Aterradora, oscura y brutal belleza

Acogedor y amenazante, el río Scioto serpentea en torno a Chillicothe, una ciudad industrial en el centro de Ohio. Cuando las hojas caen en otoño y dibujan un círculo sobre el agua, los lugareños lo llaman el Ojo de Dios, pero asomarse a su centro es ver el infierno. La memoria del río es la única que permanece y en sus recuerdos flotan los cuerpos de seis mujeres. Las Seis de Chillicothe.

A ellas y solo a ellas les rinde homenaje Tiffany McDaniel con 'En el lado salvaje' (Hoja de Lata, 2024, con traducción de Ignacio Gómez Calvo). Creadora impetuosa, la escritora, natural del estado que forma parte del Cinturón del Óxido (1985), se consagra con esta tercera novela, en la que ahonda en un estilo crudo, cruel y de profunda belleza, sostenida en los detalles que refulgen entre vidas de sombras. Vidas reales tamizadas por el filtro del relato.

Entre 2014 y 2015, seis mujeres desaparecieron en Chillicothe. Charlotte, Wanda, Tameka, Shasta, Timberly y Tiffany. Cuatro de ellas aparecieron muertas. Dos siguen desaparecidas. Todas ellas adictas, algunas madres, otras prostitutas, fuera de un sistema cuyo sueño americano no alcanza a los excluidos. La literatura sí.

McDaniel siembra un jardín de ilusiones cercenadas con la meta de enseñar las costuras de la sociedad capitalista por excelencia. Y en las costuras se sostiene, precisamente, la resistencia sumisa de las protagonistas. Arc y Daffy Doggs, hermanas mellizas de pelo «color fuego», como las brujas de su familia que las precedieron, y mirada heterocrómica, un ojo azul y otro verde. Un padre muerto por la adicción, una madre, Addy, depresiva que convive con su tía Clover, ambas habitantes de un universo ausente definido por la heroína, la suciedad y el abandono, con su abuela, Milkweed, como único y breve faro de normalidad. Con la aguja como destino ineludible, «que cerraría la puerta a todas las cosas que me habían hecho daño», víctimas de abusos de niñas y con la prostitución como herramienta adulta, huyen hacia la Montaña Encantada, al borde del río y en un coche abandonado imaginan que viajan hacia el futuro que nunca tendrán. Lo hacen acompañadas de Sage Nell y su primer año de filosofía. De Thursday, que se corta la ropa y colecciona cuentas de colores. Índigo, casi capaz de salvarse y Violet, que perdió la custodia de su hija Grassy y sueña con montar una pastelería entre recaídas. Todas flacas, enfermas, rotas, golpeadas, vejadas. E intentando ver el lado bonito, como les enseñó la abuela; cada puntada tiene un lado hermoso y un envés lleno de nudos que hay que tejer para ocultar ese lado salvaje que destruye. «La sobriedad solo es un escondite mejor para los minutos del día, el color del cielo, la respuesta a la pregunta ¿quién soy?». Nadie que importe.

McDaniel no descubre al autor o autores de los crímenes que desataron el temor a la existencia de un asesino en serie en un caso que nunca llegó a resolverse, precisamente porque sus víctimas no importaban lo suficiente. Es en ellas, sus sueños y aspiraciones, sus miedos y métodos de supervivencia en los que basa la historia a lo largo de 520 páginas.

«Cuando una mujer desaparece, ¿cómo se la recuerda?», se pregunta. Castigando al olvido con palabras certeras. El llamado género grit lit, country noir o gótico sureño se alimenta en el sur de Estados Unidos, con historias sin poesía cuyos protagonistas son personajes tan marginales como reales. Pobreza, ignorancia, violencia, radicalización. Familias numerosas y desestructuradas, con niños que aprenden antes a disparar que a leer. Sangre, barro, comida basura, alcohol barato, incesto y biblias gastadas. ¿Qué lleva al lector a sumergirse en ese poco atractivo marco? La destreza de las plumas que manejan el estilo.

Nombres como Cormac McCarthy, Daniel Woodrell, Bonnie Jo Campbell, Jim Thompson, Tawni O'Dell o, en nuestro país, Fernando Navarro, Javier Díaz Carmona, Marta de Riego o Jon Bilbao, entre otros–. Y, por extensión, la de las editoriales que apuestan por darles voz en español. En el caso de McDaniel, sus tres novelas vienen de la mano de la gijonesa Hoja de Lata, el proyecto personal de Daniel Álvarez Prendes y Laura Sandoval, consolidado tras doce años de andadura.

Celebraron su primera década lanzando 'Los 10 de los 10', con la selección de los libros que han marcado su trayectoria. Entre ellos, 'Betty' (2022) en el que Tiffany ficciona –pero no demasiado– la vida de su madre, hija de Landon, cheroqui que «soñó con vivir en un copo de nieve», y Alka, su madre, que como toda Carpenter «no puede permitirse una corona y un trono». Como en un juego de pistas, McDaniel cierra el volumen con la aparición del abogado Autopsy Bliss, cuya invitación al diablo para conocer su pueblo, Breathed, da origen a 'El verano que lo derritió todo' (2023), su primer libro publicado en España, también ambientado en Ohio.

Entre las páginas de 'En el lado salvaje', los rasgos de las desaparecidas van dibujándose trazo a trazo, hasta formar una única mujer y las arañas de tinta recorren los párrafos, haciendo que el lector quiera alejarse de sus negras patas, pero quedando atrapado por la venenosa tela de seda que ha tejido McDaniel.

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