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PILAR G. RUIZ
Santander
Domingo, 20 de noviembre 2022, 01:00
Un día cualquiera entre semana, un filósofo hace la maleta para viajar hasta Santander y conocer la ciudad «seguro de que me va a encantar». Ignacio Pajón Leyra (Madrid, 1981), también ensayista y docente, llega a la capital cántabra para participar en el ciclo Pandemia ... Filosófica, donde impartirá la conferencia 'Ser felices en un mar de dudas: la filosofía de los escépticos griegos'. Será mañana, lunes, en el Centro Cívico Tabacalera, a las 19.30 horas.
-El escepticismo pirrónico, que usted estudia, suena más bien a grupo de punk.
-(Ríe) Sí, y algo de punks tenían. Es un movimiento filosófico muy peculiar, que surge en la Grecia Helenística, después de la muerte de Alejandro Magno, motivado, en parte, por la desubicación generalizada, la falta de referentes y la sensación de estar perdidos que tiene la ciudadanía en ese momento. Surge como uno de los intentos de la filosofía de dar respuesta a esa situación. Una respuesta muy peculiar que consistirá en ponerlo todo en cuestión.
-Si lo comparásemos, ¿se produce una catarsis porque se pierde a la figura dominante, como ocurriría en una dictadura?
-Sí, en parte ocurre eso, pero además con una figura referente que lo había sido desde hacía muy poco tiempo y que no había consolidado su poder. Alejandro acababa de establecer su régimen político y sin haber hecho una consolidación institucional y sin tener herederos claros, muere. La construcción de un imperio que hizo, no es algo a lo que el mundo griego estuviera acostumbrado. Los griegos consideraban que la estructura del imperio era más propia de los bárbaros y verse repentinamente inmersos en ello y que se fragmenta en pequeños estados enfrentados entre sí, les dejó sin saber cómo definirse a sí mismos. Eso es algo a lo que la filosofía tenía que dar respuesta.
-¿Tuvieron una Grecia autonómica, federalista?
-Fragmentada y con fuerte conflictividad, que se sumaba a una crisis económica, una multiplicación del horizonte político, el descubrimiento de nuevos espacios, nuevos fenómenos de masificación urbana... El mundo cambió para ellos de la noche a la mañana de una forma muy brusca y les costó adaptarse.
-A pesar del tiempo que ha pasado, podríamos extrapolarlo al siglo XX o XXI.
-Estoy de acuerdo. Hay muchos paralelismos muy interesantes entre cosas que hemos vivido nosotros o nuestros padres y las que vivieron los ciudadanos de la época helenística. Eso supone que podemos aprender del tipo de respuestas que se dieron en aquella época y tratar de escarmentar en cabeza ajena.
-Estudia las corrientes menos conocidas ¿Aún quedan ramas filosóficas sin estudiar?
-Por asombroso que parezca, después de 2.600 años, aún hay corrientes de la filosofía griega que se han tratado muy poco y que hasta hace unos pocos años se han considerado escuelas menores. Solo en épocas recientes los especialistas han empezado a estudiarlas con rigor y a encontrar una tremenda riqueza en ellas. Esas son las que me interesan más. Tengo un cierto amor por los raros y eso hace que busque lo que menos conocido es y más requiere de un estudio detenido y puede servirnos porque podemos encontrar grandes joyitas de pensamiento dentro de ese tipo de escuelas.
-¿Tiene algún favorito?
-Entre mis favoritos están autores que la mayoría de la gente considera aburridos. A mí me apasiona Sexto Empírico, desde que terminé la carrera. Alguien a quien se considera denso, duro, árido. A mí me parece un filósofo divertido que intenta crear una enciclopedia del desconocimiento humano. Eso me parece mucho más atractivo que la recopilación de lo que sí sabemos.
-Una enciclopedia del desconocimiento. ¿Sería casi inabarcable?
-De hecho su posición es que hay mucho más que no sabemos que lo que sabemos e incluso que debemos asumir que hay límites a nuestra capacidad de conocimiento. Hay cosas que nunca llegaremos a saber y eso no es malo. Siempre vamos a ser ignorantes y seremos más felices si lo asumimos.
-En esa búsqueda, la labor de un filósofo se acerca a la de un historiador
-Sí, son fronterizas. Es casi trabajo de historia, un tipo de trabajo que tiene que tener presente siempre el perfil filológico y el arqueológico. Lo ideal es formar equipos interdisciplinares.
-Afirma que cerrarse a contarlo todo es más contracultural que estar expuesto
-Es bastante más rico tomar un poco de distancia y poder ver un panorama general. En el mundo contemporáneo, con la prisa, la inmediatez y la hiperconectividad que ha provocado la aparición de las redes sociales, es muy difícil tomar distancia. Estamos siempre involucrados en un mundo frenético que necesita un poco de reflexión. Las redes son un fenómeno que está por ser estudiado a nivel conceptual e ideológico y ese trabajo nos toca hacerlo a nosotros. Somos las primeras generaciones en ese tipo de contexto y es algo que tenemos que aprender a vivir.
-¿Hay tanta filosofía de baratillo en redes que ya no se distingue lo que es la verdadera?
-Sí, se ha vuelto tan fácil hacer una introducción superficial y panorámica, con mucha imagen, que a veces provoca la imposibilidad para acceder a la pausa suficiente para dedicarse a las cuestiones profundas y a veces complejas de la filosofía.
-En un aula, con alumnos infoxicados, ¿como se les convence de la importancia de la pausa?
-Ellos mismos lo agradecen de una forma casi inmediata. Los periodos pandemia y post pandemia han sido sorprendentes para mí. Los alumnos han vivido esa distancia online y ahora tener delante un profesor, plantear preguntas en vivo y esperar que las respuestas se desarrollen, lo agradecen. Están deseosos de tener un trabajo que no sea ese al que nos fuerza la estructura de la pantalla y la cámara.
-¿Se puede ser felices en un mar de dudas, como plantea en su ponencia?
-Creo que sí. Y los escépticos griegos también lo pensaban. Si esperamos a tener absolutas certezas para aspirar a ser felices, estando felices de todo, no seremos felices nunca. La única forma de aspirar a la felicidad es siendo conscientes de que no somos sabios y probablemente no dejaremos de ser ignorantes y seres dudantes a lo largo de nuestra vida. Tenemos que aprender a dudar y que esa duda nos permita ser felices.
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