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Extraña luz, entraña de escritura
Alejandra Pizarnik

Extraña luz, entraña de escritura

La antología 'Una traición mística' recoge relatos de la autora argentina, en la que el lenguaje, la cordura y la locura confluyen como frutos mestizos de su poesía

Guillermo Balbona

Santander

Viernes, 25 de octubre 2024, 07:57

Cuando uno recorre las fotografías que retratan a la poeta y escritora argentina (como esta imagen anexa de ella abrazada a un árbol) tiene la sensación de reconocer, en extraña simbiosis, a Alejandra Pizarnik. La entraña de su escritura, el latido de la autora. «No me tomen por loca cuando les diga que no existe en el mundo algo más excitante y aterrador que la atenta relectura de la obra más oculta de una autora amada. Virginia Woolf lo dijo con un poco más de ensoñación y remilgo: que 'releer es regresar a nuestros momentos más felices'».

Este texto aplicado a Pizarnik (Avellaneda, 29 de abril de 1936-Buenos Aires, 25 de septiembre de 1972) podría vincularse a la relación que su obra mantiene con sus lectores. Inseparables, poeta y prosista, su escritura «densa y peligrosa» impregna la incursión y la indagación de su mirada sobre el mundo. En Lumen, sello artífice de editar la Poesía y la Prosa completas, su Nueva correspondencia, así como 'Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito', de Cristina Piña y Patricia Venti, ve la luz ahora 'Una traición mística', a modo de antología de sus mejores relatos. «No existe en el mundo nada más excitante y aterrador que releer a Pizarnik», asegura la escritora Luna Miguel. En la autora argentina la vida es ya un género literario en sí mismo. Luna Miguel en su prólogo de esta edición apunta que: «Empeñarse en decir que esto no es poesía, ya lo verán, sería bastante discutible. [...] Sus pequeños cuentos alucinados son largos poemas. Su teatro es una escenificación de su ritmo poético. Sus relatos largos o crónicas esconden todas las trampas y los trucos de su poesía». Esta reunión de relatos, cruce de géneros, se postula como un «viaje asombroso, lúdico y a ratos delirante por el universo narrativo de Pizarnik», Es ese territorio en el que confluyen «la visión irónica y burlesca de la realidad y de sí misma, la reflexión sobre el lenguaje, la muerte, así como los límites entre la cordura y la locura».

El volumen permite adentrarse en la autora de 'Extracción de la piedra de locura', con edición y Miguel y epílogo de Gabriela Borrelli. Una revelación o una manera diferente de vivir en su escritura. En el preludio se refiere esa intertextualidad en la poética de Pizarnik. El apunte lúcido de la escritora María Negroni, al comienzo del ensayo 'El testigo lúcido', expresa que la obra de Pizarnik «obliga a reformular los vínculos entre poesía y silencio; represión y canon; carencia y ostentación, tristeza, crimen y estética». En 'Una traición mística' se compilan veintisiete relatos que abarcan desde sus juegos palimpsésticos –versiones y revisiones de textos clásicos de Valentine Penrose, James Joyce o el marqués de Sade– a su humor sexual o escenas de su viaje por España.

«Desearía que las prosas selectas de 'Una traición mística' fueran leídas en clave de aventura, en clave de yincana y, a su vez, en clave de revelación», precisa Luna Miguel. Mientras, la escritora, poeta y gestora cultural argentina Gabriela Borrelli Azara señala en el epílogo que leer a Pizarnik es una de las experiencias «más revolucionarias que podamos encontrar». Poeta maldita o no, Pizarnik consigue con su escritura no-rigurosamente-lírica «hacernos creer que todo es nuevo y que todo es viejo a la vez; que eso que ella nos está diciendo ya lo hemos visto antes en alguna parte; que su escritura no es sino un gran homenaje a la literatura que amó –fanática, como puede adivinarse por su sistema de citas y por sus diarios (...),– pero que sin embargo su pulso, o su acento, o su manera de estructurar el oscuro humor de sus pasiones se despliega en estos textos como un canto inédito, como un despertar original».

En ocasiones con Lewis Carroll al fondo, caben lo mordaz y lo atrevido. La nostalgia imposible, el rito y la exaltación, la infancia, los espejos y lo que cobija su poesía encuentra su trasvase en la prosa. Quizá lo que escribió de ella César Aira sea la más rotunda definición: «Al encanto de Pizarnik de ser una figura envuelta en el misterio y una personalidad inexplicable, hay que añadir el hecho de que palabra por palabra ella escribía la noche, y el lector que se acerque a ella descubrirá que esa escritura nocturna, que tenía un alto sentido del riesgo, nacía de la más pura necesidad, como a pocos escritores del siglo XX se les ha visto: una lírica extrema y también una tragedia».

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