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«Increíble e interesantísimo santuario». Son las palabras con las que el arqueólogo e historiador, el erudito Joaquín González Echegaray defínía a la ermita de San Juan de Socueva. En un prólogo escrito en 1994 subrayaba cómo «desde que fuera 'descubierta' ahora hace un ... siglo, no ha sido objeto del debido aprecio y del cuidado necesario por parte de las autoridades y de las entidades culturales de la región». Más aún, su situación a finales del XX «es peor que antes de su identificación científica, pues el abandono del culto en la ermita ha permitido su deterioro y el de todo el entorno».
Bajo la coordinación editorial y autoría de Mariano Serna Gancedo y Virgilio Fernández Acebo, la obra colectiva bajo el epígrafe 'La iglesia rupestre de San Juan de Socueva (Arredondo). Prospecciones, dataciones y estudios de un remoto templo visigótico activo en tiempos de Beato', se presenta este miércoles en el Ateneo de Santander. Un renovado estudio que en su momento tuvo como coordinadores a González Echegaray y Ramón Bohigas, Ignacio Castanedo, Fernando Vega Gómez, Silvia Carnicero, Antonio Bustamante Camus, Antxoka Martínez Velasco, Susana de Luis Mariño, Jesús Ruiz Cobo, Emilio Muñoz, Peter Smith, Francisco Gutiérrez Díaz, Patrick Degouve y Guy Simonnot.
En la presentación del libro participarán Mariano Serna, presidente de la Federación Acanto y alguno de los coautores. Su diseño gráfico es fruto de Antonio Bustamante, quien ha manejado como referencias y recursos gráficos los beatos más antiguos conocidos y, por tanto, más próximos a la época de fundación de la ermita. La iglesia rupestre de San Juan de Socueva, en palabras de Echegaray, es un «eremitorio rupestre, de origen altomedieval, rehabilitado para el culto coincidiendo con la proliferación demográfica local de la segunda mitad del siglo XIX». Adosada a un sistema cavernario del karst calizo del Alto Asón, está bajo la advocación de San Juan Bautista -un santo propio de las primeras cristianizaciones de la comarca. En 1985 recibió la declaración de Bien de Interés Cultural y estuvo en la Lista roja de patrimonio en peligro de Hispania Nostra. La estructura presenta planta rectangular y se remata en la cabecera con un ábside semicircular. Dentro del ábside se situó el altar, «compuesto por un sencillo tablero de piedra, sujetado por un pilar troncopiramidal, cuya ubicación original es desconocida. En él se alberga una pequeña caja de reliquias».
El libro, estructurado en una decena de aportaciones, se ha elaborado entre el inicio de 2017 y el presente, fruto conjunto de la Asociación Cántabra para la Defensa del Patrimonio Subterráneo y la Federación Acanto, de la que la primera es miembro fundador, y gracias a la ayuda económica del Gobierno de Cantabria. Sin embargo, el proyecto de reedición de la pequeña pero ya clásica publicación de 1994, la única monografía sobre San Juan existente hasta la fecha, y que ha adquirido carácter de rareza bibliográfica, arrancó mucho más atrás, «en las reuniones celebradas a lo largo del segundo lustro de la primera década de los años 2000 en la sede del Institute of Prehistoric Investigations (IPI) en Santander», donde ejercía como anfitrión Echegaray, y donde se gestaron en gran parte otros títulos editados por Acanto como 'Castros y castra en Cantabria' o 'Después de Altamira'. En ese periodo se planteó la necesidad «tanto de poner al día el conocimiento sobre ese lugar para nosotros emblemático, como de poner fin a muchas décadas de incuria institucional, que habían ido poco a poco en detrimento de la ya de por sí, escasa solidez del monumento en su área más expuesta».
Ambos aspectos fueron puestos de relieve y analizados en la anterior obra de 1994. La edición ha mantenido ahora el «inspirado prólogo» de Echegaray y como testimonio de Bohigas, el rescate una charla impartida en Socueva en 2017, con el fin de llamar la atención sobre el estado del monumento, desde Acanto, apoyada por el Grupo Alceda. Ahora que algún aspecto del misterio que envolvía sus orígenes ha sido por fin desvelado, los editores de la publicación pretenden «seguir intentando lograr la dignificación -que es ya casi un desagravio- de este singular lugar como el monumento de primer orden que es».
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