Secciones
Servicios
Destacamos
María Teresa de Huidobro creció mirando a la bahía desde la ventana de su casa en el Paseo Pereda. No la perdía de vista ni en vacaciones, puesto que el veraneo de la familia consistía en desplazarse unos metros más arriba hasta el Paseo del Alta –hoy General Dávila– al chalet Villa Huidobro que su padre había comprado al cónsul francés. Nunca salió de ese perímetro conservador envuelto, eso sí, en un entorno familiar fuertemente cultural que la influyó a destacar en las letras y en el teatro. Huidobro nació en Santander en 1911 en una familia acomodada y conservadora, talante que heredó y defendió con su fuerte temperamento a lo largo de su vida.
Su padre, un ingeniero de Caminos que trabajaba para la Junta de Obras del puerto, mantuvo una intensa pasión por la música que inculcó a sus seis hijos. Escribía música, organizaba conciertos e hizo que sus herederos aprendiesen a tocar algún instrumento y a pintar. María Teresa estudió canto y fue también una gran lectora. En su biblioteca dejó clásicos españoles y extranjeros junto a numerosos libros dedicados de diferentes autores.
Desde pequeña organizaba funciones de teatro y recitales con amigos y familiares hasta que a los dieciocho años debutó como actriz en una comedia, no sin ciertos reparos de su padre –«si te llega a ver tu abuela…»– que consintió la vocación por el escenario de su hija aunque ni a él ni a su esposa, Ana Iglesias, les pareció apropiada. Esta libertad, extraña para la época –María Teresa no llegó a casarse, destino común de las mujeres de la época– le permitió incluso matricularse en algún curso de verano de literatura en Santander. Pero no en la republicana Universidad Menéndez Pelayo sino en la Universidad Católica de Verano, ya que durante ese tiempo coexistieron ambas.
Huidobro siempre mantuvo fidelidad a los principios conservadores en los que creció, a diferencia de su coetánea Ana María Cagigal cuyo pensamiento evolucionó hacia posturas más progresistas. María Teresa disfrutaba discutiendo de política y cuando comenzó a colaborar en los periódicos algunos de sus artículos levantaron polémica. De hecho, mantuvo algunas, bastante sonoras en la prensa con la propia Cagigal quien reivindicaba la participación femenina en la vida social y cultural, mientras Huidobro defendía la presencia de las mujeres en el hogar.
Pronto empezó a frecuentar ambientes culturales de Santander y a escribir sus primeros poemas en algunos de los cuales la mujer de carácter autoritario y dominante que fue aparece como una persona vulnerable y necesitada de amor. Muchos de ellos, la mayor parte, compuestos entre los años 30 y 40, inéditos y referidos a la naturaleza y al paisaje, y a temática religiosa y existencialista. Dedicó, también, muchas composiciones poéticas a escritores, amigos y familiares. El desorden fue una de sus debilidades que, al parecer, no contribuyó a conservar toda su producción.
Especialmente en las páginas de El Diario Montañés publicó gran número de artículos sobre temas literarios y, en menor medida, sobre pintura a la que también era una gran aficionada. Es autora, además, de varios relatos y cuentos en su mayoría sin publicar. Gran parte de sus poemas se reunieron en el libro 'Por los caminos del aire' y su obra en prosa en 'Sobre el haz de la tierra. Cuentos'.
Con 29 años escribió la novela, aún inédita, 'Turris Eburnea' de la que se conservan dos ejemplares en el archivo familiar.
Cultivó una intensa amistad con el poeta José Luis Hildalgo y con Pablo Beltrán de Heredia de quienes estuvo enamorada, según certifican las cartas que les escribió. Gerardo Diego le dedicó un soneto, se relacionó con José Hierro y Leopoldo Rodríguez Alcalde, fue una gran admiradora de Concha Espina y mantuvo una profusa correspondencia con José María Pemán cuyo criterio influía notablemente en ella.
María Teresa se dedicó con pasión al teatro como actriz, directora y autora. Presidió además el grupo escénico Cámara y Ensayo de Santander a finales de los años 60 e interpretó algunos papeles, entre ellos el de protagonista en 1930 de la comedia 'La actriz' del escritor cántabro Francisco Cubría en el Teatro Pereda.
Cuando tenía 47 años murió su padre. Heredó, entonces, como pensión de viudedad, un puesto de trabajo en el Puerto donde ejerció como secretaria por su facilidad para escribir a máquina. También fue una de las primeras mujeres que se sacó el carné de conducir en Santander y era frecuente verla al volante de su seiscientos.
En los años ochenta estuvo a punto de escribir guiones de cine para una serie televisiva de Narciso Ibáñez Serrador, como atestiguan cartas de ambos. Colaboró con las principales revistas de la época como 'Proel', 'Peña Labra' o 'La Isla de los Ratones' donde después de la Guerra Civil la presencia de poetas femeninas se redujo a María Teresa y a Matilde Zamanillo.
Se ha escrito que Teresa de Huidobro fue una mujer presumida, autoritaria y celosa. Se calificaba a sí misma como machista. Lo cierto es que mientras predicaba que las mujeres no debían de salir del hogar, ella hizo todo lo contrario: ser una mujer independiente y trabajadora que convivió en tertulias y foros abrumadoramente masculinos. Su muerte, el 26 de septiembre de 1997, ni siquiera fue noticia.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.