Borrar
Celebración del cuerpo

Celebración del cuerpo

Poesía ·

Dos décadas después de su lanzamiento en Estados Unidos, se publica en España a Richard Siken, un poeta que ha sabido tomarle el pulso a las emociones del siglo XXI a través de una sentimentalidad queer

Sábado, 23 de noviembre 2024, 07:52

Arrolladora, desbordante, excesiva, quizá sean estos los adjetivos que mejor definen la poesía de Richard Siken (Nueva York, 1967), poeta que se dio a conocer con 'Crush' (2005), con el que obtuvo el Premio Yale Series of Younger Poets de 2004. El libro que comentamos ha sido traducido por Juan Gallego Benot, a quien hay que agradecer el esfuerzo que, sin duda, ha tenido que hacer para trasladar a nuestro idioma el torrente imaginativo de Siken, quien apareció en la escena poética avalado por, nada más y nada menos, Louise Glück, la premio Nobel, de quien extraemos estas palabras del imprescindible Prefacio, al que deberemos volver: «En el mundo de 'Crush', el pánico es sinónimo de la existencia: en sus dilaciones, en su atropellada e inestable sintaxis, en sus listas frenéticas y en sus preguntas, el libro esquiva el tiempo y la pérdida». Si buscamos un correlato metafórico, lo podemos encontrar en el ámbito pugilístico, poque estos poemas no es que te noqueen sino que van dinamitando tu fortaleza a fuerza de golpes certeros, bien colocados en el rostro o en el estómago del lector, como comprobamos en estos versos del poema 'Pequeña bestia': «Nos ponemos las botas con las dos manos / pero no podemos despertarnos a puñetazos como mucho / puedo quedarme en el bordillo y decir «Siento / lo de la sangre en tu boca. Ojalá fuera mía. // No logré que el chico me matara, pero llevé su chaqueta muchísimo tiempo».

Crush

  • Autor: Richard Siken.

  • Prefacio: Louise Glück.

  • Prólogo: Lucía Litmajer.

  • Traducción: Juan Gallego Benot.

  • Editorial: Ultramarinos.

  • Páginas: 96.

  • Precio: 19,99 euros.

El mismo título es lo suficientemente descriptivo: el cuerpo se rompe, se astilla, es triturado por la apisonadora del deseo. El cuerpo es el escenario en el que se representa la crueldad, el pánico que suscita el sentirse diferente desde niño: «Estás en el instituto. ... Sabes estas cosas. / Sabes montar en una bici mugrienta, y sabes hacer / divisiones con decimales, / y sabes que a un chico al que le gusten los chicos es un chico muerto, salvo / que esté calladito, que es / justo lo que no has hecho, / porque eres débil y hueco y ya no importa». La defensa a ultranza de su opción sexual, el amor y el dolor de su pérdida (el primer poema del libro, titulado 'Sherezade', como el personaje de 'Las mil y una noches', habla de cómo esa pérdida te destroza porque «somos inconsolables») están presentes de un modo u otro en toda su poesía y no veladamente, sino que están expuestos con toda su crudeza, sin concesiones a ese sentimentalismo que dicta lo políticamente correcto: «Deseaba llevármelo a casa / y ser bruto con él y meterle mano, y conducir mi cuerpo dentro del suyo / como un coche que simula un accidente». El poder de la comparación no atenúa el aspecto trágico de la escena, pero, a pesar de ello, le confiere cierta humanidad, aunque esta se represente en forma tan negativa. Ese es el gran poder de las palabras y su gran fiasco: «Y palabras, pequeñas palabras, / demasiado pequeñas para la promesa o la esperanza, que poco alivian sin embargo».

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Celebración del cuerpo