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El misterio de buscar en una ciudad otra ciudad

El misterio de buscar en una ciudad otra ciudad

Poesía ·

Pocas veces resulta más evidente el poder catártico de la escritura como en esta obra de Sesi García

Viernes, 9 de febrero 2024, 22:34

Una omnipresente sensación de extrañamiento– de «impresión de destierro», como escribió Cernuda–― articula la mayoría de los poemas de este libro, sensación que ya percibimos desde el primer poema, 'El extranjero', en el que Sesi García (San Sebastián de los Reyes, 1992), menciona ya Periferia, ... nombre con el que designa su particular «región», su lugar de residencia ―–lo veremos con mayor precisión en la sección del libro a ella dedicada–― desde el que rememora su juventud con nostalgia: «Parece que la juventud / descubre sus momentos cuando ya / está hecha la distancia», es decir, cuando ya se ha dejado atrás (en el caso que nos ocupa, no hace demasiado tiempo). A partir de aquí, el poeta comienza a describir tanto físicamente como a través de las impresiones subjetivas que le produce, en un contraste evidente con la ciudad natal, la ciudad que ahora le acoge, como expresa claramente el título del libro: «Y qué tremenda es esta ciudad, y miro hacia la noche, / aunque apenas se noten las luces de los cerros». El asombro, cuando no la inquietud, que le produce lo que observa, como sucede en el poema 'Las nubes': «Yo nunca he visto nubes como las de este valle: / mitológicas, imposibles, / superpuestas y con rubor. / Nubes tremendas que espantan la grandeza; / montañosas, rocosas, / igual que un mundo para los volcanes». El giño cervantino es evidente, así como alguna otra alusión oculta tras un juego de palabras. García simultanea la descripción de esa especie de lucha interior entre su pasado y su presente con reflexiones sobre su oficio, la literatura ( y sobre su vocación, la poética), al fin y al cabo, «culpable» de la mudanza, así lo vemos en poemas como 'Academia', 'La formación literaria' o 'El poema', del que rescatamos estos versos: «Pienso de escribir sin realidad / […] / Pienso en aquello que emociona / con rigor, que se queda entero tras la sorpresa. / […] / Pienso en torno al poema, que es texto siempre, / y en el poema cuando bulle, cuando no es otra cosa». Las tres ciudades que se menciona en este itinerario vital ―–Madrid, México y Periferia–― componen un universo personal en el que solapan impresiones y recuerdos. En la segunda sección del libro, 'El día', organizada según las horas canónicas de la liturgia cristiana, recorre desde el amanecer –maitines–― hasta la entrada ya noche –completas–― el acoplamiento a este nuevo hábitat, buscando razones que justifiquen el desarraigo, a todas luces no enteramente asimilado, aunque la poesía le ayude a interiorizarlo –―«Escribir el espacio nuevo / que se ha asimilado / ―novedad conocida que no cansa―, / esta geometría gris y destartalada / que quiere ser inmensa, y lo consigue»–― y a hacer de la necesidad en virtud: «… y saber que ahora lo que quiero / es trabajar en México, vivir en México, / escribir tanto en México…».'

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