Una filosofía planetaria
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El astrofísico y especialista en filosofías orientales Juan Arnau apuesta por el humanismo frente al acoso tecnológicoSecciones
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El astrofísico y especialista en filosofías orientales Juan Arnau apuesta por el humanismo frente al acoso tecnológico«El tema de nuestro tiempo, la tierra tiembla, es hora de esbozar una filosofía planetaria», afirma Juan Arnau, quien a continuación precisa que «no estamos ante una crisis ecológica: se trata, según los expertos, de una mutación». Y aún dice más: «hace treinta años que deberíamos haber echado el freno, pero hemos preferido mirar hacia otro lado».
Así de radical se muestra el científico en su último libro, 'La meditación soleada' (Ed. Galaxia Gutenberg, 2024), donde con tanta clarividencia como mordacidad, tira de ironía cuando predica que lo que necesitamos no es una «filosofía para todo el planeta (globalización)», sino una «que ... sea cordial con el planeta». O sea, una «earth friendly», podríamos decir o, como él la etiqueta, un «nacionalismo terrícola», que consiste en la revalorización de la presencialidad y de lo primigenio: «el calor del fuego, la frescura del agua, el ímpetu del viento y la hospitalidad de la tierra».
Esa mención inequívoca a los cuatro elementos clásicos le servirá para apuntalar su propuesta de vuelta al origen, pues Arnau pretende luchar contra el materialismo ramplón que nos domina desde la Revolución Ilustrada. Y lo hace bebiendo de las fuentes más antiguas, aquellas que veían la divinidad y el milagro en cada forma de la naturaleza, como si de un prodigio se tratara. Así, el científico asegura que «la conciencia no es nuestra», que no es algo individual y personal sino algo colectivo de lo que participamos, una suerte de multipropiedad universal.
Autor Juan Arnau
Editorial Galaxia Gutenberg, 2024
Páginas 192 páginas
Precio 19 euros
Y para alcanzar esa nueva forma de pensamiento propone la fórmula de la meditación soleada, que se nutre tanto del pensamiento occidental de Leibniz, Berkeley, William James, Bergson y Whitehead, como de los clásicos budistas o de la filosofía de la ciencia de Feyerabend y Thomas Khun. Se trata de un pensamiento horizontal; esto es: que no mira al cielo, como el del santo, sino hacia el interior, pero «mantiene los ojos abiertos y contempla su rededor».
Así, Arnau comienza destruyendo concepciones que parecían indiscutibles para adoptar una nueva óptica: «No hay seres (aunque lo parezca), no hay cosas ni objetos. No hay identidades (…) solo hay experiencias (…) que son procesos en movimiento y transformación».
Con todo ello, Arnau consigue armar una «metafísica de bolsillo» –la etiqueta es suya, ya decíamos que tira de ironía– que, a pesar de su profundidad y complejidad, resulta fabulosamente accesible, gracias a una prosa clara y de fácil comprensión.
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