Shilpa Gupta
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Shilpa Gupta
Los silencios y ausencias derivadas de la censura y el aislamiento son inquietudes presentes en su obra. Trabaja con la palabra escrita, cantada o hablada como un lugar para la «resistencia, visibilidad y empatía». Bajo el epígrafe 'Yo también vivo bajo tu cielo', el Centro ... Botín inaugurará mañana su calendario expositivo anual con la muestra de la artista india Shilpa Gupta (Mumbai, 1976), una de las más importantes del sur de Asia. No solo supone descubrir su obra más reciente, sino que la propuesta representa su primera comparecencia en España. La voz y la poesía recorrerán la sala expositiva para «reclamar la existencia de aquellas personas que han sido silenciadas y desdibujar las fronteras que limitan el movimiento de individuos, bienes o ideas».
-Más allá de su sentido poético, ¿qué significado y qué persigue 'Yo también vivo bajo tu cielo'?
-Esta obra es sobre una ciudad, Bombay, con mucha migración. Mucha gente llega, especialmente del sur de Asia, y hemos visto desde hace unas décadas que, a pesar de la elección de ser abierta y secularmente segura, hay muchos secuestros. Diferentes personas interpretan la propuesta con una lectura distinta; algunas mujeres la relacionaron con el género, otros la asocian a la familia..., y se leyó con perspectivas diferentes como la edad, el género, la clase... Lo importante es que en la experiencia se lea que hay espacio para que todos vivamos juntos en él.
-En ese sentido, ¿Cree que el arte siempre implica militancia y compromiso, en este caso compromiso social?
-No se trata tanto del compromiso social, porque me parece una palabra demasiado cargada de significado para usarla. Diría que, si una obra habla, si puede evocar algún tipo de empatía y crear un entendimiento resulta mejor que el propio compromiso, que en cierto modo significa pérdida. Mientras que si somos empáticos no hay pérdida.
-¿Considera que la 'abstracción del sonido' de algún modo puede contrarrestar el peso que tiene la cultura audiovisual y la imagen en la sociedad de hoy en día?
-Sí, en eso hay mucha verdad, en un momento en el que estamos sobreestimulados, tiene razón en que la cualidad del sonido, su calidad, es algo abstracto que incluso se introduce bajo la piel. No podemos escapar del momento en el que vivimos, pero el sonido también permea en el interior de la memoria, lo que puede llevar más allá de este presente estimulado en exceso.
-En la nueva exposición en Santander hay obras específicamente producidas para esta ocasión. ¿Cómo están vinculadas con el Centro Botín y en qué medida el propio espacio las condiciona?
-Eso puede plantearse y entenderse física o conceptualmente... En mi caso me refiero al diálogo en sí con el espacio conceptual pero también al propio edificio.
-Entonces, ¿el edificio influye en la obra y en cómo está producida?
-El edificio es muy específico. Es imposible escapar de él, tiene una presencia y tienes que corresponderla, incluirla. Y es apasionante para un artista tener este espacio generoso en el que situar la instalación de sonido. Es poco común conseguir esta dimensión, con un techo maravilloso que permite experimentar con la dinámica del espacio y no sé si antes de esta oportunidad habría tenido una similar. También, la instalación 'I live under your sky too' (Yo también vivo bajo tu cielo) trata sobre la migración y el mar siempre ha sido muy importante en este terreno, siendo el espacio por el que se han transportado personas y bienes, lo cual hace que la ubicación de las obras confrontadas al mar más especial. Eso es muy interesante, puesto que muchos artistas en el Centro Botín también han relacionado sus obras con el mar y el espacio. Sí, de hecho, hay una nueva obra realizada específicamente para este espacio. Vi el mar cuando vine a visitar el Centro y ese pequeño espacio situado en una esquina, con el mar enfrente, es donde ubico una pequeña pieza en el suelo que es también una pequeña provocación. Según das un paso, lees 'Can you wish your enemy what you wish for yourself?' (¿Puedes desear a tu enemigo lo que deseas para ti mismo?) Y cuando ves eso, creo que el componente físico del mar tiene un impacto al experimentar esta pieza.
-¿Comparte la sensación de que uno de los problemas de hoy en día es que ya nadie escucha?
-Sí, desafortunadamente todo el mundo está obsesionado con demasiadas cosas, el tiempo es limitado...
-Trabaja con objetos, instalaciones, vídeo, performance... pero ¿es el sonido y el silencio aún su materia prima?
-Realmente, no pienso en el medio para nada, simplemente respondo, se trata sobre todo de la experiencia y el medio nunca es lo más importante.
