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Retrato facilitado por Blackie Books de la escritora y poeta Gloria Fuertes incluido en una edición de 2017
Retrato facilitado por Blackie Books de la escritora y poeta Gloria Fuertes incluido en una edición de 2017 EFE
Libros

Gloria Fuertes, por el norte limito con la duda

«¿Habéis probado a escribir en las paredes mientras os besan?». Este mes se cumplen 25 años de la muerte de la autora de 'Poeta de guardia'. Sus poemas de 'Lo que pasa es que te quiero' son una invitación rotunda a descubrir su imaginario

Guillermo Balbona

Santander

Viernes, 10 de noviembre 2023, 07:28

A no ser en tus manos,/ donde mejor me encuentro es en el mar,/ allí empiezo a leer hojas a los peces/—en el bosque leo peces a las hojas—,/ en las hojas del nogal he aprendido (...)». La «poeta de guardia», la que decía que «antes de contar las sílabas, los poetas tienen que contar lo que pasa», se subía a su vespa y recorría pueblos como una juglar libertaria, melancólica, irónica, muchas veces mordaz. A ella se la suele recodar como una disfrutona de lo poético, que lo era; una lúdica prestidigitadora de las palabras, que lo era; y por esa levedad juguetona que permitía acercar la poesía a los niños como una maga curiosa, con la libertad a pecho descubierto y una ternura militante.

De Gloria Fuertes hay versos y poemas, como de Federico García Lorca, Neruda o Salinas, que van y vuelven, que se postulan vitales, actuales, perennes. Pero una de las entrañas inherentes a su escritura, muchas veces enterrada entre encasillamientos y etiquetas, y que definitivamente ha quedado a la intemperie, es la de la desgarradura vital y creativa. Esa incisión de dolor y resurrección, de deslumbramiento y conmoción tiene su mayor herida y elevación poética en sus colisiones de amor y de desamor. Una de las últimas contribuciones a lareactualización de su creación ha sido la antología de poemas de amor que incluyó algunos inéditos.: 'Lo que pasa es que te quiero' (Blackie Books).

A propósito de su publicación en primavera (permanece en las listas de obras más vendidas del género) se ha recordado que para Gloria Fuertes el amor «era algo involuntario, como la poesía o el hipo. Curiosa, melancólica y mordaz, le rompieron el corazón mil veces, y mil veces lo recompuso para seguir queriendo». La citada antología está impregnada del reflejo de la faceta más íntima de la autora a través de un centenar de poemas que navegan entre el amor y el desamor, «llenos de camas, bocas, desvanes, lágrimas, ríos, cuerpos y noches en vela». Un imaginario personal de una poeta única, isla ignorada, 'Patrona de los Amores Prohibidos'. Este mes se cumplen 25 años de la muerte de la madrileña de Lavapiés, mujer de verso en pecho, autora de una ingente creación de libros infantiles, pero capaz de llegar a todo tipo de lectores. La autora de 'Me crece la barba' coqueteó con las metáforas, practicó el arte de los juegos lingüísticos y combinó encanto, frescura y sencillez.

Lo que pasa es que te quiero. Poemas de amor (y desamor)

Lo que pasa es que te quiero. Poemas de amor (y desamor)
  • Autora Gloria Fuertes

  • Editorial Blackie Books, 2023

  • Páginas 160

  • Precio 21 euros

Lo coloquial, a veces un hallazgo infravalorado, formó parte del ADN poético de Fuertes, lo que se tradujo en una honda musicalidad, reconocible y cómplice, con la palabra mecida en un acto de honestidad, entre pliegues de ficción y autobiografía y ese ecosistema en extinción vinculado al lenguaje y la tradición oral. Gloria Fuertes era un espíritu libre que construyó una geografía con su propio mapa de querencias, con su cartografía de deseo y dolor: «Por el norte limito con la duda, por el este limito con el otro, por el oeste Corazón Abierto y por el sur con tierra castellana». Renovadora de la literatura para niños, la huella de la guerra , los amores frustrados y el esfuerzo (sufrimiento, sacrificio vital) que lleva implícito la construcción del poema marcaron su trayectoria.

Versos confesionales

Esa fragilidad autoconsciente, la soledad de la corredora de fondo, no impedía una idea clara de su poética: «Mi estilo (?) nació de la forma/ en que empleo el lenguaje que uso,/hecho con las palabras/cotidianas y populares/que no rehúso». Y, por supuesto, en contestación a Celaya, constituyen un friso de su escritura estos versos contundentes, musicales, casi un mandamiento: «La poesía no debe ser un arma,/ debe ser un abrazo,/ un invento,/un descubrir a los demás/ lo que les pasa por dentro,/ eso, un descubrimiento,/ un aliento,/un aditamento,/ un estremecimiento./ La poesía debe ser obligatoria». En sus versos confesionales, la declaración de principios, la llama y la ceniza de su vínculo poético asoma con total transparencia: «Mi arte (si esto de escribir es arte)/ es intentar traducir a poesía la realidad,/ y, claro, me sale realista,/y no porque sea lista/ sino porque no soy tonta». Entre declaraciones títulos y versos –«No estoy algo tranquila, estoy casi selvática»; «A lo mejor es bueno desesperarse mucho»– asoma irónico y desnudo el imaginario de una voz única, la portavoz del hecho poético, la niña de suburbios que encontró su mejor juguete en el barro y defendió el libro y, por ende, el poema como el mejor resplandor. «Las bibliotecas son tan importantes que tendrían que estar por todas partes, como las farmacias». La denuncia moral, las heridas del pasado y ese discurrir per dentro haciendo cosquillas las afueras. «Entre mi sangre y el llanto hay un puente muy pequeño, y por él no pasa nada, lo que pasa es que te quiero».

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