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Estibaliz Urresola, cineasta, directora de '20.000 especies de abejas'.
Estibaliz Urresola, cineasta, directora de '20.000 especies de abejas'. Rafa Gutiérrez
A golpe de talento

Estibaliz Urresola, mirada propia

La cineasta aspira, con sus quince nominaciones, a convertirse en la estrella de los Goya por '20.000 especies de abejas'

Guillermo Balbona

Santander

Viernes, 9 de febrero 2024, 07:33

Hay algo luminosamente natural en su película. Prodigiosamente interpretada, posee una cadencia en su discurso de sugerencias y detalles, un tempo propio (una mirada) y una pausa necesaria en ese vértigo y precipitación de todo conflicto, aún más acusado cuando se trata de lo emocional. Ópera prima, pero macerada en el líquido amniótico de una manera madura de visualizar mundos pequeños en historias grandes, y viceversa, Estibaliz Urresola ha firmado '20.000 especies de abejas' como un relato que parece tener su origen hace mucho tiempo y que se revela ante el espectador a través de un crecimiento aparentemente invisible e inasible.

Con sus quince nominaciones, puede convertirse mañana sábado, en Valladolid, en la referencia de la nueva edición de los Goya. Una cinta, forjada en la ficción, espejada en el reflejo de tres generaciones de mujeres, que aborda, edifica y relata un trayecto de iniciación, descubrimiento de uno mismo y de los demás, de infancia, transexualdiad y transgénero, desde un lugar ajeno al efectismo, a lo prefijado en esos discursos atrapados por un lenguaje uniformado. Desde los premios en Berlín –Oso de Plata a la Mejor interpretación protagonista para Sofía Otero– pasando por el Festival de Málaga, el trayecto de reconocimientos y la celebración de la crítica por su película han expandido la sólida personalidad de un relato que funde con ejemplar acierto narrativo los tránsitos infantil y adulto en torno a la identidad de una criatura, Cocó, de 8 años.

La película en datos

La película en datos
  • 2023 129 min. España. Dirección y guion: Estibaliz Urresola Solaguren. Reparto: Sofía Otero, Patricia López Arnaiz, Ane Gabaraín, Itziar Lazkano. Fotografía: Gina Ferrer. Género: Drama

La idea fundacional del filme está enraizada, no obstante, en la realidad. Hace seis años, un adolescente trans, Ekai Lersundi, se suicidó en Ondarroa (Bizkaia) a la espera de tratamiento hormonal. El caso se focaliza en una carta de despedida. La cineasta ha confesado que «le emocionó tanto esa misiva y la que escribió su padre, que se publicó también en la prensa unas semanas después, que me acerqué a la asociación de familiares de menores trans, sin saber para nada que iba a hacer una película, pero movida por un deseo de comprender, de conocer y de descubrir». Y las posibles respuestas, los hallazgos conforman el paisaje humano, emocional y moral de su obra.

En los últimos años, fenómeno generacional o no, el cine español ha destacado precisamente por la incorporación de directoras y realizadoras, cuyas óperas primas han ratificado una corriente de talento, de energía creadora. Estibaliz Urresola y su película se suman, al cabo, a 'Verano 1993' de Carla Simón; 'Carmen y Lola' de Arantxa Echevarría; 'La hija de un ladrón' de Belén Funes; 'La inocencia' de Lucía Alemany; 'Las niñas' y 'La Maternal' de Pilar Palomero; 'My Mexican Bretzel' de Nuria Giménez Lorang; 'Libertad' de Clara Roquet, o 'Destello bravío' de Ainhoa Rodríguez, entre otras. En su retrato de ese cosmos de las familias de niños trans, Urresola, también guionista, echa mano de la apicultura como metáfora de las diversidades, mientras indaga y explora en esa pluralidad de estancias, de maneras de estar en el mundo y de diseccionar las identidades.

La cineasta, en un tándem con la niña Sofía Otero, logra elevar su filme desde el convencimiento visual de la construcción de un espacio íntimo, incluso casi inédito como es el de su película, para dialogar y dejar lo social a la intemperie. La cineasta de 'Cuerdas', su mediometaje también premiado, elude la carga competitiva entre colegas y obras, se inclina por buscar un lugar en el mundo para cada proyecto, siempre ambicioso y siempre difícil de llevar a cabo y construye esa mirada personal en la que caben el compromiso y la pluralidad. En el caso de '20.000 abejas...', lo establece desde esa metáfora de la colmena, del simbolismo de un universo de la naturaleza con sus códigos y su sistema de comunicación.

A propósito, ha declarado que menudo pretendió trasladar «el valor de la diversidad en múltiples expresiones del filme: en la variedad de personajes femeninos que encarnan la colmena familiar; en las creencias que nos sustentan; en las formas de sentir y de amar; en la riqueza lingüística de nuestra frontera. En este marco tan ligado a la tierra y a la naturaleza, busco presentar la transexualidad como una expresión de diversidad más de la vida». La infancia trans prima en un primer contacto con la película pero en la delicada, casi naturalista inmersión familiar, es donde vibran hacia dentro y hacia fuera, entre lo individual y lo colectivo, la identidad y la memoria. El paisaje de su filme está instalado en esos vasos comunicantes de miradas que participan tanto de un caleidoscopio admirable como de una prudente pero decidida declaración de amor al cine.

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