el comienzo del 'junket', día en que el rodaje se abre a los medios para que el director y los protagonistas les atienden. Alberto, el fotógrafo de El Diario, aprovecha para hacer algunas fotos que se salgan del guión de la cita.

Los actores empiezan a bajar trotando por la cuesta hasta situarse bajo el centenario y majestuoso roble que se yergue solitario en medio del prado. El ganadero al cargo de las otras grandes protagonistas del filme, la burra -Jacinta en la película, Liébana en la realidad- y las vacas, reúne a los animales para el 'photocall' con el director y los actores. Mientras tanto, la otra estrella de la jornada, Rubia, una esbelta perra saltarina de ojos color miel no deja de pasear un palo entre la multitud buscando quien se lo lance tan lejos como sea posible. Al final cedemos todos y cámaras, fotógrafos y periodistas nos dedicamos a jugar un poco con ella. No perdona ni a Pablo Puyol, al que también le toca mancharse las manos de barro antes de comenzar las entrevistas.

Vídeo.

Entrevistas a granel

Cuando parece que empieza la juerga lo que en realidad arranca es una nueva espera. Hay que respetar el estricto orden marcado por el departamento de prensa y nos toca aguardar. Al final llega nuestro turno y empezamos. Llegan primero Miguel Ángel Muñoz y Pablo Puyol. Simpáticos, normales, nada divos. Hemos pedido entrevistarles juntos y el encuentro da su juego aunque por momento corremos el riesgo de que aquello se convierta en una juerga continua. Pero no, ambos miden y responde una tras otras todas las preguntas. Al acabar se despiden cordiales. Después llega el turno de Pimentel, quien confiesa entre risas que hacer entrevistas no es su actividad favorita, pero también cumple solícita con el compromiso. Turno para comer y de nuevo avituallamientos para otra semana. Y entonces llega el gran momento, el de ver el cine en acción. Más de 60 personas para gestionar las cámaras, el sonido, la iluminación, el vestuario... Parece mentira el trabajo que puede llegar a haber hay detrás de una escena de unos pocos segundos. «¡Rodamos!», clac. Por fin se hace el silencio, sepulcral, solo roto por los pasos de los dos actores que intervienen, los de los cámaras que los siguen con sus imponentes aparatos y el suave roce del viento que empieza a mecer el paisaje. «¡Repetimos!». Clac de nuevo. Cuesta reconocer a Miguel Ángel Muñoz con esas pintas de joven torpe y apocado. «¡Nos vale!», gritan desde producción. Jesús del Cerro, que había recreado poco antes la toma con el móvil explicando a los cámaras como enfocar el asunto, suspira y se mesa la cabellera, satisfecho. Parece ignorar a la marabunta de rostros enmascarillados que le rodean. Sin gente como ellos, sin esta tribu de locos de los fotogramas, la magia del cine y de las series no sería posible. Y es una mágica necesaria.

Cuatro semanas de trabajo con Cantabria como escaparate

«La foto y el cartel de la película es lo que va a hacer que la gente diga que Cantabria es la película. No hay truco ni cartón, es muy fácil de identificar y de reconocer», Jesús del Cerro, director de 'Dos vacas y una burra' ha tenido cuatro semanas para enamorarse aún más de la región que ha elegido para ambientar su nuevo filme, una comedia «neorrural» en la que la Vega de Pas, Liérganes o Esles de Cayón se han convertido en el escenario de una historia de amistad y de amor que realza el valor del mundo rural a través de unos personajes que aspiran a representar de una forma cercana, emocional y divertida la realidad de los espectadores.

En cada escena, secuencia, incluso en las que finalmente se descarten en la postproducción la luz de Cantabria, sus verdes prados, sus casonas más hidalgas aparecerán en un primer plano. La película también se ha rodado en Santander para mostrar los contrastes entre el pueblo y la ciudad. La calle del Rubio, Puertochico, el Paseo Marítimo y el Parque Científico y Tecnológico, donde el lunes finalizará el rodaje, son otros escenarios.

El equipo, que ya está preparando las maletas para regresar a Madrid y rodar nuevas escenas que se sumarán a otras que tendrán lugar en Londres, asegura irse encantado de Cantabria, una tierra que en palabras de su director se ha volcado con ellos y sólo les ha dado facilidades. Estos días repiten en Vega de Pas algunas de las escenas que se tomaron los primeros días con cierta alegría por regresar por fin a sus hogares y, a la vez, con mucha nostalgia por dejar la que sienten como su casa desde hace un mes. Y Cantabria, encantada de haberlos recibido tal y como les trasladó el presidente Revilla durante su visita al rodaje. «Va a ser un gran revulsivo para estos lugares», dijo.

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