Borrar
Clara Trueba y Cosío (1808-1864): la primera mujer artista cántabra
Cultura Cántabra en Femenino

Clara Trueba y Cosío (1808-1864): la primera mujer artista cántabra

Rescatada del olvido en los años 90 su obra se exhibe en el MAS

Olga Agüero

Santander

Viernes, 5 de julio 2024, 07:25

El nombre de la pintora Clara Trueba y Cosío se diluyó en la indiferencia del anonimato durante más de un siglo y aún ahora, en la contemporaneidad, probablemente no tiene suficiente reconocimiento como la primera artista femenina de Cantabria que fue. Ella misma no fue consciente de la importancia y el valor de lo que hizo sin ninguna aspiración profesional.

Hace ya algunas décadas, en 1992, fue rescatada de esa memoria dormida por el Museo de Bellas de Artes de Santander que organizó una exposición bajo el epígrafe 'Clasicismo y Romanticismo' y exhibió treinta y cinco piezas: veintiséis pequeñas acuarelas sobre papel, un óleo sobre marfil, dos dibujos a lápiz sobre papel y seis tapices-bordados procedentes de colecciones particulares de Madrid y Santander, además de los fondos del propio Museo. De esta iniciativa –que la descubrió al gran público– pervive un catálogo con textos de Leopoldo Rodríguez Alcalde y Fernando Zamanillo, descendiente familiar de la acuarelista.

Clara Trueba es una de las pocas mujeres creadoras de su tiempo y su singularidad se acentúa precisamente porque vivió en el siglo XIX. Nació en el verano de 1808 –el año de la invasión napoleónica– en Santander, cuando la ciudad apenas contaba con diez mil habitantes. Fue la hija más pequeña de un matrimonio acomodado de la época: Juan Trueba y María Pérez de Cosío y Bornos, vinculados con la zona de Arrendondo. Su padre, alcalde de Santander durante un fugaz periodo de un año entre 1886 y 1887, se había enriquecido en México y de regreso a su país natal se dedicaba al comercio a gran escala por España, Europa y América. Tras su temprano fallecimiento la madre se pone al frente de los negocios. La muerte del progenitor también determina constantes cambios de residencia de la familia, a partir de entonces, por lo pasan algunas temporadas en Madrid y Cádiz, e incluso en destinos extranjeros como Londres o París.

En los dibujos y acuarelas trasciende su gran cultura, además de las escenas literarias, retratos y paisajes de la naturaleza

La posición privilegiada de su familia permitió a Clara acceder a una educación superior a la de la época y que probablemente acabará siendo determinante para desarrollar su creatividad con los pinceles. Los tres hermanos varones fueron educados en un colegio católico inglés y, según escribió Marcelino Menéndez Pelayo, Clara y su hermana Carolina «fueron mujeres muy doctas, grandemente conocedoras de los idiomas extranjeros». Al parecer, ambas se formaron en París mientras su hermano Joaquín Telesforo, novelista y dramaturgo, estudiaba en La Sorbona. Un muchacho con una temprana e intensa vocación literaria que con dieciséis años escribió su primera obra. Fue un significado liberal que con el regreso de Fernando VII tuvo que partir al exilio británico y regresó a España con la amnistía de 1834 para ocupar el cargo de procurador en Cortes por Santander desde el partido progresista.

Se intuye que Clara Trueba durante su estancia en París pudo recibir algunas enseñanzas de maestros de la pintura. Se cree que, en Francia, quizá conoció y mantuvo una relación de amistad con el retratista Federico de Madrazo, con cuyo estilo parece tener algunos puntos en común.

Al concluir su estancia en el extranjero regresa a España y se casa en 1845 con José Félix del Campo y de la Serna, matrimonio que se celebra en la localidad cántabra de Carandía. Convertidos ya en marido y mujer se establecieron en Santander y debieron residir en la calle La Puntida, según los escasos datos que se tienen de su biografía. Al parecer no tuvieron descendencia porque Clara no consiguió ser madre tras varios embarazos complicados y finalmente frustrados.

Dicen que en sus cuadros trasciende la influencia de algunos prestigiosos acuarelistas británicos en cuanto a la técnica delicada y a los colores –según atribuyen los críticos– y, a su vez, de las litografías de la época. Clara Trueba pudo inspirarse en los paisajes, escenas y retratos de las publicaciones de la época. Lo que sí parece claro es que su obra creativa tiene un aire romántico influido, muy probablemente, por las lecturas de la autora que inspiraron algunas de sus obras. En los dibujos y acuarelas de Clara Trueba trasciende su gran cultura y se manifiesta en la representación de escenas literarias e históricas, retratos y paisajes tomados de la naturaleza. Los tapices, por ejemplo, se basan en escenas idílicas del Renacimiento.

En conjunto, su producción es escasa. El Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander tiene ocho obras. Seis de ellas, dibujos y acuarelas donados por la familia Zamanillo Peral y otros dos retratos donados por Andrés Pellón del Campo.

Más allá de su singularidad artística la importancia de Clara Trueba reside en que constituye uno de los pocos ejemplos de artista femenina con una obra reseñable, en una época donde las mujeres pintaban por entretenimiento pero sin alcanzar quizá su sensibilidad y su técnica.

Considerada una pintora relevante del siglo XIX se ha escrito que fue una artista sin ser consciente de serlo. Que la pintura fue una pasión y una afición, nunca buscó una profesionalidad o reconocimiento en ello. Clara Trueba nunca aspiró a convertirse en lo que es, la primera pintora relevante de Cantabria. Probablemente tampoco soñó que hoy sus dibujos y acuarelas estuviesen colgados en un museo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Clara Trueba y Cosío (1808-1864): la primera mujer artista cántabra