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La capacidad de resistir

La capacidad de resistir

Poesía ·

En 'El último de nuestros tíos', Linda Pastan disecciona la herida que queda tras la pérdida de un ser querido, haciendo inventario de cuanto el tiempo arrastra a su paso y de los fantasmas que habitan nuestro vacío

Viernes, 1 de noviembre 2024, 21:03

Pese a ser una poeta de amplia obra –más de quince títulos–― y de haber recibido en su país alguno de los reconocimientos más importantes, como el Premio Ruth Lilly, Linda Pastan (1932-2023) apenas ha sido traducida al español. Si mis datos son exactos, en nuestro país antes de 'El último de nuestros tíos', solo disponemos de una antología, por otra parte, bastante reducida, de su obra, 'Esperando mi vida', cuyos poemas han sido traducidos por Rosa Lentini y Jonio González.

La edición bilingüe que ahora tenemos en nuestras manos intenta corregir dicha anomalía. Rafael Mellado Jurado y Juan Manuel Romero nos acercan a uno de los libros fundamentales en la trayectoria de Pastan, publicado originalmente en 2002, es decir, cuando la poeta percibía ya ... la vejez como algo con lo que podría encontrarse a la vuelta de la esquina, por eso el envejecimiento y el deterioro físico inherente ―–«Las pastillas que tomo para atrasar la muerte / me están matando», escribe en el primer poema del libro con una mezcla de humor negro y resignación–, la presencia fantasmal de la muerte –―«Esto no es vida, piensas, / aunque es mejor, sin duda, que la muerte, / un lugar de descanso / entre materia y energía»―–, la permanencia del amor marital a través de los años ―–«… si cuarenta años / han hecho de nosotros / una sola carne, / tu pluma reconocerá mi mano, / como mi mano conoce el tacto de la tuya / en un oscuro cine, en todos / los lugares oscuros»–― o la pérdida de seres queridos son temas recurrentes en su poesía, una poesía construida a partir de anécdotas cotidianas –unas alegres, otras dolorosas, en definitiva, lo que ella llamó «desgarrados pedazos de historia»–― que logra trascender para ensayar a partir de ellas una suerte de ideario moral y naturalista con el que marcar las pautas de su pensamiento y, por ende, de su conducta. Las escenas domésticas, descritas de forma aséptica encierran, sin embargo, una profunda reflexión sobre el paso del tiempo, sobre el itinerario circular de la existencia, pero en ellas no se limita solo a una descripción más o menos minuciosa porque sabiamente desplaza el centro de interés hacia el pasado, sea este de asunto mitológico, histórico ―–«la historia, ¿no es la imaginación / de algunos descendientes, hecha de carne y hueso?»–―, literario o artístico. Es aquí en donde encuentra las referencias que le ayudan a descontextualizar su propia intimidad, como ocurre en el poema 'Obtenemos lo que deseamos por nuestra cuenta y riesgo'.

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