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Poesía ·

En 'Donde siempre es de día' Isabel Marina muestra una visión esperanzada de la existencia

Sábado, 13 de julio 2024, 07:53

Dividido en cuatro secciones, en 'Donde siempre es de día', su último libro, Isabel Marina (Avilés, 1968) ―autora de libros como 'Acero en los labios' (2016), 'Un piano entre la nieve' (2018) y 'Un árbol que tiembla' (2022), directora de la revista 'Ítaca' y promotora de diferentes actividades relacionadas con la poesía― –profundiza en sus temas habituales: la construcción de la identidad a través de la escritura–―«Solo conozco / una forma de salvarme, / de entrar en mí: / escribir el poema», escribe―, la rememoración de sus antepasados ―–«Ellos ya no respiran / el mismo aire que yo»–, la pasión por la música ―–«Bella como una esfinge, / suyos son los sonidos / de la música de Bach»–―, por la pintura y por los viajes ―–La Habana, Medinacelli, etc.–― o la presencia omnipresente de la muerte ―–«La muerte victoriosa / derrotará a las sombras»–―que no evita que, sin embargo, no excluye una visión esperanzada de la existencia y lo hace con un lenguaje preciso, simbólico en ocasiones pero sin florituras y sin abusar de lo considerado estrictamente poético, un lenguaje más dúctil que solo la madurez poética de Isabel Marina puede manejar sin temor a caer en el sentimentalismo. Una misma corriente de pensamiento que busca capturar los acontecimientos de su vida une los poemas de las diferentes secciones, por eso, en lugar de poemas aislados con un significado propio, en su conjunto, parecen formar parte de un solo y extenso poema, de la misma forma que compartimentar los sucesivos momentos de la vida supone romper esa sucesión y alterar su significado. Cada uno de ellos forma parte de un todo difícil de deslindar, de fragmentar, sobre todo para quien, como en Marina, existe una estrecha relación entre poesía y vida. Ángel Alonso, en el prólogo, afirma que la escritura de Marina, está «indisolublemente unida a sus vivencias, como una forma de ordenar el caos que a todos nos acosa, como una forma de explicarse las maravillas y miserias del mundo, y explicarse también a sí misma».

En 'La última matrioska', primera de las secciones, realiza una profunda indagación en el yo del poeta y lo constata no solo hurgando en el pasado, sino confiando a las palabras un poder de restitución que, sin embargo, no siempre pueden asumir. El poema se ... concibe como escudo, como salvación ante la incertidumbre que acosa al ser, pero también como manera de desvelar el misterio de la existencia. Esta perspectiva metafísica se combina habitualmente con una representación individual de carácter físico.

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