En su casa madrileña, acompañado y sin televisión pasa el actor, director y dramaturgo Alberto Iglesias este obligado confinamiento. Con incertidumbre por el futuro que llega «intentando mantener la calma, anteponiendo el cuidado sanitario y tratando de no perder el optimismo». Apenas una semana ... antes de que se decretara el estado de alarma había comenzado a representar en el Teatro Español 'Diálogo del amargo', una obra que se llevaba ensayando desde febrero. Pero como bien dice, « no hay mal que por bien no venga» y aprovecha el confinamiento para escribir.
-No me diga que esta crisis le ha inspirado para una nueva obra.
-No. Estoy escribiendo, sí, he recuperado dos proyectos que tenía algo abandonados por mi trabajo como actor, pero no tienen nada que ver con el coronavirus, ni el confinamiento, ni nada de esto.
«Decepciona escuchar a un ministro de Cultura que no nos representa»
-Si tuviera que hacerlo, ¿sería un drama, teatro del absurdo, un monólogo?
-Es curioso, hará tres o cuatro años tuve un proyecto con Eduardo Velasco que puede coincidir con algunas de las cosas que pasan ahora. Era una especie de Gran Hermano, una obra en la que siete personajes se encerraban en una casa para cumplir con un programa del Gobierno que buscaba una nueva vacuna. Eran los personajes, que representaban un poco el mundo twitter y entre todos tenían que decidir quien se vacunaba y quien no. Para hacerlos estuve meses estudiando pandemias históricas y sus consecuencias, pero se quedó ahí. Ahora me he acordado de ese trabajo, pero es pronto aún para escribir algo sobre todo esto. También podría ser auto sacremental.
-¿Y el argumento?
-Si tuviera que pensar creo que caería en elementos dramáticos y en esos dos miedos que imperan en la sociedad que son la muerte y el capital. No sé. También me parece terrible y algo que podría tratarse en una obra ese horror que están viviendo las personas que pierden un ser querido y que ni siquiera pueden despedirse de él ni acompañarle en el entierro... Supongo que hay muchas historias.
-Acababa de empezar una obra de teatro cuando se cerraron los teatros. ¿Cómo lo vivió?
-Sí. 'El diálogo del amargo' se estrenó el 4 o 5 de marzo y el 12 nos dijeron que no podíamos seguir. La obra está dirigida por Francisco Suárez y llevábamos ensayando desde febrero. Al menos vivimos y disfrutamos la primera y dulce semana del estreno.
-¿Se retomará?
-Creo y confío en la voluntad de los españoles por retomar toda la actividad. A eso me agarro. Tampoco sé en qué quedará el proyecto que tenía con La Machina y las funciones sobre Pereda y Galdós que íbamos a representar, ni la gira que teníamos programada con la obra 'El hombre y el lienzo' que ya pasó por el Fernando Fernán Gómez. Tendremos que ir viendo. El teatro vive un momento difícil y ahora entra en una guerra de guerrillas.
«¿De verdad nos damos cuenta ahora de la importancia de la sanidad?»
-¿Optimista?
-No queda otra, no podemos ni debemos perder el optimismo. Pero es que es una situación muy anómala para todos y para el teatro. Yo, en el fondo, soy afortunado porque aún puedo escribir, es algo que puedo hacer en soledad.
-Mucha gente se da cuenta ahora de que el ser humano es más vulnerable de lo que pensaba. ¿Es uno de ellos?
-Lo que más me sorprende es que mucha gente se de cuenta ahora de lo importante que es la sanidad para un país. ¿De verdad alguien dudaba de que la sanidad es un servicio de primera necesidad? ¿Ahora se dan cuenta? Y lo mismo podríamos decir de todos esos trabajos como los del personal de los supermercados. Mira, de aquí también saldría una buena historia para el teatro. Todo esto me hace recordar a Sócrates que, en un momento dado dijo que cuántas cosas hay que no necesitamos y no sé si como sociedad esto nos va a llevar a algo, pero como individuos seguro que sí. Estamos a un país a falta de reflexión. Estos días estoy huyendo de la televisión, que no tengo en mi casa ,y de todos esos corrillos y frases tipo «el frutero lo sabía».
-¿Aprenderemos algo?
-Volviendo a lo que hablábamos antes de la vulnerabilidad. Está claro que somos una mota de polvo en el universo y que somos hormiguitas. Ojalá esta pandemia mundial nos sirva como un buen tirón de oreja. Igual es una lección que nos brinda la naturaleza. Pero lo cierto es que este tipo de cosas no son nuevas y se vienen repitiendo en la historia, ahí está la gripe española, que causó miles de muertos, o la peste bubónica. La naturaleza es cíclica y hay cosas que se repiten desde el inicio de la humanidad. Tenemos la mala suerte de que una de estas nos ha tocado ahora.
-¿Se imagina cómo se las apañaron en aquellas otras pandemias sin internet y el resto de herramientas tecnológicas?
-En eso hemos tenido más suerte que aquella epidemia de gripe. Tenemos suerte porque tenemos juguetes para nutrirnos y desnutrirnos que de todo hay en la villa de internet. Pero lo más importante es que creo que hemos encajado bien el golpe y que la gente se ha puesto las pilas.
-¿Y cómo encajará ese golpe el mundo del teatro?
-Para el mundo del teatro, como para el resto de la cultura es muy decepcionante escuchar a un ministro decir las cosas que dice el nuestro que desde luego está muy lejos de representarnos. Pero esto viene de lejos. La creación de este país fluye bien pero se tiene que enfrentar cada día a una burocracia que a veces es desesperante incluso inscribirse en el INEM entre un trabajo y otro es diferente para nosotros o hacer la declaración de la renta. En Francia se hace cada cinco años. Parece que la situación de intermitencia laboral que nosotros vivimos no se contempla para nada. Lo vamos a pasar mal y, sobre todo, nos vamos a tener que ayudar los unos a los otros.
-Antonio Banderas ya ha anunciado que aplicará medidas para que el público vuelva a su teatro del Soho Caixaban, entre ellas proporcionará mascarillas a la entrada. ¿Se imagina a los actores con mascarillas sobre el escenario?
-Bueno, la máscara era algo común en el teatro griego, pero que nos la pongamos ahora me parece mucho fabular, la verdad. En cualquier caso si me la tengo que poner, me la pondré claro está. Aunque sinceramente espero que todo esto se resuelva pronto que por fin se consiga esa anhelada vacuna y que se quede todo en un mal sueño.
-¿Qué será lo primero que haga cuando acabe la cuarentena?
-Desplazarme para ver el mar. Lo echo de menos, pero de lo que más ganas tengo es que podamos acercarnos y abrazarnos.
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