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Coincidendo con el veinte aniversario de la apertura del Cine Groucho, su propietario José Pinar presentará esta tarde un libro escrito en primera persona en el que relata cómo ha vivido estas dos décadas volcado en sus salas y en la proyección de cine independiente ... en la ciudad. En realidad, explica, el libro que ha editado Tantín y que dará a conocer a las 19.00 horas, en su cine y acompañado por el editor José Luis Fernández y el arquitecto encargado del proyecto Domingo de la Lastra, surgió hace tiempo, durante las largas horas de pandemia y pospandemia en la que las leyes sanitarias le obligaron a echar el cierre. «Había leído muchas cosas de libreros que contaban sus experiencias y su pasión por su trabajo y pensé que nadie había escrito algo similar con un cine». Y así es cómo fue poniendo en página todo lo que ha sido su vida desde que en diciembre de 2004 abrió su local en la calle Cisneros. «Veinte años de mucho trabajo, de muchas dificultades y de baches en el camino que he tenido que sortear para poder seguir con esta pasión que siento por el cine». El libro que lleva por título 'Cine Groucho. Veinte años de cine de autor en Santander (2004-2024)' está escrito prácticamente desde hace tres años, aunque no ha sido hasta este último cuando Tantín -después de un intento fallido con otra editorial- lo ha publicado. «Es un libro sencillo, en el que básicamente cuento mi experiencia y en el que también hago un homenaje a los cineastas cuyos títulos se han proyectado en estas salas», explica.
Esa experiencia, cuenta, está rodeada de incertidumbres, de cierres en alguna temporada, de trabas, dificultades y «lucha» por seguir. «En ese sentido me siento como un Quijote que se ha tenido que enfrentar a muchos 'gigantes' y lidiar mil batallas para poder seguir», explica si bien reconoce «que han valido la pena y que estoy contento de haber podido sobrevivir a las distintas crisis a las que también se han enfrentada otras salas de España con menos fortuna que yo». Y es que, asegura, «es todo un logro poder seguir abierto cuando el resto de cines independientes del país han acabado cerrando o convirtiéndose en un 'mix' de cine independiente y comercial».
En la obra, de 220 páginas, y que está escrita de forma «simpática» más que un derroche de literatura lo que pretende es dar a conocer su experiencia personal. Por eso también cuenta algunos de los viajes que ha realizado a distintos festivales europeos y habla de cine. Esa pasión que vive desde niño y que ha acabado convirtiendo en un oficio.
Hace veinte años, cuando abrió, no existían plataformas como Netflix o HBO que permiten a la gente disfrutar del cine en sus hogares y a las horas que elijan y 'capear' a esos nuevos tipos de ocio han sido penosos para los propietarios de las salas «con pocos recursos». «A veces me he visto obligado a malvivir, pero me siento muy orgulloso de no haber tirado la toalla», asegura.
Entre el ensayo, las memorias y la crónica, Pinar no sabe muy bien cómo definir la publicación que presentará esta tarde, pero sí cree que es «única» y que está escrita para homenajear al cine y pensando en los directores que cita, pero también a los clientes que, en esas dos décadas, han sido fieles a sus propuestas. Además recuerda algunas celebraciones compartidas, los conciertos que en algunos momentos se vivieron en el Groucho, exposiciones, jornadas en las que ver la película se completaba con la posibilidad de tomar un pincho... En fin, las iniciativas que puso en marcha para tener las butacas ocupadas.
Una buena parte de la obra también recoge los inicios. Un momento emocionante en el que como ahora la incertidumbre predominaba cada vez que abría la puerta. ¿Se imaginaba entonces que veinte años después seguiría abierto? «No, sigue siendo todo muy duro aunque sigo teniendo el placer de defender el cine independiente».
En cuanto a esta incursión a la literatura, que le ha costado mucho esfuerzo, espera que resulte de interés para todos los que cómo él disfrutan de la experiencia de ver una buena película en una pantalla grande. «A modo de anécdota puedo contar que cuando ya tenía el libro y buscaba editor Jaume Ripoll, el fundador de Filmin, publicó 'Videoclub' (Ediciones B) y cuando lo ví pensé que era mi libro. El cuenta su historia de la misma forma que yo cuento la mía», concluye.
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