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Durante mucho tiempo Mario Crespo y yo hemos pensado y hemos dicho que hay una palabra santanderina que expresa lo inexpresablemente fáctico de alguien en particular: en Santander se dice que alguien es 'lumio' o 'lumia' queriendo decir que es, a la vez, lista o listo pero no del todo
El otro día descubrió Mario una cita de Álex Grijelmo y Pilar García Mouton en su libro 'Palabras moribundas' (2011): se describe en Cantabria 'lumio / lumia' como marisabidilla/o, sabionda/o o enteradita/o. Obsérvese los tres diminutivos, el '-ita', el '-onda' y el '-illa'. Tres diminutivos que se aplican fatalmente a la denominación de 'lumio / lumia'. Se cita también un texto de mi propia novela El temblor del héroe: «Eres un desagradable sabiondo, un lumio». Pues eso mismo lo tenemos ahí lexicalizado. ¿Qué nos pasa con 'lumio / lumia'? ¿Por qué nos parece a los santanderinos tan expresiva? ¿Por qué consideramos que clava a un determinado personaje o a su particular comportamiento en ciertas ocasiones?
Si se observa los tres sinónimos –marisabidilla, sabiondo y enteradito—, los tres coinciden en tener una relación con el conocimiento, con el saber algo de algo. No son tontos o brutos o ignorantes: están al tanto, están en la pomada, saben de qué va. Pero ¿no serían sencillamente personajes inteligentes si estuvieran tan al tanto que supieran de verdad lo que pasa en un asunto? Hay en el concepto del 'lumio' un como saber amanerado o aterciopelado o redorado, un regusto de trivialidad y chisme. Yo mismo, por ejemplo, de niño y no de tan niño pude ser considerado un lumio en el sentido santanderino: «¡Fíjate mamá qué mal va esa señora con un lazo rosa encima del sálvasealaparte!». ¿Por qué me fijé en eso y llamé la atención de mi madre sobre ese asunto, en vez de fijarme que la señora en cuestión era una señora abundante, fogosa, que compraba una docena de pasteles en Fripsya un domingo después de la misa de doce? Si se hubiera tratado de mi propia madre, que por cierto no se hubiera puesto el lazo, no hubiera yo tampoco hecho comentario alguno.
El lumio es malicioso, la lumia es maliciosa. Lo que se quiere decir es que, quien sea, si es lumio, se malicia esto y lo otro acerca de personas que conoce o que, a fin de cuentas, desconoce. Yo fui, obviamente, un niño mirón, curioso, de fijarme en detalles, un niño impertinente. Pepito Grillo es, si se quiere, lumio. ¿Son lumio y lumia malos bichos sociales? Esto equivale a preguntarse: ¿son los chismosos y chismosas mala gente? En mi opinión, son de temer. Pero, ¿son malos? ¿O son, sencillamente, observadores de la realidad social que es, con frecuencia, cómica? ¡Ah, hemos llegado al gran término! Comicidad, lo cómico, la risa. Reírse es sin duda una expresión de bienestar y de alegría. Pero la risa y la risión es con frecuencia malvada. La risa es peyorativa. Por eso es frecuente que una malhumorada víctima de unas risas pregunte: «¿se puede saber de qué se ríe usted?».
Y si el risueño es sincero tendría que responder: «Pues de usted, caballero». Y exponerse entonces a que le dieran un buen bofetón por insolente: «¡Insolente, vaya usted a reírse de su puñetera madre!». Ningún enamorado diría a su enamorada: «Margarita, eres la lumia más preciosa que conozco…». Dientes de perlas, labios de rubí, serán imágenes gastadas pero son preferibles a decir «¡eres el más hermoso lumio que conozco…!». No nos gustan los lumios o lumias porque nos medio ven en el ámbar o el reposadero o la lupa del ridículo. Sentirse ridículo es muy desagradable. Y el lumio o lumia detectan lo ridículo muy rápido, son incómodos.
Hemos buscado Mario Crespo y yo afanosamente 'lumio / lumia' en la última edición del Diccionario de la Real Academia Española (Diccionario de la Lengua Española, DLE). Y también en el María Moliner. Y no se hace ninguna referencia a nuestro lumio: sólo aparece 'lumia' como 'prostituta'. Es evidente que, sin embargo, nuestro lumio / lumia forma parte de los términos cognitivos o perceptivos del campo semántico de 'lux', de 'lumen'. La descripción de Grijelmo y García Mouton recoge el momento minisapiencial de lumio y lumia, a saber: hay una luz y atención burlona en el ojillo de ambos. El lumio es sabidillo, resabido. ¿Es esto todo? ¿Le parecerá adecuado a don Pedro Álvarez de Miranda, nuestro lexicógrafo santanderino y madrileño, académico de la Real Academia Española, le parecerá suficientemente bien lexicalizado este santanderinísimo término?
Ilustración: Marc González Sala
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Lucía Palacios | Madrid
María Díaz y Álex Sánchez
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