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La propia escritura de Juan Sebastián Cárdenas (1978, Cauca, Colombia) posee la textura de una búsqueda. La reflexión, los interrogantes, esos pensamientos que, como una enredadera fértil, componen su nuevo libro, 'La ligereza' (Periférica), permiten que fluya ritmo y contenido con idéntica significación. La suya es una obra densa, un ensayo como etiqueta, pero también un ejercicio de estilo que persigue la propia ligereza de lo pensado, la misma entraña de lo que trata de nombrar: un presente y sus estados. «El gran arte siempre parece flotar». La sentencia del autor de 'Zumbido' es algo así como el mantra, el sonido que atraviesa su libro en el que se agitan muchas direcciones, todas con una claridad que empuja, casi obliga, a seguir su pista tras la lectura. Es una obra de señales y quizá su mejor virtud es que frente al habitual lugar encorsetado, el pensamiento convive aquí con el relato.
La sensación es la de que nos quiere contar el mundo pero de otra manera, llamando la atención sobre zonas inasibles, territorios ásperos que esperan ser sembrados y ese deseo constante de desentrañar lugares a los que se ha despojado de misterio. Cárdenas, tal como se postula, disecciona cómo distinguir una obra valiosa de la que no lo es. La singularidad y la hondura que la ensalcen y la sencillez que la trasciende. «El arte da placer no porque imite a la vida, sino porque es capaz de traducir sus leyes secretas al lenguaje de las formas sensibles. Y la vida es «ligera, fugaz, esquiva, grácil, vulnerable y resistente de un modo inexplicable». En su afán por desentrañar ese concepto, el autor propone cuestiones esenciales para reflexionar «sobre lo que hoy consideramos digno de admiración, ya sean las modas, lo militante, las inercias del mercado, la posibilidad de la utopía o el lado oscuro de uno de los mantras de la sensibilidad contemporánea». En su punto de partida ya deja ante el lector toda na declaración de principios: «Todo gran arte trae consigo la marca de la ligereza. No importa cuán pesado luzca, no importa si sus procedimientos y sus materiales evocan el fárrago o la mole. El gran arte siempre parece flotar, cosa tanto más sorprendente si se trata de objetos voluminosos: las catedrales góticas, como naves espaciales a punto de despegar; los párrafos de Rabelais y Cervantes; cualquier página de Onetti; las conversaciones diabólicas de Thomas Mann; la composición abisal de Velázquez; los edificios de Lina Bo Bardi». Y va más allá: «Dan ganas de soltar esta fórmula: si no flota, no es arte. Si se hunde, casi con toda seguridad, no será gran arte. El arte mediocre finge flotar o, incluso peor, hace todo lo posible por no elevarse, por verse grave y adoptar las muecas exteriores de aquello que antes ha sido identificado con el gran arte. Su marca es la imitación de todo lo que tiene un peso innecesario. El arte mediocre logra a veces simular el aspecto del arte, pero nunca se eleva».
Autor Juan Cárdenas:
Editorial. Periférica
Colección. Pequeños tratados
Páginas. 136
PVP. 13.50 euros
El autor de 'Tu y yo, una novelita rusa' y 'El diablo de las provincias' (Premio José María Arguedas) y del libro de relatos 'Carreras delictivas', traductor de Faulkner y Thomas Wolfe, refiere que «capas y capas de materia, sedimentaciones de historia humana y natural adquieren de repente una forma grácil, aérea...». Y advierte: «Tampoco es fácil distinguir la ligereza. Por desgracia vivimos en un mundo que confunde la ligereza con la frivolidad. Y no hay nada más pesado, nada más insoportablemente pesado que la frivolidad». Y reflexiona: «la frivolidad en el arte es una rama triste de la repostería: ese merengue que promete quebrarse y liberar un polvillo etéreo y, sin embargo, al mínimo contacto con los dientes acaba derramando dentro de la boca el veneno cremoso y multicolor de la ideología dominante. (...) Si algo pesa demasiado, basta un poco de arte para moverlo».
Al cerrar 'La ligereza' Juan Cárdenas, en 'Parábola del no retorno', abre a su vez nuevas puertas y diferencia entre paisaje y territorio. A su juicio, este «es una sedimentación de experiencias y saberes dentro de una geografía concreta».
Frente a las modas e imposiciones, el autor en una defensa de lo barroco asegura que «lo abigarrado no es lo multicultural ni la papilla mental de la diversidad que nos embuten hoy de tantas maneras», mientras reivindica una zona de conflicto donde nada está resuelto. Puede que algunos solo vean una teoría estética en 'La ligereza', pero Cárdenas alumbra sugerencias, ilumina caminos y escribe de inquietudes con la ligereza grave de la literatura.
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