Escritura con sangre

En 'La sombre de Drácula' ha recopilado poemas de tema vampírico, algo que, si no estamos mal informados, no se ha llevado a cabo hasta ahora en nuestra lengua. En el documentado prólogo, 'Apuntes vampíricos', traza inicialmente un perfil del conde Drácula, «un hombre alto y delgado, terriblemente delgado», según el escritor que le dio vida, aunque, como el propio Lafarque puntualiza, no debemos guiarnos por las apariencias, pues «el instinto vampírico surge en circunstancias inesperadas, con preferencia en ambientes cargados de erotismo». Sin embargo, hay ciertos rasgos físicos que han permanecido como rasgos distintivos, los afilados caninos o su mirada inquisitiva, por ejemplo, y actitudes como la del mordisco en el cuello de su víctima para absorber la sangre infunden en el lectoespectador una mezcla de temor y seducción.

Lafarque, fiel a su erudición, rastrea algunos de los antecedentes del vampiro carpetovetónico., como 'Berenice' de Edgar Allan Poe o 'La morte amoureuse' de Théophile Gautier, entre otras. Completado esta relación de antecedentes, nos centramos en la figura de su creador, Bram Stoker, de quien Lafarque nos ofrece unos sucintos pero oportunos datos: «Educado en el Trinity College y graduado en matemáticas, Stoker era lector asiduo de poesía y ferviente seguidor de Walt Whitman, con quien cruzó correspondencia en 1876 y al que llegó a conocer el 20 de marzo de 1884». Tuvo relación con muchos de los escritores más influyentes de su época, acaso por esa razón 'Drácula' está plagado de referencias culturales: «La poesía y la dramaturgia ―–nos informa Lafarque–― ocupan un lugar de privilegio, seguidas de libros de consulta y citas de historiadores latinos». No podemos olvidar que el propio conde disfrutaba de una copiosa biblioteca que le servía para mitigar el lento paso del tiempo.

La antología 'La sombra de Drácula', nos explica el editor, «recoge poemas de autores españoles, uruguayos, argentinos, mexicanos, colombianos, chilenos, cubanos, peruanos y venezolanos, cuyas fechas de nacimiento oscilan entre 1867 y 1993, agrupados en tres secciones: 'Vampiros históricos' ('Carmilla, antepasados de Drácula', 'Drácula, personajes de la novela de Bram Stoker', 'Nosferatu, condesa Báthory y otros'), 'Vampiros anónimos' y 'Poetas vampiros'. La nómina es amplísima: Julio Cortázar, Caballero Bonald, María Victoria Atencia, Antonio Cisneros, Pere Gimferrer, Luis Alberto de Cuenca ―sin duda, el poeta que más poemas ha dedicado al vampirismo, José María Álvarez, Rafael Courtoisie, Raquel Lanseros o Pedros Sevilla, son algunos de los seleccionados en 'Vampiros históricos'; Juana de Ibarbourou, Amado Nervo, Oliverio Girondo, Delmira Agustini, Aleixandre, Juan Luis Panero, de nuevo Luis Alberto de Cuenca, Vicente Quirarte, Yolanda Pantin, Carlos Marzal, Felipe Benítez Reyes, Manuel Vilas, Aurora Luque, Juan Bonilla o Ana Merino participan en 'Vampiros anónimos'. Por último, en la sección 'Poetas vampiros', la más breve, cuenta de nuevo con De Cuenca, con Ramón Bascuñana, Aitor Francos y Juan Vicente Piqueras, entre otros. Cotejar los distintos enfoques con los que cada uno de los poetas afronta el mito vampírico supone realmente un reto interpretativo que depara interesantes sorpresas. Hay quienes cifran su perspectiva desde la alegoría, otros ofrecen un retrato compasivo del conde, no escasean la sublimación del erotismo y la identificación, más o menos irónica, con el personaje. Además, todos los poemas, dejando aparte el argumento, nos brindan unas sabrosas dosis de excelente poesía.