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«Mi padre, aquel mar, no volvió a verlo», comienza un poema de Francisca Perujo. La niña de la guerra que partió a México durante el exilio republicano y que alcanzó protagonismo como poeta, escritora, traductora de inglés, francés e italiano, e investigadora.
Nacida en Santander en 1934, aunque Francisca Perujo Álvarez solo tenía cinco años cuando se subió al vapor 'Mexique' desde un puerto francés, seguramente habrá recordado siempre la puerta cerrada de la casa a la que nunca regresaron, los abrazos, las lágrimas y el temor de aquel viaje a la incertidumbre con la espuma del océano salpicando su rostro. El frío de la derrota y la vida que iniciaron en la soledad de un país extraño fueron una cicatriz profunda en su biografía. «Me decían que había nacido en una ciudad lejana/ más allá del océano,/ pero ¿cómo era el muelle del que hablaban,/ las calles, cada casa/ Y ¿el refugio a dónde iba corriendo/ la mano en la mano del abuelo?/ Cerca de San Francisco», escribió en el poema 'Herencia compartida'.
Francisca, a la que todos llamaban Paquita, pisó tierra mexicana el 27 de julio de 1939 con sus padres, Luis Perujo y Francisca Álvarez, su hermano Luis y su familia paterna: los abuelos, Gregorio y Juana, y sus tíos Agapito y Guillermo, que había sido jugador del Racing en los años 20.
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Se educó en el instituto Luis Vives donde sus compañeros de estudio también eran jóvenes hispanomexicanos de familias en el exilio: César Rodríguez Chicharro, Enrique de Rivas o el poeta Gerardo Deniz. La segunda generación de exiliados que sin haber participado en la guerra por su temprana edad, sí vivieron sus consecuencias vitales, políticas e intelectuales.
Paquita inclinó su vocación hacia las letras y se doctoró en Filología Española aplicada a la historia de la cultura, con la tesis 'Oriente en la cultura española en el siglo XVI', en la Universidad Nacional Autónoma de México donde ejerció durante décadas como profesora, investigadora, traductora y crítica literaria. Para entonces ya había empezado a escribir poemas. En esa intensa época universitaria estrecha lazos con un grupo de futuros escritores vinculados a la docencia, poetas profesores, entre los que también se encontraba su gran amigo Rodríguez Chicharro.
La poesía fue para Paquita Perujo en palabras propias «una necesidad primordial», un desahogo vital. Su obra poética está recogida en dos libros: 'Manuscrito en Milán' (1985) y 'El uso de la vida' (1994).
Era una escritora exigente que también escribió prosa. La novela 'Pasar las líneas', editada en México en 1977, es un recorrido melancólico por el exilio buscando una identidad a través del pasado. Una obra que tardó varios años en escribir «por la insistencia en la depuración del lenguaje». Volvía una y otra vez sobre las palabras hasta que, ya presionada por los amigos, se decidió a entregarla al editor. Los recuerdos familiares de la Guerra Civil protagonizan otra novela inédita de la que solo se conocen algunos fragmentos que ella misma divulgó en dos foros en los que participó: en el congreso 'Sesenta años después. El exilio republicano de Cantabria', de 1999 y en otro encuentro internacional sobre el exilio literario patrocinado en México por Eulalio Ferrer.
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Olga Agüero
En 1980 recibió el encargo de editar un número monográfico de la revista 'Peñalabra' bajo el epígrafe 'Segunda generación de poetas españoles del exilio', antología elaborada junto a Francisco Giner de los Ríos que se presentó en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. «Muchos son ya por ley del tiempo, por ley de la vida, mexicanos» –escribe Perujo en el epílogo– «pero ninguno ha perdido su raíz española en ya tantos años de trasplante».
Realizó, además, numerosas traducciones para el sello editorial mexicano de otro hijo de exiliados españoles, Joaquín Díez-Canedo. Perujo dio a conocer a Umberto Eco en España como traductora de 'Obra abierta' en los años sesenta, cuando contactó con él en Milán, y el escritor Juan Rulfo puso como condición que su traducción al italiano de 'Pedro Páramo' fuese hecha por 'Francesca' Perujo.
La poeta regresó en algunas ocasiones a Cantabria. En el invierno de 1986 participó con un recital poético en la Biblioteca Menéndez Pelayo de Santander, organizado por el Ayuntamiento, junto a Alberti, José Hierro y Ángel González. También, a finales de los 90, colaboró en algún número de la revista cultural 'Componente Norte'.
Se casó con el italiano Franco Spinelli y desde 1964 vivió entre Milán y México, con algunas estancias en España para visitar Madrid e investigar en la Biblioteca Nacional. «No niego que la investigación también me da muchas satisfacciones y que es mi medio económico de vida, pero con la poesía o con la novela es cuando alcanzo la mayor felicidad», aseguraba en una entrevista realizada por Aurelio García Cantalapiedra para La Hoja del Lunes en 1981. Sus trabajos de investigación histórica y literaria son menos conocidos
Mujer culta, lectora y estudiosa de las crónicas de Indias y de la conquista de México publicó tres libros sobre la época virreinal y el imperio español.
Falleció en Milán el 27 de junio de 2014. La herida del exilio y del destierro fue una referencia en la poética de Paquita Perujo. No cicatrizó nunca.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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