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Uno de los más prestigiosos neurocientíficos actuales (y probablemente futuros) es un gran amante del cine de ciencia ficción. Rodrigo Quian Quiroga (Buenos Aires, 1967) se pasó muchas tardes de su juventud en los cines de la calle Corrientes viendo películas –ahora clásicos– como 'Blade Runner' o 'Robocop'. Sus intereses ya eran la física y las matemáticas aplicadas que lo llevaron primero a trabajar en Alemania y luego a ser el director del Centro de Neurociencias de Sistemas y jefe de Bioingeniería de la Universidad de Leicester. Científico en aprendizajes varios, quedó impactado con el mundo que refleja 'Matrix' (1999), las manipulaciones de la memoria de 'Total Recall' (Desafío Total) o las visiones futuristas de filmes como 'El planeta de los simios' o '2001: Odisea del espacio', analizados ahora –décadas más tarde– con una visión más erudita y experimental.
El estudio del cerebro humano y sus investigaciones lo han llevado a aplicarlas al cine para intentar explicar cómo se pueden borrar recuerdos o implantar prótesis neuronales. Su gran descubrimiento han sido las neuronas de concepto –también llamadas de 'Jennifer Aniston', cosas de una serie televisiva–, algo que puede resumirse como que existen neuronas que solo responden a un estímulo tan genérico como el de una actriz, pero no a su imagen sino al concepto. A millones de otras neuronas les pasa lo mismo, cada una a lo suyo, representando conceptos abstractos en un área muy especial del cerebro que es el hipocampo.
Ahora, trabajando más tranquilo en el Instituto de Investigación del Hospital del Mar en Barcelona, se ha vuelto más reflexivo y filosófico, juntando sus pasadas experiencias literarias y cinematográficas con el presente neurocientífico y el futuro de la humanidad. Ha elegido diez grandes películas de ciencia ficción para desentrañar sus claves y posibilidades de realidad. Su preferida –adivinada ya en el título del libro– es 'Blade Runner', donde en el momento más memorable, el replicante Roy Batty dice sus últimas palabras: «He visto cosas que ustedes humanos no creerían. Todos estos momentos se perderán en el tiempo como lágrimas de lluvia. Tiempo de morir…».
Titulo Cosas que nunca creeríais. De la ciencia ficción a la neurociencia
Autor Rodrigo Quian Quiroga
Editorial Editorial Debate, 2024
El libro se abre con un examen de la inteligencia de las máquinas a partir de la obra maestra de Stanley Kubrick '2001: Odisea del espacio'. ¿Puede una máquina –el ordenador HAL 9000– llegar a pensar y ser inteligente? Quian se remonta a teorías de filósofos griegos que pensaban que hay algo diferencial del hombre respecto a las máquinas; estas son solo materia, no tienen mente ni alma humana que pueda decidir. Más de dos mil años más tarde la situación no es la misma, con la aparición de la Inteligencia Artificial (IA) o los vaticinios de otra película: 'Terminator' explica cómo se creó Skynet, la IA que sometía a los humanos. Un capítulo clave para entender la forma con que el autor llega a conclusiones particulares, tras un recorrido histórico y actual por investigaciones y literaturas. Su postura es clara: los avances de la IA han sido sorprendentes, pero la inteligencia humana es todavía muy superior a la de una máquina llena de algoritmos. Apasiona su lectura por el esfuerzo de hacer comprensible la ciencia y ver las muchas aristas de cada problema. Lo suyo es toda una Neurodidáctica.
Las grandes cuestiones filosóficas de los siguientes nueve capítulos son peliagudas (o peligraves, siempre con pelis): ¿Sienten los androides? ¿Existe una consciencia animal? ¿Es la realidad una ilusión? ¿Se puede leer la mente humana? ¿Existe el libre albedrío? ¿Qué identidad damos a los cyborgs? ¿Cómo se construyen los sueños? ¿Se puede manipular la memoria? ¿Se pueden implantar controladores en el cerebro? ¿Nos sentiremos inmortales o al menos más duraderos que con nuestras actuales esperanzas de vida?
Las respuestas son personales, pero Quian ayuda a entenderlas y pensarlas con muchos datos científicos, unidos a un repaso por la historia de la filosofía y su amor por autores como Borges o Cortázar. La argentinidad borgiana de Funes el memorioso –no es posible no olvidar– o las experiencias con el síndrome de la mano ajena del octaédrico Lucho en el metro parisino son argumentos que ayudan.
Detrás de este síndrome estaría lo que se conoce por libre albedrío, algo que el filme de Spielberg 'Minority report' (2002) trata con el argumento de cómo un grupo de policía–llamado Precrime– logra reducir la tasa de criminalidad literalmente a cero en el Washington de 2054 a partir de predecir, a través de visiones de personas con capacidades psíquicas extraordinarias, crímenes que pueden suceder en un futuro cercano. Spielberg se documentó exhaustivamente y algo vislumbraba; experimentos posteriores han descubierto la 'choice blindness', la ceguera de elección o fácil manipulación de las decisiones humanas, y la constatación de que una decisión consciente es una consecuencia de procesos inconscientes de nuestro cerebro.
Este y otros descubrimientos neurocientíficos explicados con detalle y claridad hacen del último libro de Quian una apuesta divulgativa diferente, con mucho neuro-cine: «Lo que era ciencia ficción hasta hace unos pocos años, ya es ciencia».
Y una pregunta 'matrix' se hace inevitable al final: ¿El autor escogería la pastilla azul o la roja? Su respuesta es para pensar todavía más: «Vivimos con la pastilla azul. Pero tomaría la roja, que significa aceptar y entender que vivimos dentro de 'Matrix', ya que todo lo que experimentamos es una construcción de nuestros cerebros». Y un final realista: «Escribí el libro para mi mujer y mis tres extraordinarios hijos». Continuará.
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