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«…además / qué deliciosa imagen / alumbró la inteligencia artificial: / una cebolla / infinita / como representación del / absurdo palimpsesto / de capas / estéticas / que habitamos mediante el lenguaje». Estos versos del poema «[aclaración protocolaria-la cebolla infinita y el algoritmo travieso]» nos proporcionan pistas no solo sobre la procedencia del estrambótico título del libro sino sobre el proceso de gestación de los poemas, poemas en los que el sesgo irónico determina su lectura. Javier Adrada de la Torre (Madrid, 1996) ha publicado las novelas 'Un mundo en blanco y negro' (2011), 'La aurora de los girasoles' (2014) y 'Espejismo de un dios' (2017), así como el ensayo 'Luis Cernuda y Friedrich Hölderlin: Traducción, poesía y representación' (2021). En el ámbito poético, antes de 'Ensayo sobre una cebolla infinita' ha publicado 'Lágrimas en verso' (2011) y 'Gasolineras' (2024).
La inauguración de un zoológico, «el paradigma alternativo de la vida», es el punto de partida de una travesía circular que finaliza en el mismo punto, pero cien años después, cuando se conmemora el centenario de su apertura: «Las verjas están recién pintadas / como cárceles ... de lujo / y en cada jardín hay pétalos / diferentes / hace 100 años / se estrenó esta nueva forma / de vida / el reino de lo artificial». Entre estos dos acontecimientos, la tragicomedia de la individualidad en la que un espectador asiste a la dispersión de las formas en un vacío que las elude: «para elogiar el vacío / es preciso primero contemplar / su contorno / la forma invisible que lo delimita». En el resto de los poemas se interpretan diferentes secuencias y en todas ellas se rastrea un contenido simbólico de tal forma que los versos enlazan descripción tras descripción, más como si se tratara de un experimento social y biológico que de un ensayo lírico, presente este, sin embargo, en el «[haiku sinfónico_mímesis del cautivo»]. En este proceso no pueden faltar los versos conclusivos que, de modo sentencioso, resumen la idea: «no se contempla la / realidad / se crea / realidad al contemplarla». Los animales encerrados en el zoo son objeto de esos experimentos –en absoluto inocuos, pese a la apariencia y el propósito de algunos de ellos–― que mencionamos más arriba, como los seis macacos a los que se les facilita una máquina de escribir para comprobar si son capaces de romper la barrera que los separa de los humanos: «con aquel instrumento los dioses / construían el cosmos de los símbolos / el fantástico mimbre de todas / las realidades / posibles». El ejercicio de la escritura, del uso de la palabra como medio de comunicación es prerrogativa del ser humano, pero la ciencia intenta desvelar ese misterio. Los macacos «apenas alcanzaron a escribir / una caótica ráfaga de consonantes / antes de que cayera la torre de babel».
Titulo Ensayo sobre una ceboya infinita
Autor Javier Adrada de la Torre. Premio de poesía Emilio Prados
Editorial Pretextos. Centro Cultural de la Generación del 27.
Precio 40 euros
Pero no todo tiene tintes trágicos en este libro en que se habla también de la muerte del autor. Con ironía, Javier Adrada de la Torre, propone al lector un juego para que elabore su propio poema ―–una octava–― y a modo de un ejercicio de estilo facilita los pasos a seguir y deja una página en blanco para trascribirlo no sin antes advertir que «el poema se parecerá a usted», es decir, a quien lo escriba. Siguiendo con el sesgo irónico, la condición de poeta moderno –aquí no viene mal el adjetivo «modelno» lorquiano–―es motivo de escarnio. Un poeta que se eleva por encima del resto de la grey, que se considera puro, no corrompido por el éxito y el dinero: «triunfar en esta sociedad sería / una suerte de derrota / se dice a sí mismo de camino / a su entrenamiento semanal de esgrima antigua / tu destino es diferente / tú eres el último poeta puro».
La lógica de los acontecimientos le conduce a un extravío de la conciencia. Se ha convertido, más que en un poeta, en un símbolo, en un modelo de conducta: «las generaciones futuras lo estaban observando / desde los siglos venideros / porque él ya no era un hombre / sino materia histórica / pasado / inmortal / el recuerdo / del último poeta solemne». Otros poemas abundan en el componente irónico, como el que da cuenta del fallo del jurado en un premio, pero en el fondo asistimos a una acerada crítica a la tecnificación de la sociedad actual, al uso indiscriminado de la inteligencia artificial, capaz entre infinitas posibilidades, de escribir un poema excelente porque «el valor de un texto radica en su contexto / cualquier conjunto de signos / puede devenir obra maestra si es resignificado majestuosamente». Ya no es necesario entonces componer mentalmente un poema y memorizarlo y esperar a que el pensamiento lo organice para dar cuenta de una emoción importante en tu vida. No tardará la inteligencia artificial de suplantar hasta los sentimientos. 'Ensayo sobre una cebolla infinita' plantea, a través de efectos acumulativos, este y otras cuestiones de similar índole y aunque probablemente esté muy lejos de la intención del autor la intención moralizante, no está de más que reflexionemos sobre ello.
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