![«Esta sociedad castiga la dependencia y mucha gente mayor se quita de enmedio»](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202209/28/media/cortadas/76628100--1248x830.jpg)
![«Esta sociedad castiga la dependencia y mucha gente mayor se quita de enmedio»](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/202209/28/media/cortadas/76628100--1248x830.jpg)
Secciones
Servicios
Destacamos
La escritora Aixa de la Cruz (Bilbao, 1988) presentará en la Librería Gil de Santander su última novela, 'Las herederas' (Editorial Alfaguara, 2022), mañana jueves, ... día 29, a partir de las 19 horas. Tras el éxito de su ensayo 'Cambiar de idea' (Caballo de Troya, 2019), por el que obtuviera en 2020 el premio Euskadi de Literatura en castellano, la escritora afincada en Laredo plantea ahora una obra de ficción en la que dos parejas de hermanas, primas entre sí, se reúnen después de que su abuela se haya quitado la vida para decidir el destino de la casa familiar que les ha dejado en herencia.
-«Todo libro, ya sea ficción o ensayo, proviene de una obsesión, de una herida», dijo en Santander este verano. ¿Cuál es la herida de 'Las herederas'?
-La que nos producen las violencias cada vez más tremendas a las que estamos sometidos. Tras la pandemia, regresamos a la casa familiar de mi abuelo, en Olmos de la Picaza, un pequeño pueblo de Burgos. En contacto con la naturaleza afloró un tema que nunca me había interesado: las drogas naturales. Me bajé esa aplicación fantástica que te reconoce las plantas y empecé a tomar conciencia de que allí donde no se había cultivado, en las cunetas, en los cerros, la naturaleza nos regala con cada estación cosas necesarias para supervivencia, como antibióticos, analgésicos o bactericidas. Pero también plantas alucinógenas.
-¿Como la flor de estramonio que aparece en la portada?
-Efectivamente, la que utilizaban las brujas para los aquelarres. Intentaba descubrir por qué la tierra considera tan importante que tengamos esas plantas mágicas que ya utilizaban nuestras ancestras para 'volar', metafóricamente.
-¿Pero necesitamos volar?
-Nos falta un imaginario para inventar mundos posibles. Y la naturaleza con esta plantas nos permite viajar a una dimensión en la que no estemos subjetivados por el capitalismo y podamos repensar la realidad de vuelta.
-¿Eso le ocurre a las cuatro mujeres de su novela?
-Todas están buscando una salida a situaciones invivibles, y la encuentran reimaginando sus circunstancias a través de lo mágico, ligado a la naturaleza.
-Una antigua casa familiar, una abuela suicida, cuatro primas repartiéndose la herencia. Suena a novela gótica, solo faltan los fantasmas...
-Me siento muy a gusto con esa etiqueta; de hecho, fui consciente de los ecos y de la tradición mientras la escribía.
-Ecos que remiten también a Henry James.
-Quería darle la vuelta a ese cliché de 'Una vuelta de tuerca' que consiste en situarnos en una atmósfera en la que parece que hay fantasmas, pero al final descubrimos que el protagonista estaba loco. Y yo quería darle la vuelta: que mis protagonistas parezcan locas, y luego aparezcan sus 'fantasmas', por decirlo de alguna manera.
-Y también habla de 'pensamiento mágico'.
-Sí, como una posibilidad de sanar a través de discursos no normativos, sin entrar en el sistema psiquiátrico.
-Un sistema que, a juzgar por los titulares de las últimas semanas, no le gusta absolutamente nada...
-Estoy un poco desencantada, porque la psiquiatría hegemónica tiene ese riesgo: convertirse en una herramienta de control social. Sobre todo, cuando se construye en torno a parámetros de normalidad o anormalidad, al final es una forma de controlar los comportamientos que no son normativos.
-Sanar con discursos; ¿existe el poder terapéutico de la literatura?
-En mi caso, la verbalización del trauma para sanar funciona. En mi libro anterior, 'Cambiar de idea', la escritura me sirvió de herramienta sanadora.
-Pero hablamos de enfermedades que parece que no existen, porque tratamos de ocultarlas a toda costa.
-Hemos avanzado mucho y las menos llamativas, como la ansiedad o la depresión, se están desestigmatizando, pero con otras persiste el mismo tabú y silenciamiento. Y un nivel de violencia psiquiátrica brutal en los internamientos. Más que sanación, se trata de anulación.
-¿Y qué alternativas hay?
-Hay casos que no requieren de internación y fármacos, sino de una intervención psicosocial política colectiva.
-Apunta en el texto un secreto a voces: el de los mayores que se quitan de enmedio.
-En nuestra visión romantizada del suicidio pensamos en gente joven, pero los datos son abrumadores entre los mayores de sesenta y cinco años. Es un síntoma terrible de cómo esta sociedad castiga cada vez más la dependencia, y mucha gente mayor se quita de enmedio para no ser un estorbo.
-En el periodismo clásico no se informaba sobre suicidios... ¿sería mejor la transparencia?
-Es un tema delicado, pero no creo que ayude silenciarlo. Hace falta una toma de conciencia colectiva.
-En su novela, ¿la familia es refugio o castigo?
-La familia tiene esa ambivalencia: durante la primera crisis económica de este siglo se habló mucho del regreso a casa, de las familias que subsistían con los ingresos de los abuelos. Y descubrimos que cuando las instituciones sociales fallan es lo único que nos queda. Pero a veces sucede que la primera herida nos la han hecho en ese núcleo familiar; son las dos caras de la moneda.
-Este libro supone su salto, y perdone las etiquetas, a la 'ficción pura'. ¿Ha echado de menos la primera persona?
-La verdad es que no. Como profesora de escritura creativa incido mucho en que es importante el juego, divertirse, y esta vez lo he pasado muy bien escribiendo. Si hubiera querido abordar temas como la locura desde lo personal, tal vez habría necesitado muchos personajes, más puntos de vista...; sin embargo, me he dado cuenta de que para los temas realmente complejos la ficción es perfecta, porque te permite muchas más capas de lectura.
-Dicen que de Twitter se está quitando; ¿solamente se mete de vez en cuando?
-No, lo dejé en pandemia, harta de la violencia gratuita. Durante un tiempo fue para mí una plataforma muy importante, con debates interesantes, pero últimamente solo encontraba insultos, ganas de sobrecorregir al otro y mucho odio. Decidí quitarme ese ruido de la cabeza.
-Del mundanal ruido sí que se ha borrado, por el momento... ¿Desde Laredo se escribe mejor?
-Es un punto intermedio entre la ciudad y la aldea, donde cobra más importancia lo comunitario. Un buen lugar para quedarme.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.