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C asi parece un chiste de los que le cuestan el cargo a los consejeros de cultura deslenguados: ¿Cómo se podrían meter setecientos relatos en un libro de poco más de cien páginas? Pues si los escribe Carlos Rodríguez Mayo, no se me ocurre otra solución.
Y es que el escritor y profesor Carlos Rodríguez Mayo es un autor de largo recorrido pero de obra más bien exigua; y no solo en el número de libros que ha dado a la imprenta –este es el tercero, más una plaquette de debut– ... sino en la extensión de sus piezas. Como él mismo admite, escribe «frases pequeñas que quieren ser greguerías, aforismos, redichos de dichos antiguos o cortos, muy cortos, relatos».
No siempre fue así, y eso hay que tenerlo en cuenta, por aquello de librarnos de la tentación de ese síndrome museístico del «eso también sé hacerlo yo». Pues no. Los primeros relatos de Rodríguez Mayo eran de corta distancia, pero dentro de los cánones habituales: cinco, diez, quince páginas. Tardíos, porque se animó tarde a lanzarse a la creación, pero llenos de guiños e ironía pero, sobre todo, con una virtud fundamental: reflejaban sin demasiados resentimientos el desencanto adulto de quien un par de décadas atrás había soñado con cambiar el mundo. Y ya solo por eso, merecía la pena leerle.
Titulo Encrucijadas
Autor Carlos Rodríguez Mayo
Editorial Libros del Aire 2024.
Características 124 páginas. Precio: 17,00 €.
Así se mostró en la plaquette de 2005 'Los que están a mi lado' y en el libro de relatos de 2004 'Asuntos internos'. Sin embargo, su escritura iría evolucionando en paralelo a los intereses del autor, que a finales de la década descubre el universo de los blogs, lo que influirá enormemente en su escritura. ¿Cómo? Reduciendo la extensión de sus textos hasta llegar, prácticamente, a la mínima expresión. Él mismo lo explica con mucha modestia y bastante gracia, excusándose en la pereza, aunque en realidad se trata de un depurado proceso de decantación y todo un ejercicio de minimalismo literario.
Así, en apenas dos líneas, el escritor consigue condensar relatos enteros. Esto es, que nunca falta «el mecanismo del cuento: tic-tac». Apoyándose en el imaginario colectivo, del génesis a la cultura pop –y hasta dialogando con la tradición: «Con dinosaurios y sin dinosaurios, el Monte Rosso sigue allí»–, Mayo reflexiona sobre el tiempo, el individuo o la trascendencia mientras la vida real asoma sus fauces en relatos que a veces enternecen y otras arrancan una sonrisa cómplice, pero siempre sorprenden.
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