Borrar
Calderón frente al Drink Club, local regentado por su hermano Ramón y German del jazz en Santander.
Calderón frente al Drink Club, local regentado por su hermano Ramón y German del jazz en Santander.
Sotileza

Juan Carlos Calderón, el gran desconocido al que todos cantan

La musicóloga Mar Norlander publica 'Juan Carlos Calderón. ¿Quién eres tú?', un extenso recorrido por la carrera del músico cántabro, «el mejor compositor del último tercio del siglo XX» e «imprescindible» para la cultura popular española

Jueves, 29 de agosto 2024

Quiero pasar el tiempo lo más agradablemente posible y de la mano de la música, que significa mucho para mí». Un joven Juan Carlos Calderón, con veinticuatro años, respondía así a una entrevista en 1960. En aquella época había hecho un alto en sus estudios de Medicina en Oviedo y se había sumado a la aventura de su hermano Ramón, un pionero en Santander que provocó un cambio en las costumbres de ocio nocturno de la época. Lo hizo con la apertura del Drink Club, un local donde ofrecer música en directo, jazz y rock. Allí se creó el Drink Club Jazz Quartet, formado por Juan Carlos Calderón (piano) Isidoro Cuesta (saxofón), José Luis García (contrabajo) y Fernando Calderón (batería).

Por aquel espacio primigenio pasaron figuras como Pedro Iturralde, Tete Montoliu, Bill Vogel o Elia Fleta. De ellos y otros bebió un ávido Juan Carlos, sin ser del todo consciente de que aquellos primeros compases definirían el resto de su vida y, por extensión, de la música en España.

El periplo del cántabro, vital y profesional, se recoge en 'Juan Carlos Calderón. ¿Quién eres tú?', el recorrido más amplio por su trayectoria publicado hasta la fecha. La autora, Mar Norlander, defendió una tesis doctoral sobre la figura de Calderón en 2023 que amplío más tarde para dar lugar al libro editado por Milenio. 370 páginas cuajadas de anécdotas, referencias y visiones personales, pues para la composición de la obra ha contado con la familia del músico, especialmente con el testimonio de su hija Teresa, que ejerció como asistente del compositor en su última etapa.

«Fue una casualidad –explica la doctora en Musicología–. No era fan y lo conocía superficialmente, como la mayoría de la gente». Pero, en un concierto del Consorcio, Norlander prestó especial atención a las canciones y empezó a rebuscar. Encontró discos de jazz, composiciones que conocía y no sabía que eran suyas, música de cine y teatro… «Me pareció una mina, algo muy interesante y me sorprendió que no hubiera nada escrito sobre él un poco consistente». Así que decidió escribirlo ella misma.

Los deseos de un Calderón siempre curioso se cruzan a lo largo del relato con las sucesivas oportunidades laborales que van surgiendo. Así, en sus comienzos no se sentía atraído por el pop. «Su sueño era tocar con una sinfónica, de las que solo disponían las grandes discográficas». Más tarde encontraría la inspiración en la misma fuente que cientos de artistas: los Beatles, «para crear belleza a partir de la sencillez de una canción pop». Y Norlander tiene claro el resultado: «Fue un autor imprescindible para la cultura popular española». Y, desde su punto de vista «el mejor compositor del último tercio del siglo XX». El más completo. Y sin embargo, «el carácter español hace que, como tuvo éxito, se le dé poco valor».

Los tres hermanos Calderón en el estudio de Fernando. Familia Calderón

En algunos libros se menciona alguna pequeña parte de su biografía, pero «nadie había reparado en él». Esa ausencia prolongada necesitaba ser subsanada «no porque yo quisiera hacerle justicia, sino porque la merece en sí», defiende la escritora asturiana.

Entre las numerosas y variadas fuentes en las que Norlander se ha documentado aparecen catálogos de arte como 'Calderón Inaudito', el blog del Centro de Educación de Personas Adultas de Santander, el libro 'Regreso a Bestiápolis, Fragmentos de la memoria' de Fernando Calderón, artículos de El Diario Montañés o la 'Historia del pop español' de José Ramón Pardo, que firma el epílogo del libro. Pero una de las aportaciones más significativas, es el retrato personal de Juan Carlos Calderón hecho por su propia familia.

