
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Querido Juan Antonio:
He pasado los dos últimos días de diciembre y todo el primero de enero leyendo tu impagable libro 'Historia alternativa de la felicidad' (editorial Sine Qua Non, Random House, Barcelona, 2023). Se trata de una magistral Guía Espiritual que arranca en los clásicos y llega hasta nosotros con inmenso impulso y alegría y verdad y reflexión. Insisto en la importancia de fijarse en la agilidad de tu texto castellano y el manejo habilísimo de la erudición moderna clásica y contemporánea. Que el libro sea ¡de gran actualidad en España ahora mismo es pura urgencia! Y luego hay toda la reflexión filosófica, teológica y práctica sobre la felicidad. Yo llevo muchos años sustituyendo la búsqueda de la felicidad por la búsqueda de una vida llevadera, con momentos felicitarios discontinuos. Llevo una buena vida epicúrea en tu sentido profundo del filósofo. Y no temo a la muerte, pero sí un poco a las enfermedades y a las peplas que tengo a los 85.
«Me gustaría enumerar un catálogo de algunos jardines, como guías de viajes o por el efecto benéfico de esta nomenclatura descriptiva. Sus nombres o sus tratados son una garantía de belleza. Una promesa de felicidad. El Jardín Gulbenkian de Lisboa. El Parque Virgiliano de Nápoles (…). El Huerto de los Jesuitas en Salamanca, cuyos frutales integran ahora un jardín anchuroso, y en esta misma ciudad el Huerto de Calixto y Melibea, que nos recuerda que el jardín es el lugar para el amor». Me ha encantado que en tu catálogo de jardines felices y hermosos hayas mencionado además los jardincillos de Palencia en la página 147 porque ese es un lugar que yo conozco muy bien y donde el placer y donde la felicidad instantánea del huerto y la sequedad y dureza estivales hacían un maravilloso 'locus amoenus'.
'Vive escondido' es un capítulo admirable. Yo vivo más o menos así. Y recordar que el bien se propaga sólo como traducción del 'bonum iffusivum sui' es hacer un bien a la humanidad y a nuestra greñuda y enfurecida España del momento. Lamento mucho que no publicaras esta maravillosa historia hace cincuenta años para que la hubiese leído mi madre, que era exactamente agricultora y hortelana y creó un paraíso sediento y hermoso de huerta jardín en la paramera de Torozos. Se llamaba La Dehesilla. Allí estuvimos hasta que todo se vino abajo, aunque no por culpa de ella, desde luego. Era difícil y hermoso vivir ahí entre el límite del deber y la felicidad.
Conviene repetir ahora la idea no sólo de Guía Espiritual sino de Guía de Perfección. Entre cientos de textos admirables, he elegido este para terminar: «El huerto (o jardín) no solo permite el cultivo, la sincronía con el tiempo terrestre y cósmico, acompasarse al ritmo de las estaciones. También aporta lentitud gracias a unas cuantas tareas. No caben las prisas en las labores de sembrar, regar, podar o recolectar. Su propia lentitud puede incluso engañar a los que practican esas tareas, pues se olvidan del tempus fugit». ¿Y qué hacemos la gran mayoría de los españoles ahora, condenados, quizá gustosamente, y por propia voluntad, a vivir en ciudades desjardinadas y descalabradas por las inundaciones y la imprevisión política y quizá también personal? De momento leer la 'Historia alternativa de la felicidad' de Juan Antonio González Iglesias.
Envío copia de esta reseña demasiado corta a El Diario Montañés para una sección titulada 'Plazuela de Pombo'. Confío con tu ayuda disipar la melancolía del septentrión que tan rancios nos vuelve a los santanderinos a veces.
Un abrazo muy fuerte. Espero que nos veamos pronto.
Álvaro
Ilustración: Marc González Sala
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