Borrar
Catalina Bárcena, una estrella internacional del teatro y el cine
Cultura cántabra en femenino

Catalina Bárcena, una estrella internacional del teatro y el cine

La actriz lebaniega, considerada una de las mejores intérpretes teatrales junto a Margarita Xirgu y María Guerrero, rodó siete películas en Hollywood en los años 30

Olga Agüero

Santander

Viernes, 8 de diciembre 2023, 07:48

En el verano de 1905 la familia Cotera acudió a una fiesta en la casa de Pereda, en Polanco, donde Galdós –entre otros- escuchó declamar a su hija Catalina. Entusiasmados con su talento facilitaron un encuentro con la actriz María Guerrero quien le pidió que volviese a verla cuando supiese hacer algo más que recitar tan bien. Un año después Catalina Cotera París, Bárcena de apellido artístico, entró en su compañía. Llegó a ser una actriz de fama internacional, estrella de Hollywood y junto con Margarita Xirgu y María Guerrero formó la terna de intérpretes más relevante del teatro español de la primera mitad del siglo XX, aunque su nombre no ha sido reivindicado con igual reconocimiento.

Nació en Cuba pero pronto regresó al pueblo de Lebeña, tierra natal de sus padres, el fotógrafo Efesio Cotera y su mujer. Catalina, que siempre se sintió lebaniega, estudió interna en Santander y después se trasladó a Madrid con toda la familia para estudiar en el Conservatorio de Arte Dramático. Allí es reclamada por María Guerrero como dama joven de su compañía teatral que dirige con su esposo Fernando Díaz de Mendoza. En 1909, durante una gira, se descubre que Catalina está embarazada del marido de María Guerrero, resultado de un presunto abuso. Para sofocar el escándalo la casan de inmediato, en Cuba, con otro actor y envían al nuevo matrimonio a otra compañía, la del Teatro Lara en Madrid donde -ya como primera figura- recorre los escenarios de París y Nueva York con las obras del dramaturgo Gregorio Martínez Sierra. Catalina y él se hacen amantes, pese a que ella no se pudo divorciar hasta que llegó la República y él seguía casado con María Lejárraga. Durante años formaron un curioso trío. Martínez Sierra y Lejárraga –quien seguía escribiendo papeles para Catalina incluso después de que la actriz y su marido tuviesen una hija- fundan el Teatro del Arte con 'La Bárcena' como primera figura. Catalina fue una estrella de Hollywood. La vestían los mejores diseñadores de alta costura -Chanel, Dior, Balenciaga-, las firmas de cosméticos rivalizaban por cuidar su rostro y la seguían periodistas y fotógrafos.

Una biografía de la actriz habla de la leyenda de su 'voz de cristal'. Catalina introdujo en escena un tono poco frecuente suave y melodioso. María Guerrero insistía en que gritase y rugiese si el papel lo exigía. «Y a la Bárcena no había nada que la sacase de su tono» –explicaba un crítico de la época. Hasta que en un ensayo Doña María le espetó: «no serás nunca nada en el teatro hasta que no grites». «Señora, yo siempre he oído decir que gritar es de muy mala educación», respondió la voz aterciopelada de Catalina.

La compañía de Martínez Sierra, de la que ella era primera actriz, puso en escena obras de Ibsen y Bernard Shaw y renovó la escenografía de la época. Gregorio y Catalina impulsaron el estreno de la primera obra dramática de Lorca, 'El maleficio de la mariposa', un fracaso que duró cuatro días en cartel. Se venían abajo los techos del pataleo. El propio Lorca, entre risas, apuntaba que se cumplió el título de la obra al pie de la letra.

En los años 30 inician la aventura americana. Estuvieron cinco años viviendo en Beverly Hills. Catalina triunfó en Hollywood donde rodó siete películas en español con la compañía Fox, en el apogeo de las dobles versiones, entre ellas las comedias dirigidas por Louis King 'Una viuda romántica', 'La ciudad de cartón' y 'Julieta compra un hijo', tras su debut en 1931 con 'Mamá' bajo las órdenes de Benito Perojo. Un periódico neoyorquino escribió que «parecía imposible que una artista española viniese a Norteamérica y triunfara sin unas castañuelas en las manos». Eso sí, culta y refinada se negó a ser besada y a enseñar las piernas en pantalla. La añoranza de sus hijos y la estricta disciplina laboral y estética de los estudios –el almuerzo más corriente era una tajada de sandía y un cigarrillo, contaba- la impulsaron a renunciar.

Casi de inmediato la Guerra Civil les empujó a un exilio de once años, lejos de sus hijos, entre su casa de Tetuán, París y Buenos Aires, donde participaron en un festival para recaudar fondos para las víctimas del incendio de Santander. La dictadura recelaba de la pareja porque Catalina –madre soltera, divorciada y defensora de la igualdad de derechos- había actuado gratis para recaudar fondos para el gobierno y a su compañero le atribuían cierta complacencia con los republicanos. En 1947 se arriesgan a volver a Madrid porque Martínez Sierra, muy enfermo, quiere morir en su patria, como así sucedió al poco de formar la Compañía Cómico-Dramática Española, que en 1948 estrena en el Teatro de la Comedia Pigmalion de Bernard Shaw.

A finales de los años 50 abandona la escena, salvo su última actuación en la película '¡Adiós, Mimí Pompón!' (1961). A los 83 años recibió el Precio Nacional de Teatro. Murió en agosto de 1978. «Si me he enterado de que vivía, es al leer que ha muerto», dijo el dramaturgo Joaquín Calvo Sotelo al ver la esquela. Solo diez personas la despidieron en el cementerio en desolador y frío mutis por el foro.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Catalina Bárcena, una estrella internacional del teatro y el cine