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Imagen de la costa de Santillana del Mar. DM
Los asturianos julianenses
Episodios regionales

Los asturianos julianenses

La emergencia medieval de las 'Asturias de Santillana' en la mitad occidental de Cantabria se convirtió en un fenómeno de muy larga duración y afectó por ello a la recuperación de la referencia geográfica clásica

Viernes, 13 de diciembre 2024, 07:36

Una de las causas más importantes de la tardanza en recobrar el nombre de Cantabria para buena parte de los territorios que en la antigüedad y hasta la invasión musulmana de 711 se acogieron bajo ese corónimo reside en que, de los siglos XI al XVIII, la mitad occidental de nuestra actual región se denominaba insistentemente 'Asturias de Santillana'. Y fueron muchos siglos, casi tantos como los que median entre la fecha de este diario y el fuero que Alfonso VIII otorgó a Santillana del Mar en 1209.

Y puesto que los valles de aquellos asturianos 'julianenses' fueron, por paradoja histórica, los que demandaron en 1778 en Puente San Miguel formar una provincia llamada 'Cantabria', parece que debemos fijarnos un poco más de cerca en este episodio regional de tan larga duración: la 'asturianidad' del antiguo oeste cántabro y su conexión con la abadía de Santillana.

Ya señaló el medievalista José Ángel García de Cortázar que, al desvanecerse y/o desplazarse el corónimo Cantabria tras la conquista islámica y el inicio de la Reconquista, fueron emergiendo sobre el antiguo espacio nombres de distritos más pequeños: Liébana, Trasmiera, Asturias de Santillana, y después Campoo y Valderredible. 'Asturias de Santillana' no parece estar documentada más atrás del siglo XI, mas como hay que pensar que no nació de golpe, seguramente este apelativo ya sería más o menos aceptable en el siglo X. Pero acaso no antes del reinado de Alfonso III, a caballo del IX y el X, aunque tampoco haríamos de esto un axioma.

Cuando reflexionamos sobre las condiciones de posibilidad de tal cosa como unas 'Asturias de Santillana', parece inevitable señalar tres de ellas. Primera: si se llama 'Asturias' es porque ya nadie lo considera 'Cantabria': esta sería otro ente distinto o subsumido totalmente. Segunda: tiene que ver con la propia conciencia de 'Asturias' en la geografía política altomedieval, pues las referencias más tempranas al 'Asturorum regnum' son de finales del IX. Posiblemente una mejor definición de 'Asturias' se produjo al pasar el protagonismo a la meseta, es decir, la capitalidad regia de León y el surgimiento del activo condado, luego reino, de Castilla. El testamento de Alfonso III legó a un hijo Galicia, a otro la línea mesetaria León-Castilla-Álava y a un tercero, Fruela, Asturias propiamente dicha. Es claro que aquí se obró un distingo político-administrativo, y algo tendría que ver el obispado de Oviedo. Hay un perfil por contraste: el norte de la cordillera, poder originario, se vuelve ahora secundario frente a la cuenca del Duero, donde se corta el bacalao de la Reconquista.

El lapso astur-julianense duró casi tanto como los siglos que median entre la fecha de este diario y el fuero que Alfonso VIII de Castilla otorgó a Santillana del Mar

Pero precisamente aquí tenemos una tercera condición: que 'Santillana' posea enjundia simbólica bastante como para oponerse simétricamente a 'Oviedo' en la bipartición de las Asturias geográficas. Posiblemente el desarrollo del monasterio y su influencia espiritual y social necesitó bastante tiempo antes de ser indiscutible. Hay algunas importantes donaciones de condes castellanos a Santa Juliana en la segunda mitad del siglo X. Fernando I y doña Sancha le concedieron una carta de inmunidad a mediados del XI, lo que afianzó el señorío del abad. Seguramente la concesión del fuero por Alfonso VIII en 1209 fue el reconocimiento definitivo de su importancia para Castilla. Y es que esas 'Asturias de Santillana', que nunca incluyeron a Liébana, no eran astur-leonesas, sino astur-castellanas. Su límite por occidente con las Asturias ovetenses era también la frontera entre los reinos castellano y leonés (el Deva era al norte lo mismo que el Pisuerga al sur). Por eso en 1210 Alfonso VIII otorga a San Vicente de la Barquera el fuero con toda la intención, como antes había dado un fuero a Castro-Urdiales frente a los navarros. Había que mover la economía litoral y mantener a raya a los reinos colaterales.

Estas Asturias sobre el viejo solar cántabro se convirtieron en merindad menor documentada en el siglo XIII: un distrito más reducido que otras grandes divisiones castellanas, como merindades mayores o adelantamientos. En lo que hoy es Cantabria hubo otras merindades menores, como Vecio (entre el Asón y el Cadagua), Trasmiera, Campoo y Liébana. Las Asturias julianenses alcanzaban, pues, por el este hasta el actual Santander y el litoral occidental de su bahía, y por el oeste llegarán a incluir las Peñamelleras y Ribadedeva, limitando al sur con la cordillera y otras merindades.

Tras una etapa de gran esplendor, activada por este fuero alfonsino, el poder de la abadía de Santillana fue decayendo y empezaron a destacar los aristócratas. Frente a las concesiones de Juan II a Íñigo López de Mendoza, primer marqués de Santillana y que dará lugar en la generación siguiente al poderoso Duque del Infantado, los valles julianenses se rebotan y, agobiados por la violencia y abusos nobiliarios, emprenden unas acciones jurídicas que conocemos como el Pleito de los Valles. Se prolongan durante un siglo y acaban logrando a finales del siglo XVI, reinando ya Felipe II, el retorno a la dependencia del monarca y librándose, gran parte de ellos, del señorío del noble de turno.

De ahí surge la necesidad de organizar una suerte de 'Provincia de los Nueve Valles' de las Asturias de Santillana, algo que se va desplegando con poco ritmo entre finales del XVI, todo el XVII (con unas ordenanzas de Felipe IV en 1630) y primera mitad del XVIII. Fueron épocas difíciles de epidemias, guerras y crisis económicas, y también, digámoslo todo, es más fácil unirse para reconquistar una libertad que para ejercerla. En el fondo, las Asturias de Santillana no podían equivaler a toda Cantabria, cuyo nombre invocaban.

Finalmente, el ascenso de Santander como diócesis, ciudad y consulado con capacidad de comercio colonial fue el catalizador del territorio: condujo a la creación de una provincia marítima y después de una provincia constitucional, en un lapso de poco más de veinte años, entre 1799 y 1822. En este último, entre la desatendida petición de 'Cantabria' (como en vano se pidieron 'Asturias' y 'La Rioja') y el establecimiento de 'Santander', la nueva provincia liberal jubiló a toda jurisdicción anterior, faena rematada por Javier de Burgos en 1833. Será un guiño de la historia que en 1891 el conservador Francisco Silvela, en su propuesta de mapa regional, apueste por crear una 'Asturias', capital Oviedo, formada por tres provincias: Oviedo, Gijón y Santander. De las Asturias de Santillana hubiéramos pasado a las Cantabrias de Oviedo.

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