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Una revisión sobre la forma de exhibir e interpretar la documentación fotográfica y, sobre todo, una reflexión sobre nuestros propios archivos. Y tras este fundamento las preguntas: «Qué conservamos y qué desechamos, qué escondemos y qué revelamos, cómo construimos e inventamos nuestra propia historia, cómo queremos que nos recuerden y qué dejamos a los que nos suceden». Sobre este territorio de identidades e incertidumbres se sustenta 'Álbum de salón y alcoba'. La instalación de David Trullo se concibió a partir de una colección olvidada que contenía fotografías públicas, o de salón, y escenas privadas, o de alcoba, de una pareja en los años 20 y 30 del siglo pasado.
Una propuesta que surge del resultado de «abrir una cápsula del tiempo inadvertida y ponerla en contexto con las piezas del museo y de otras colecciones privadas para explorar los límites de la intimidad, llevando al espectador a sobrepasarlos». Está integrada por una curiosa miscelánea de imágenes entre lo público y lo privado, en la que el artista visual descubre esa cápsula que el tiempo «ha conservado para ser releída desde la actualidad». El Museo Nacional de Artes Decorativas se sumó este año al Festival PHotoEspaña 2024 con esta instalación configurada por un recorrido que incluye desde positivos fotográficos de Kaulak, hasta retratos de Sara Montiel, Conchita Piquer o el cantante de copla queer Miguel de Molina. Tras su éxito, hasta enero de 2025 puede visitarse en Madrid.
Además de poner en contexto ese «tesoro redescubierto» de la colección, en ese diálogo de salón y alcoba la iniciativa constituye, en sí misma, un álbum que recoge «la intimidad y la vida pública de las décadas de 1920 y 1930, combinando fotografías y documentación de lo más variopintas, con elementos de la cotidianidad de su tiempo». Cuenta con piezas y archivos de varias colecciones privadas, de los Museos Sorolla, Pueblo d'Asturies, Nacional del Teatro de Almagro, la Asociación para la Enseñanza de la Mujer-Fundación Fernando de Castro o del Museo de Historia de Madrid, entre otros.
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Entre 'el salón' y 'la alcoba' se traza un recorrido que va desde la conservación de los álbumes íntimos –entre los que destaca un Kaulak–, pasando por los primeros avances de la fotografía para aficionados, hasta llegar a la 'fotografía galante', más o menos erótica, y a otros géneros de la cultura popular que incluyen entre sus protagonistas a «Tórtola Valencia, Sara Montiel, Conchita Piquer o Miguel de Molina».
Tras la esencia de 'Álbum de salón y alcoba' asoma una reflexión: «La fotografía miente y nos engaña. Lo que la cámara enseña de nosotros está escenificado, ya sea por nuestra parte o por el ojo de quien construye las imágenes». Lo que comúnmente llamamos 'archivo fotográfico' no es sino «una recopilación fragmentada y transformada a lo largo de los años, con la que se construye una memoria, una narración». Las cámaras y los procesos se simplifican y la fotografía se va convirtiendo en un accesorio imprescindible para cualquier ocasión, y no sólo para los aficionados, incluyendo a la mirada femenina: la Kodak Petite de 1926 se promocionó como cámara 'para las chicas listas y modernas'. El planteamiento de la propuesta de PhotoEspaña se configura a través de una iconografía muy particular: de las primeras fotografías pornográficas al travestismo de salón, entre el cabaret, el salón que encubría prostitución, y la picardía. En realidad, la instalación de Trullo tuvo su origen en la donación de un baúl en depósito bancario, ni reclamado ni abierto en cien años, al propio Museo de Artes Decorativas. Su contenido lo integraban objetos, joyas, mantones, objetos de tocador, fotos y documentos de familia y un retrato enmarcado, «presumiblemente de los propietarios del baúl, una pareja de la alta burguesía madrileña». Tras el marco asomaron fotografías de la privacidad de su alcoba, imágenes 'galantes', como se llamaban en la época anterior a la pornografía. Un género fotográfico común que se anunciaba en los periódicos, cuya difusión era lícita. Sí se perseguía, en cambio, su producción aunque se podía importar material de varios países europeos. Trullo recurre a la escenificación a resaltsar la iconografía y la estética. Decoración, objetos, fotos de desnudos del citado Kaulak, el alias de Antonio Cánovas, el fotógrafo de estudio más famoso de la época, retratista del rey, con las figuras de Antonio de Hoyos y Vinet, José Zamora o Álvaro Retana, el 'novelista más guapo del mundo, figurinista y autor de canciones como la mítica 'Las tardes del Ritz'.
En el periodo que abarca el contenido de esta cita expositiva Madrid se reinventa y es tan cosmopolita como las demás ciudades europeas, aunque son las élites burguesa y aristocrática las que verdaderamente lo disfrutan. Afloraba, además, «un sorprendente y variopinto ambiente sexual, sumado a nuevas formas de entender los cuerpos, las identidades y las relaciones que se reflejaba en publicaciones, en la publicidad, y en la fotografía».
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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