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Una vida para el arte', titula Susana Chillida el libro en el que reconstruye la peripecia vital de sus padres. Una vida. O sea, una y no dos, porque la tesis principal que sostiene la escritora: por más que el brillo de la fama se lo llevara Eduardo, su padre, no se podría entender su éxito sin la figura de su madre. Un tándem, un equipo indivisible. Una vida, vamos, y no dos.
Autor Susana Chillida
Bajo esta premisa –«Para mí era una cuestión de justicia histórica incluirla a ella junto a él», explicará– escribe esta biografía conjunta de Eduardo Chillida y Pilar Belzunce, que en realidad surgió con cierta vocación terapéutica. Para sobrellevar el duelo tras la muerte de su ... madre, la autora comenzó a escribir. Más que a construir, a reconstruir el pasado y a restañar las heridas de la pérdida con el bálsamo de la memoria.
Susana Chillida, además de fotógrafa y cineasta –ha dirigido varios documentales sobre arte– es psicóloga y pedagoga, aunque probablemente ninguna formación te prepara para afrontar ciertos reveses. Como tampoco para crecer en una familia de artistas y creadores, y lidiar con los problemas que conlleva. Sin embargo, en su caso, esta mirada retrospectiva sirvió para que «en el proceso, si no todos, muchos de mis 'demonios' con respecto a aspectos del mundo y de los artistas se fueron desvaneciendo mientras los visitaba».
De hecho, también cambiaría su visión del arte y el 'mundillo': «Temas que para mí habían sido grandes y necesarios de afrontar terminaron por perder importancia una vez escritos. Agua pasada que nadie encontrará en este texto. El libro va pasando por uno mismo mientras lo escribe. Todo destila 'algo' nuevo de lo que poco a poco se nutre el escritor. El libro es lo que queda después de un viaje largo».
Así, y a través de un orden muy particular, la escritora no solo va recorriendo la historia familiar, imbricada con la artística, sino que aborda sin ambages la cuestión artística: «el arte, y no sólo el abstracto, es un gran desconocido», asegura, para afirmar después que «el arte es verdad». Esto es: que si no hay verdad, no hay arte.
Arte y verdad que afloran en sus páginas, de estilo elegante y fuerte carga emocional, donde no faltan recuerdos de infancia de «una niña que no podía cantar ni bailar» o anécdotas jugosísimas; en concreto, no se pierdan la del chatarrero.
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