Capote. Un sitio para desaparecer

«Una ruta pretendidamente real basada en una novela de ficción que cuenta parte de la vida de un escritor que se enorgullecía de haber inventado la novela de no ficción. Pues fantástico». Este fragmento, que asoma casi a mitad del libro, define desde el propio juego periodístico y literario la identidad de una historia de historias. Leila Guerriero persigue un fantasma. En realidad son muchos: el del mito Truman Capote, el del nuevo periodismo, el de los espejismos y rumores y el del propio oficio de narrar y, por ende, el de escribir sobre la realidad y su mutación en relato. Tras 'La llamada', su lúcida disección y retrato de una víctima de la dictadura argentina, Guerriero sigue los pasos del autor de 'A sangre fría' en la Costa Brava donde escribió una parte de su célebre obra emblemática e influyente. En apenas 140 páginas –las que van de «Por intentar un comienzo, podría ser este» a la palabra «final»– la autora de 'Plano americano' vuelve a asfaltar un terreno complejo, mezcla de géneros y de miradas, para mostrar con sencillez y transparencia una escritura que indaga e investiga, en una vuelta de tuerca que se funde y distancia a la vez del objetivo. El fruto es 'La dificultad del fantasma' (Cuadernos Anagrama), un breve pero intenso y preciso itinerario de rastros, pistas, memoria e instinto que, en su construcción de caleidocospio, revela reflexiones, descubre nuevas rutas sobre el terreno, personales y ajenas, en un juego nada frívolo sobre presencias y ausencias. «No siempre sucede, pero hay instantes en los que las historias empiezan a transformarse en otra cosa, en los que un periodista debe deponer las ideas que tenía acerca de aquello que iba a contar, admitir que ha perdido el control y cambiar de rumbo». Libros, el de Capote y el suyo. Y vidas, la del escritor, la de los hombres/criaturas de 'A sangre fría', las de la realidad y las de la ficción, y la de Guerriero y la no ficción, tejen, desbrozan y se entrelazan en una obra que es también cuaderno de campo y mirada sobre los límites y perspectivas del hecho de narrar. La piedra filosofal de 'La dificultad del fantasma' reside en su juego de máscaras, en su rompecabezas, en ese mundo perfecto donde confluyen «un sitio para desaparecer», o un no lugar sin información, el de Capote y su paso por Palamós; la estancia de la propia escritora en su reconstrucción de lo que es real, leyenda y manipulación, y esa ruta física, rigurosamente pegada al terreno e imaginativa que la autora de 'Zona de obras' traza como un mapa de retirada en el que buscar el último hallazgo de la escritura.

Truman Capote estuvo en la Costa Brava durante los seis meses de primavera y verano de 1960 a 1963, sumando un total de 18 a la espera de que ejecutaran a los dos asesinos protagonistas de 'A sangre fría' y de poder acabar su historia.

«Pienso -escribe Guerriero sobre Capote– en su fuerza de voluntad, en la hondura de su determinación, en todos esos años durante los que tuvo que sostener dentro de sí las cargas implacables del afecto que sentía por esos hombres y, a la vez, el intenso deseo de que los mataran. ¿Es posible que haya ignorado que la paradoja sobre la que estaba sostenido el libro podría aniquilación? ¿O lo sabía y marchó, aún sabiéndolo, hacia el desastre?».

El estilo de origen y el del destino. Y una sucesión de tiempos solapados entre la inspiración de Capote y la necesidad de contar de la autora: «Todas las historias tienen un comienzo».

Periodismo narrativo vibrante y lúcido. Leila Guerriero se hace eco de una notas tomadas por Capote: «La felicidad deja muy tenues huellas; son los días negros los que están prolijamente documentados».

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