-Lógicamente, es lícito preguntarle si de algún modo el arte puede cambiar el mundo, ¿Qué piensa de esa sentencia tan extendida?
-Eso lo tiene que pensar y contestar cada uno. En mi caso, creo que no. A veces..., no lo negaría abiertamente, pero está bien darse cuenta de que simplemente no se puede cambiar y, sin embargo, eso no significa que no puedas hablar de lo que piensas del mundo, de lo que esperas de él, de lo que sueñas. Hay espacio para la esperanza y para decir aquello con lo que soñamos.
-Necesitamos contar historias y que nos las cuenten. ¿Ello conlleva una manera polifónica de convertirnos en criaturas multiculturales?
-No multicultural, pero sí de algún modo que nos otorga y permite cerciorarnos, darnos cuenta y reafirmar que no somos solo individuos. De hecho, esta idea expansiva incluye a personas que nunca han abandonado un lugar o aprendido un idioma, eso no es excluyente. Pero sabe, además, no hay una ruta finita, limitada, lo importante es ser sensible con esta cuestión, lo que nos permite profundizar en lo humano.
-¿Diría que el poder, que el sistema, quiere que no pensemos, que no expreseos inquietudes?
-Todos los sistemas prefieren que seamos humanos más viscerales que pensantes. Para ellos es útil porque supone la forma mecánica en la que funciona el poder.
-¿De qué manera, o qué presencia tiene el cuerpo, ya sea fragmentado o no, en esta exposición en Santander?
-La fragmentación existe de muchas formas, porque puede visualizarse por ejemplo en una bandera fragmentada, o en diferentes piezas de una obra en el suelo, o se puede ver mi propio cuerpo cortado en tiras, también se trata de desafiar con esto a la singularidad, dado que todo está en continuo cambio y es fluido. De diferentes maneras, el cuerpo sigue estando presente siempre.
-En '100 Drawn maps of Spain', un centenar de personas de diferentes ciudades, Santander entre ellas, han dibujado su recuerdo del contorno del mapa de España en la página de un libro. ¿Cómo se ideó esta pieza?
-En realidad es el fruto de un viaje muy largo. Cuando empecé con ello, en Bombay, fue entre los años 2006 y 2007. El punto de partida consistió en preguntar a mi familia, mis amigos, a personas del entorno, a personas jóvenes...con el finde que dibujaran un mapa de India. Después lo hice en Tel Aviv... No imaginé la implicación que tendría. Y, más tarde, en Corea del Sur. Esta pieza me ha dado una experiencia y unas vivencias que nunca podría haber imaginado.
-Previamente a la muestra que se inaugura mañana, ha dirigido un taller en la Fundación Botín. ¿Cómo define la experiencia?
-Ha sido muy especial y estoy muy feliz de trabajar en él con Renata Cervetto. Es esa sensación de incógnita, como cuando a veces lanzas algo a través del mar, en plan mensaje, y no sabes qué volverá. Hemos tenido un grupo muy diverso de personas, estudiantes, artistas, profesores de arte. Y me preguntaba cómo hacer frente a algo tan heterogéneo, pero honestamente en poco tiempo logramos unirnos y me he sentido muy cercana a todos. La respuesta fue increíble y me ha llenado mucho esta experiencia.
-Respecto al paso de tiempo a través de la historia, ¿Debemos dar espacio a las voces que encontramos y rescatarlas?
-Tal vez, aunque siendo conscientes de que no puede cambiarse el pasado. Al presentar mis obras, el hecho de propiciar reflexiones sobre lo que está ocurriendo actualmente, comprobar si mi obra puede tener un mínimo impacto, o iniciar una conversación, ya es suficiente.
-¿Es o puede ser el arte sanador?
-De hecho, esta pregunta surgió similar en los debates de mi taller. Hablábamos de experiencias con grandes obras de arte. Les conté cómo estuve delante de un Cézanne que solo había visto en libros y lo que sentí. ¿Cómo puede ser que no haya nada parecido a esa experiencia, o por qué me hizo querer llorar una pintura que representa unas naranjas? ¿Por qué puede despertar una sensación abrumadora? También tiene que ver con dejarnos ser nosotros mismos, es decir, hay muchas formas en las que puede ser sanador. .
-Gaza, Ucrania... ¿Hay espacio para el optimismo?
-Viniendo del sur de Asia, es difícil, tengo que mantenerme haciendo lo que quiero, el cambio vendrá, pero solo creyendo. Deberíamos estar preparados para resistir, no podemos rendirnos. Si queremos cambios para nuestros nietos, hay que tener en cuenta que nada será instantáneo.
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