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Viernes, 11 de octubre 2024, 07:16
Santander. Hace ya más de dos décadas. El Teatro Casyc de Caja Cantabria (entonces, hoy Fundación) convoca su tribuna literaria. La invitada, con su libro bajo el brazo, es Maruja Torres. Se asoma entre las cortinas del telón y suspira. Hay casi quinientas personas. En su mayoría, mujeres. Son las más lectoras (lo siguen siendo) y las más activas y participativas en el mundo cultural. La autora de 'Hombres de lluvia' muestra una mezcla de ansiedad y agitación. Los nervios, confiesa, están siempre ahí, pero la palabra, la necesidad de comunicar y la pasión afloran en cuanto se sienta ante la audiencia y disecciona la realidad en apenas tres detalles, cuatro anécdotas y una intensa y febril facilidad para dejar el mundo a la intemperie. Esa misma mirada, ese idéntico vínculo con la realidad es el que atraviesa las páginas de su regreso: 'Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo' (Temas de Hoy). Un mosaico personalísimo que huye del encorsetamiento de cualquier género y crea y recrea una estancia, como el agua que fluye, que canaliza recuerdos, vidas ajenas y la vida propia en un relato, que son muchos, marcado por el humor y la lucidez. La contadora de historias se sitúa en un umbral, el de la vejez y el de la muerte, e ironiza sobre finales, decadencia, dolor, terapias, medicamentos..., entre reflexiones jocosas y esa cáustica mirada sobre las cosas y las personas. En realidad es un libro que, tal como deja claro, «no va de la muerte, sino de la celebración de la vida. De la lucha por la vida, que es la esencia de la vida misma, tal como la siento, aunque sea jodidamente corta, incluso cuando más se prolonga». Maruja Torres aúna experiencia, edifica un relato de vida, juega con el lenguaje con la soltura, precisión y elegancia con lo que hizo en otros libros, o en sus columnas, y fusiona su oficio en el hecho de contar. En una de las primeras presentaciones de su libro subrayó lo que su trayectoria certifica, que el periodismo ha sido «el gran amor» de su vida».
Titulo Cuanta más gente se muere, más ganas de vivir tengo
Autor Maruja Torres
Editorial Temas de hoy. 2024.
Precio 20 euros
Metáforas, frases seductoras, expresividad, ingenio y esa capacidad de síntesis innata al buen periodismo atraviesan los más de cuarenta epígrafes (capítulos o episodios) cortos como sorbos en los que Maruja Torres se bebe la vida. Un trayecto, precedido de un revelador prólogo, 'Palabras a modo de felpudo en las puertas', entre confesiones, deseos en voz alta e imaginativas maneras de ver a su alrededor. Y esa constante sombra reconvertida en una divertida inmersión entre pensamientos como: «A estas alturas ya solo te citan los médicos» y «Envejecer, morir (o todavía no), el cómo llegarás a ello (la gran incógnita), cerrando y abriendo puertas».
Lo que sembró y se fugó con el paso el tiempo, fiel a su estilo, es revisado ahora por su autora con una mirada que encuentra respuesta en el propio libro: «Yo escribía porque me pasaban cosas y buscaba que me pasasen cosas para escribirlas». Amistades y viajes, Beirut siempre, el cine, las redes sociales, los hombres, los achaques, el alcohol... La narradora de El Raval barcelonés, Maruja Torres (1943) se reconstruye entre sus descripciones, querencias, detalles y esas pequeñas cosas: «La vejez es un campo de batalla», escribe la autora de 'Un calor tan cercano', mientras declara que «nunca fui buena para el amor verdadero, que requiere dedicación y paciencia, y es posible que otro carácter».
En ese preludio significativo la periodista alude a esas primeras páginas de los cuadernos en los que, empezó a escribir «un desordenado dietario: notas por aquí, flechas por allá, exclamaciones de júbilo, mecagoendioses varios. Esas cosas que hacemos cuando escribimos sin saber que, algún día, alguien te propondrá que sigas tomando notas, pero que ahora lo hagas en serio, que ordenes el material, que recuerdes que fuiste una profesional de la escritura (y de la aventura) antes de convertirte en una amateur de la jubilación». Sin abandonar nunca el humor, los apuntes de la premio Nadal y Planeta dejan claro que su libro va «de la conciencia de estar viviendo y de la consciencia del conocimiento de cuanto acontece». Y se subraya a sí misma en breves pero hondos fragmentos literarios a modo de inventario: «El Tiempo al que me refiero, aquel que aprecio y acaricio porque lo noto irse, ofrece valles sombreados, refugios y también abismos angustiosos». La también corresponsal de guerra (en la invasión USA de Panamá estaba acompañada por el fotógrafo de la UIMP Juantxu Rodríguez cuando fue asesinado por soldados estadounidenses) se mueve, siempre desde la claridad, entre las decididas ganas de contar y esa conciencia de tener un lugar en el mundo como salvavidas: ser una chica de barrio que nunca se rinde.
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