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Profesor, escritor, divulgador… Emilio del Río (Logroño, 1963) quiere devolver a los autores de Grecia y Roma su papel destacado en la historia. Lo hace recopilando sus vidas y 'milagros' en 'Locos por los clásicos', su último libro, que acaba de alcanzar la cuarta edición ... y en el que, a modo de lectura aleatoria, invita a descubrir la importancia de personajes como Catulo, Sófocles, Safo o Aristófanes, entre otros. Esta tarde lo presenta en el Ateneo de Santander (19.30 horas), dentro de lo que llama «misión pedagógica por Hispania», en lo que promete ser algo más que una conferencia al uso.
-¿Cómo va su misión pedagógica? ¿Da frutos?
-La receptividad de la gente es extraordinaria. Sobre todo de los jóvenes. Me parece fascinante. El otro día en Oviedo, en una sesión con institutos, había 200 chavales en la sala, a las ocho y media de la mañana, cantando la sintonía del programa que tengo en Radio Nacional, 'Verba volant'. Es muy emocionante. Queda mal que lo diga yo, pero va mucha gente.
-¿Y a qué cree que responde esa positiva respuesta?
-A que los clásicos interesan. Hay interés por conocerlos y disfrutarlos. La gente que piensa que son un rollo es porque no los conoce bien. Por eso este libro. 'Loco por los clásicos' está pensado para quienes no tienen ni idea de estos autores, que escuchan Virgilio y piensan que es un delantero de fútbol uruguayo y Sócrates un central brasileño. Pues no; son autores clásicos, didácticos, estimulantes y que nos sirven para la vida. Porque eso es lo bueno; no solo nos cuentan aventuras maravillosas e historias divertidas, como el primer viaje a la luna, que es de Luciano, del siglo I. Escriben autoayuda de la buena, no de charlatán de feria, de esa que hay tanta ahora. De la de verdad, que nos ayuda a identificar las cosas que importan, a cómo afrontar la vida y encontrar la felicidad.
-¿Cómo puede servirnos, por ejemplo, Aristófanes para tomar decisiones hoy en día?
-Aristófanes escribe un libro en plena guerra mundial, digamos, la guerra civil de los griegos entre Esparta y Atenas. Se titula 'Lisístrata', a la que le dedico un capítulo y que quiere decir «la que disuelve los ejércitos». Atenas es un régimen democrático y Esparta uno militar, algo así como Europa frente a Putin. Aristófanes escribe esta obra en la que las mujeres de ambas ciudades se ponen en huelga de sexo. Dicen a sus maridos: hasta que no acabéis la guerra, no habrá sexo. Es una comedia hilarante, con referencias desternillantes, y una muestra de libertad que ahora, en estos tiempos de lo políticamente correcto que nos invade y nos sepulta y cancela tantas cosas, podría estrenarla, pero le pondrían a parir. Tenemos que aprender de esa extraordinaria libertad.
-¿Las lecciones son extrapolables a todos los campos de nuestra actualidad?
-Tenemos a Tucídides, por ejemplo, que era historiador. Escribió una historia sobre esa guerra civil y pone en boca de Pericles, el que era primer ministro de Atenas, la frase de que por la democracia se puede y debe aventurar la vida, algo que dirá Cervantes en 'El Quijote', y también esa frase en la que se basa el mensaje de Kennedy: no hay que preguntarse qué puede hacer tu país por ti, sino tú por tu país. Me parece que está tan de actualidad todo… Esto va de valores, de principios, de democracia y los clásicos nos enseñan eso. Necesitamos más solidaridad. Los grandes enemigos de la democracia eran, según él, las noticias falsas y los populistas. Ahora les llamamos fakes news. Toma ya.
-¿En qué momento se despierta su pasión por divulgar esta parte de la historia?
-Cuando uno descubre algo positivo quiere compartirlo con los demás y cuando es negativo, quiere avisar también. En este caso, lo que quiero es compartir a estos autores fascinantes. Son 36 capítulos cortos, 18 romanos y 18 griegos. Digo de broma que es un libro ideal para el postureo, porque te has leído uno y parece que han sido una treintena, pero lo que quiero es que se lean esos grandes autores.
-Va por la tercera edición de este libro. ¿Qué es lo que más sorprende a sus lectores?
-La modernidad. Séneca habría sido un gran tuitero y Platón habría encajado mejor en Instagram. En general, cómo se abordan cuestiones vitales con una perspectiva actual.
- En uno de los capítulos Hero escribe a Leandro que «los hombres tenían tiempo de ocuparse de los negocios, los deportes, la caza, pero las mujeres de las cartas de amor». No han cambiado algunas percepciones en estos siglos.
- Entre los clásicos no hay solo hombres. También está Safo que escribió sobre el amor libre cuestiones que hoy se ponen en entredicho, o Sulpicia de Roma, Cleopatra… Hemos avanzado en muchas cosas, pero en otras aún se puede aprender, porque, de hecho, da igual la edad siempre hay algo que aprender.
-En otro, Solón dice que aprendió algo para poder llevarlo aprendido antes de morir. ¿Qué se llevaría usted de forma irrenunciable?
- Yo me llevaría uno de los grandes mensajes de los clásicos, el carpe diem. Traducido significa vive la vida, pero yo lo llevaría a: busca el lado positivo de la vida. En la vida hay momentos complicados, como dice Vargas Llosa, muy jodidos. Ahí los clásicos nos ayudan a salir adelante. Hasta en lo peor siempre hay algo positivo y hay que aprovechar el regalo que es la vida. Buscamos y necesitamos seguridades, pero no olvidemos que siempre estamos en la cuerda floja.
-Dice que le faltan muchos por incluir. ¿Habrá segunda entrega?
-He incluido algunos de los favoritos, pero habrá otro 'Loco por los clásicos'. Son tan estimulantes que los mismos lectores me piden más y yo estoy encantado de compartir esta pasión.
-¿Está disfrutando de su propia epopeya divulgadora?
-Me siento muy agradecido. Y cada vez que voy a un sitio me hace feliz que compartan esa lectura y aprendo tanto que cuando dicen lo de misión pedagógica, es casi la mía como alumno. Y de disfrutar de sitios tan maravillosos como Santander donde estuve también este verano en la UIMP.
-¿Cabe esperar una conferencia al uso hoy en el Ateneo?
-¡No!¡No! Va a ser una presentación en la que vamos a hablar, cantar y hacer magia.
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