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Con la luz y la palabra

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Poesía ·

Rubén Martín Díaz alude en 'Lírica industrial' a distintas experiencias existenciales de carácter reflexivo

Sábado, 24 de febrero 2024, 07:46

Las dos citas que encabezan el libro, una de Guy Delisle y otra de Juan de la Cruz son un buen ejemplo del contraste entre el tema de los poemas y su formulación lírica. El propio título, muy cercano al oxímoron, 'Lírica industrial', nos da numerosas pistas al respecto. La primera sección, 'Los trabajos y los días', ―la referencia a Hesíodo, aunque no se le mencione, es evidente por el título, pero donde Martín Díaz ensalza las bondades del ocio, el griego hace lo propio con el trabajo ―: «Y así los días, de un trabajo a otro, / como piedra arrojada en el abismo. // ¿Y para qué la vida? ¿Para qué?». Solo la palabra, la escritura, parece cauterizar las heridas de una vida monótona, regida por un estricto horario laboral, el del turno de noche: «Contemplo el horizonte de mis días / en las cosas de siempre…», escribe en el poema 'Trayecto'. Pero no solo lamenta esa rutina, sino las condiciones del propio trabajo, y lo hace con un lenguaje directo, casi informativo ―a pesar de las evidentes sinestesias―: «El ruido de las máquinas / no deja oír la luz ni contemplar / el silencio del bosque; / todo lo que no está, pero es presencia / en la escucha intuitiva del poeta». Con esa escucha interior alimentaba la creación de sus poemas José Hierro durante el tiempo en el que trabajó en una fábrica de caucho. El ruido infernal le impuso la costumbre de memorizar sus poemas, lo que contribuyó a acentuar su musicalidad, algo similar parece decirnos Rubén Martín cuando se escribe: «Escribirlo callado, / sin letras y sin voz. / Escribirlo sin voz, pero que cante, / que nunca deje de cantar» o mejor en estos otros versos del poema «El lugar del poeta»: «A veces reflexiono, / trabajo de memoria / mis poemas, / y comparto el silencio / de las máquinas / mientras hago labores / programadas».

'Polígono industrial', la segunda sección, comienza con el poema 'Polígono industrial', en el que se produce una transformación sensitiva. El polígono se percibe como una parte más de esa naturaleza anhelada, una naturaleza que absorbe y dignifica el artificio creado por el ser humano, ... aunque en él se elabore productos mortíferos: «… al lado del gorrión, / bajo el canto afinado de su gozo, / descansan en palés / no menos de doscientos sacos blancos / de un veneno letal como la horca».

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