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Con una mezcla de nostalgia y fastidio por sentirme un tanto «viejuno», leo la noticia del 40 aniversario de 'La bola de cristal', programa televisivo (heterodoxo y heterogéneo; libertario y libertino; libre y libérrimo) que nos marcó a aquella primera generación de niños y adolescentes crecidos en democracia. La experiencia sorprende especialmente hoy en día, en que los adolescentes crean sus identidades en torno a otros recursos de ocio casero mucho más sofisticados y variados como: videojuegos, televisión a la carta, tablets, móviles, animación por ordenador, youtubers…
En ese sentido Dolores ('Lolo') Rico, la directora del programa, fue una 'anti-influencer' que, sin embargo, consiguió influir positivamente en millones de niños y jóvenes a los que no pretendía aleccionar ni adoctrinar; sino inculcarles espíritus libres que dieran pie a futuros ciudadanos críticos. Cuarenta años antes de la pandemia, Lolo nos inoculó otro 'virus' a quienes esperábamos ansiosos a que llegase el sábado por la mañana para poner «la primera cadena»: el virus del libre-pensamiento, el humorismo y la creatividad.
Frente a la 'reality-basura televisiva' hoy imperante -que se auto-justifica en base a la demanda del público-, 'La Bola de Cristal' demostró que «otra televisión es posible» y que una oferta de calidad también es capaz de generar demanda. Para ello partía de la premisa de que los programas infantiles debían empezar a tratar a los niños como seres inteligentes, no como «consumidores estúpidos.».
De este modo introdujo en la televisión infantil aspectos muy contraculturales, relacionados con lo que hoy se denomina «contra-publicidad»: pequeños slogans y sketches llenos de sátira, ingenio y crítica social, como aquel donde se veía un rebaño de borregos seguido del slogan: 'Si no quieres acabar como ellos, ¡lee!'. O el genial: 'tienes 15 segundos para imaginar algo' (con un fondo blanco en la pantalla), que proseguía: 'si no has sido capaz de imaginar nada, deberías ver menos la tele'. O bien aquel juego de palabras que resumía toda la filosofía del programa: 'desenseñar a desaprender cómo se aprenden las cosas'.
Y es que Lolo fue una auténtica precursora y visionaria: activista y feminista en un momento muy difícil; la primera mujer que dirigió un programa de TVE con 'La Cometa Blanca' (previamente había sido guionista de 'Un globo, dos globos, tres globos'); la primera que introdujo un videoclip musical en la TVE; la primera que tuvo la inspiración de hacer programas televisivos infantiles que también gustasen a mayores ( algo que tienen muy en cuenta los guionistas actuales de Pixard); amén de aquella que introdujo unos modernos guiñoles, con un look muy punk, que bautizó con el nombre de los 'Electroduendes', dando pie a personajes como el 'Hada truca' o la malvada pero entrañable Bruja Avería, que soltaba frases tan sugerentes, actuales y provocadoras como: 'Viva el mal, viva el capital. Viva la CIA, viva la Economía!'.
Quizás lo más chocante de aquel experimento, visto hoy, sería su atrevimiento e incorrección política. A ello contribuyó el que Lolo Rico supiera subirse a la (rock) ola artística del momento. La 'Movida' proporcionó un look y una música al programa, gracias a artistas de la talla de Kiko Veneno, Santiago Auserón, Siniestro Total, Loquillo, Nacha Pop... Y fueron también artistas quienes contribuyeron a dar al programa aquel toque de surrealismo y humorismo necesario para complementar el «activismo» del equipo redactor. Ahí fueron claves dos descubrimientos de la directora: la irrupción de Javier Gurruchaga como auténtico showman televisivo interpretando a su divertida familia ficticia, con personajes como sus decadentes padres: doña Cayetana y Gregorio de Gurruchaga. Y dos jóvenes maestros del humor del absurdo a quienes Lolo descubrió actuando -y pasando la gorra- en el parque del Retiro: Pedro Reyes y Pablo Carbonell, que trajeron por la calle de la amargura a su compañera Alaska, ante las continuas improvisaciones fruto de su costumbre de llegar a las grabaciones sin estudiarse los guiones y tras una larga noche de juerga.
Pocos años antes de su muerte, tuve la suerte de conocer y visitar a Lolo en su casa de Donosti , con motivo de la entrevista que le hicimos un grupo de amigos para la revista 'A través del espejo'. Se nos antojó como una anciana entrañable, plena de sensibilidad, inteligencia y personalidad, aunque no exenta de un cierto sentimiento de soledad y melancólica nostalgia. Como ocurre siempre con los visionarios y precursores – al margen del ámbito que ocupen- Lolo tuvo que sufrir incomprensiones, envidias y censuras por parte de varios de sus coetáneos.
De todos los 'Electroduendes' que creó, decía identificarse con el Hada Video, por su afición por el séptimo arte. Y sí que debía tener algo de hada o hechicera, porque creo que su bola mágica tiene el poder de seguir haciéndonos recordar a muchos aquel niño – espontáneo, libre e imaginativo- que un día fuimos y tendemos a olvidar
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