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Interrogantes, pensamientos solapados, flujo de palabras y una rítmica hipnótica, densa sucesión de ramas entrelazadas que compone un árbol mayor llamado literatura. John Fosse narra como si te abrazara. Y a golpe de nacimiento y muerte, en un bucle de vida, la cotidiana y la interior, traza un trayecto donde el lector se siente guiado hacia la propia esencia de lo humano. El más reciente Premio Nobel, que debutó en la novela hace casi medio siglo, dramaturgo distinguido, asomaba con 'Mañana y tarde' (Nórdica/De Conatus) el día que anunciaba su galardón la Academia sueca.
Pasado y presente, tiempos que se encuentran y funden en una enredadera de pequeños detalles, construyen lo orgánico, el latido y la sangre de este recorrido en lo visible y lo invisible. «Nace un niño que se llamará Johannes. Muere un anciano llamado Johannes». De los pensamientos del padre de Johannes cuando su esposa se pone de parto a los propios pensamientos de Johannes «cuando se embarca en un día de su vida en el que todo es exactamente igual, pero totalmente diferente». Sueño y lucidez, austeridad y una punzante, machacona, estilizada poética que juega a un duelo entre la simplicidad y la hondura. «(...) ¿qué es todo lo demás? ¿el cielo azul? ¿los árboles que brotan? ¿el verbo que fue lo primero, como dicen las Escrituras, y que por la gracia nos da un entendimiento profundo? ¿qué es lo demás? ¿qué será? ¿quién puede decirlo? porque tiene que haber un espíritu de Dios que esté en todo y haga que las cosas sean algo más que una nada, que las transforme en sentido y en colores, y por tanto, piensa Olai, también las palabras y el espíritu de Dios deben de estar en todo, pues sí, (...) que Dios creara un mundo bueno y sea omnisciente y omnipotente, como dicen los beatos, eso no se lo ha creído él nunca del todo, pero que Dios existe, eso lo tiene claro, porque Dios existe, aunque esté muy muy lejos y muy muy cerca, porque Dios está en el individuo».
Al inicio puede desconcertar, aunque no sea nuevo. Pero cuando uno se sumerge en 'Mañana y tarde' y se deja llevar por esa prosa, como agua que fluye, se revela la elección de Fosse que escribe sin puntos finales en cada párrafo, en ocasiones en interminables párrafos también sin puntos seguidos, y sobre ese aparente ejercicio de estilo una serie de voces entrecruzadas. Aunque la novela corta vio la luz hace más de dos décadas, su aparición en español vino a coincidir con el Nobel y el descubrimiento del escritor a muchos lectores.
Ficción con pulso y diálogo temporal, discurso con sonido inherente, la escritura sin pausas del autor de 'Trilogía' tiene algo de ese músculo intenso y flexible que busca reflejar el pensamiento directo, como en las obras de Virginia Woolf, pero también de lo que dice uno al otro, de la duda y la pregunta mientras discurre la reflexión en voz alta. Cacofonías, sentido reiterativo en el ritmo, «ecos bíblicos», según la crítica noruega, lo que prima en cualquier caso es esa poética existencial, de ideas y pensamiento que recorre su obra. Como los cuatro tomos de 'Septalogía', entre la creación de un cuadro y el rezo: «Y me veo a mí mismo de pie y mirando el cuadro con las dos líneas que se cruzan en medio, una línea morada, una línea marrón, es un cuadro más ancho que alto y veo que he pintado las líneas lentamente».
Autor Jon Fosse
Editorial Nórdica, 2023
Páginas 112
Precio 18 euros
Oración humanista, 'Mañana y tarde' –alumbramiento y ocaso podría haber sido otro de sus títulos– tiene algo de salmo, de invocación hacia dentro y fe en las palabras. Fosse (Haugesund, 1959), autor de más de cuarenta obras de teatro, además de poesía y ensayos, debutó como escritor en 1983 con la novela 'Raudt, svart' (Rojo, negro). Cabe en la voz de sus criaturas un minimalismo aparente, de lenguaje hondo que se adhiere a la piel de las cosas y los resquicios de las sensaciones.
Fosse busca una apropiación de los detalles, del ser cada uno y el otro, de lo inmediato que ya es pasado y de ese futuro que mira a lo sucedido. El niño y el anciano, Johannes ambos, vertebran las escenas de los trayectos de una vida, entre pensamientos ajenos y reflexiones, y explora como un atrevido aventurero ese territorio envenenado del tempus fugit. En el Nobel las palabras siempre están al límite, necesarias, reconocibles, a veces inválidas e insuficientes y otras desgarradas como extraídas de un manantial que busca un cauce final con el que enfrentarse a la muerte y en el que se revelan huellas de lo religioso. Y el narrador insiste en las repeticiones, en los juegos y efectos a la hora de nombrar y de lo verbal. Pero nunca es efectismo, sino una prosa que se antoja cargada de naturalidad que va destilando su esencia poética. En el caso de 'Mañana y tarde' todo ello queda aún más subrayado a través de una sensibilidad donde habita y aflora lo cotidiano y la experiencia, la conciencia de ser y su falta, el estado previo al nacimiento y el posterior a la muerte. Subjetividad y trascendencia. El libro cruza fronteras entre personas fallecidas y un presente de ensoñaciones y espejos. El discurso parece una casa de fantasmas, de presencias y ausencias, de voces y estados silentes donde las escenas sin lógica parecen intercambiarse y complementarse.
Fosse ha precisado a menudo que sus libros no se leen por la trama, pues no escribe sobre personajes. «Escribo sobre la humanidad».
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