Borrar
Reconstrucción del esqueleto de la mujer enterrada en la cueva del Mirón. DM
Una mujer de hace 18800 años
Exposición

Una mujer de hace 18800 años

El Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria acoge una muestra temporal sobre 'La Dama roja', un hallazgo prehistórico de inmenso valor

Viernes, 20 de septiembre 2024, 07:20

El día comenzaba a despuntar entre las peñas. El tiempo era espléndido, pero el sol apenas calentaba. Elevada varias decenas de metros sobre el cauce del río, desde la entrada de la cueva el panorama era formidable. Desde allí se controlaba un amplio territorio y un camino natural que conectaba la costa con el interior. La posición era inmejorable para una comunidad que vivía del aprovechamiento de los recursos que la naturaleza le ofrecía en un medio como aquél, donde se combinaban hábitats fluviales, de bosque, de pradera y de montaña.

Con los rescoldos del fuego aún candentes, tras una gélida noche comenzaba otra jornada, como todas, llena de actividad. Una partida compuesta por adultos y jóvenes se aprestaba para salir a cazar. Podrían capturar alguna cabra en los roquedos o descender al valle a acechar ciervos. Con suerte, quizá pudieran cobrar alguna presa más grande, como un uro o un bisonte, aunque eso resultaba mucho más difícil. Si no había suerte, siempre podrían probar a capturar salmones o truchas, abundantes en el río. Otro grupo salió en busca de plantas y hierbas, brotes tiernos, raíces, frutos del bosque y setas.

Es tan excepcional el enterramiento de esta mujer en la cueva del Mirón, que se trata del primero de esa época en la Península

El regreso de los expedicionarios era siempre motivo de júbilo. A la vuelta de la jornada de caza y recolección, procesaban las piezas, las cocinaban en el hogar y las consumían todos juntos. Podían así celebraban la prodigalidad de la naturaleza, que permitía la supervivencia de la comunidad en unas condiciones que no eran ni mucho menos tan precarias como se suponía. Así vivían estas sociedades, perfectamente integradas en el ecosistema y aprovechando óptimamente los recursos que les ofrecía, casi pidiendo permiso para hacerlo.

Un modo de vida

La convivencia en torno al hogar se extendía a la realización de otras tareas cotidianas como la fabricación de utensilios en piedra y hueso o el tratamiento de las pieles para elaborar vestidos y cobertores, labores que, a buen seguro, se desarrollaban al ritmo de canciones y a la escucha de fascinantes historias que se transmitían de generación en generación. Tenían tiempo aún para transformar conchas de moluscos y dientes de animales en pequeños adornos, e incluso para idear y tallar objetos sin aparente funcionalidad utilitaria y delicadamente decorados con figuras de animales y motivos geométricos.

En un ambiente más o menos como este pudo vivir nuestra protagonista, que conocemos como 'Dama Roja' del Mirón (la explicación a ese sobrenombre deberá esperar al final del texto).

Esta mujer de complexión robusta, casi 1,60 de estatura y unos 56 kilos de peso, que alcanzó los 35-40 años de vida, era de piel oscura, cabello también oscuro y rizado y ojos pardos, rasgos coherentes con el origen africano de nuestra especie, Homo sapiens. Su ADN nos dice también que pertenecía a un antiquísimo linaje que se remonta a hace unos 35.000 años, una población que llegó al sudoeste de Europa y que, tras el período más duro de la última glaciación (entre 25 y 20.000 años atrás), avanzó hacia el norte y el este repoblando el subcontinente. Era negra, como todos los inmigrantes que llegaron a estas tierras, en varias oleadas, a lo largo del Paleolítico superior. Los 'verdaderos europeos' fueron los neandertales, esos enigmáticos parientes que acabaron por desaparecer como especie, entre otras razones, por su propio aislamiento y por el empuje expansivo de nuestros más remotos antepasados. La Dama Roja tenía en torno a un 3,5% de ascendencia neandertal (aproximadamente como nosotros), lo que da mucho que pensar en cuanto al tipo y frecuencia del encuentro o encuentros que tuvieron lugar entre una y otra especies (¿o subespecies?). El hecho de que las poblaciones neandertales no tengan ni rastro de ADN sapiens complica aún más el asunto…

Una semblanza

¿Se la imaginaba usted así, querido lector, querida lectora? Completaremos ahora su semblanza, que podemos esbozar gracias a los complejos análisis multidisciplinares que integran en la actualidad la ciencia arqueológica. Por el estudio de los isótopos estables analizados en sus huesos, podemos afirmar que su dieta se basó en alimentos de origen terrestre, con un consumo ocasional de recursos marinos. Estos datos coinciden con los restos de fauna documentados en la cueva, donde predominan el ciervo y la cabra montés, y abundan las vértebras de salmón. En el sarro de sus dientes se conservan trazas de plantas y también restos de tejidos vegetales y esporas que suponen el primer testimonio conocido del consumo de dos variedades de setas en el Paleolítico. La riqueza y variedad de recursos alimenticios nos habla de una dieta mixta, equilibrada y suficiente. Sabemos también que estuvo bien alimentada a lo largo de toda su vida, sin que sus dientes muestren indicios (como los surcos de hipoplasia), de malnutrición o desnutrición durante el embarazo o primeros meses de vida. Del análisis de los huesos del pie podemos también inferir que anduvo mucho y que lo hizo protegiéndose con un calzado blando, elaborado seguramente con piel animal.

No sabemos cómo ni de qué murió, pero si que fue enterrada al fondo del vestíbulo de la cueva, junto a un gran bloque, el cadáver colocado sobre su costado izquierdo, con las piernas flexionadas y cubierto por varias lajas de piedra. Por razones que se desconocen (tal vez por la acción de algún animal) la tumba fue removida, pero los despojos restantes, ya descarnados, fueron redepositados en el mismo lugar con sumo cuidado, tiñendo ahora los huesos de rojo con polvo de óxido de hierro, una hematita procedente de afloramientos localizados en el área del Monte Buciero en Santoña. De ahí el nombre de 'Dama Roja'.

Ignoramos quién fue esta mujer. Podemos fabular sobre ello: la fundadora de la comunidad, una cazadora formidable, una chamana, todas esas cosas a la vez… A juzgar por el complejo y esmerado ritual funerario que se le dedicó, fue sin duda una persona muy importante para la comunidad de la que formaba parte. Es tan excepcional su enterramiento que se trata del primero de esa época hallado en la península ibérica, donde se conoce únicamente otro contexto sepulcral del Paleolítico superior, este de hace unos 30.000 años, en Lagar Velho (Portugal).

La riqueza del registro arqueológico paleolítico de Cantabria es inagotable y nos sigue proporcionando abundante e interesantísima información acerca de las mujeres y hombres que habitaron esta tierra en el transcurso de la última glaciación, así como del mundo en el que vivieron. El avance de las investigaciones prehistóricas nos permitirá seguir contando buenas historias sobre nuestro pasado que pueden, además, ayudarnos a entender nuestro presente y a prepararnos para afrontar nuestro futuro como especie que, o es más sostenible, o no será.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Una mujer de hace 18800 años