Lugares y costumbres

Norlander contactó con la SGAE para pedirles partituras de las composiciones de Calderón. La entidad le remitió a Teresa, su hija, que se ofreció a facilitarle el material que necesitara. Incluyendo recortes de periódicos «de esos que guardan las familias cuando empiezas a hacer algo, pero todavía no eres famoso». Nunca condicionando, «sin interferir en nada», destaca la autora. Tanto material que una parte no entró en el libro publicado. Al final del mismo aparece un epílogo escrito por la propia Teresa. Un acercamiento íntimo, desde un punto de vista único al Juan Carlos Calderón padre, hermano, a sus costumbres, como la de trabajar de noche o hablar durante horas por teléfono, tanto con su familia como con los artistas con los que trabajaba en Estados Unidos. Teresa recuerda la casa de Santander donde nació y vivió su padre y cómo echaba de menos la ciudad durante sus primeros años en Madrid, las estrecheces que vivieron en tiempos de guerra, periodo en que los tres hermanos, «colaboraba como podían» en el sustento familiar. «Trabajar desde tan joven forjó su carácter y por eso fue siempre muy luchador», relata. Los hijos del artista se acostumbraron a ver pasar por «el cuarto del piano» a cantantes famosos de la época; Mocedades, que eran «de la casa», Massiel, Mari Trini, Raphael, Serrat, Cecilia, Peret… El éxito de 'Eres tú', su composición más universal, les sirvió para comprar la casa de Las Matas, en 1976, donde construyó un estudio, en el jardín, en el que trabajaría con Ana Belén, Miguel Bosé o Luis Miguel cuya carrera contribuyó a cimentar. Y es que la lista de canciones firmadas por Calderón abarca innumerables nombres nacionales e internacionales.

Junto a Cecilia, recogiendo el galardón del festival de la OTI en 1975. Familia Calderón
'En mi terreno', fue una composición para Chavela Vargas. Familia Calderón
Ensayando con Ricky Martín para quien compuso el álbum 'Me amarás' en 1993. Familia Calderón
Con Mocedades, que eran «de la casa», en 1973 en Eurovisión. Familia Calderón

1 /

Solitario, pero familiar, prefería trabajar de noche, «sobre las siete de la tarde empezaba su vida productiva» y en su época en Estados Unidos, ya en los ochenta, le gustaba pasear por los cementerios y ver las tumbas de los actores a los que admiraba. De Rodolfo Valentino a Nathalie Wood.

La muerte de sus tres hermanos, en apenas cuatro años (Teresa en el 2000, Fernando en el 2003 y Ramón en el 2004) fue «un mazazo del que ya no levantó cabeza». Cuando la enfermedad hizo acto de presencia. Juan Carlos Calderón quiso regresar a Santander. Se alojó en Villa Asunción, la casa de sus padres, «cubierta por la hiedra que tanto aparecía en sus canciones», comió rabas en El Puerto, quisquillas en el Solórzano y regresó al Drink Club. Una despedida de los lugares que habían tenido un peso específico en su vida.

El método

El libro incluye una suerte de 'manual' al estilo Calderón. 'Develando mis secretos' es el contenido de una conferencia que el cántabro dio en México, un país que ocupa un lugar preferente en su trayectoria donde «el respeto y la admiración fueron mutuos».

Allí, en 2005, se inauguró una escuela con su nombre –en Santander habría que esperar a 2012 para que se diera su nombre a un centro cívico–y ofreció a los asistentes muchos de sus secretos profesionales, ilustrados con anécdotas en 'Mi aventura musical'. Un documento que para Norlander resulta «muy valioso, pues a través de este escrito relata sus técnicas y trucos para componer y construir una canción».

Portada del libro, editado por Milenio que ya está a la venta.

«No soy profesor de teorías, pero la experiencia y la vida me han enseñado más que las escuelas», dice Calderón, quien recuerda cómo David Foster le dijo que estaba loco «por ser intérprete, arreglador, pianista, autor de la música, la letra, director de orquesta y productor». Un visión con que coincide Norlander, quien afirma que «Tiene tanto abanico que parece dificilísimo abarcar tanto en una sola cabeza».

Calderón, a quien le gustaba más componer más en España que en América, consideraba que lo más importante era el talento y diferenciaba a los profesionales buenos y los correctos, a los que llamaba artesanos. La honestidad musical y la afición resultaban vitales, desde su punto de vista, para ser buen músico pero, «también ser persona, pues de ello depende el éxito».

Con un sistema que consistía, como reconoce, «en la falta de sistema», afirmaba que «la soledad del aislamiento o ir a un sitio ex profeso para trabajar» le horrorizaba. «Siento como si tuviera que ir al colegio, trabajador, obrero de la música».

Entre cuatro u ocho compases compuestos cada día, constituían su gimnasia, considerando «la inspiración un músculo». Los primeros bocetos que escribía para cualquier trabajo, solía desecharlos. «A veces es buena la primera composición, pero es raro».

Luis Miguel le dijo en una ocasión: «Lo bueno de tus letras es que no hay que explicarlas antes de cantarlas». El cántabro estaba en contra de las letras metafóricas, oscuras o pseudo poéticas. «Si no se domina léxico son mejores las historias».

Poseedor de múltiples reconocimientos, seguir escribiendo canciones era el verdadero premio para Juan Carlos Calderón. «No he dejado de soñar ni de construir felicidad para quien haya querido escuchar mi trabajo». Ahora, además de seguir escuchando sus creaciones eternas, pueden leerlo.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Juan Carlos Calderón, el gran desconocido al que todos cantan