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Trazos. Mapas. Marcas. Cuando el cuerpo es un libro. A través de una cartografía personal, de una caligrafía de vida y de una dimensión cultural 'Curar la piel' es un ensayo, pero sobre todo es un viaje de piel y relato fundidos en la iconografía del tatuaje. El paso del tiempo, las relaciones paternofiliales, la sociedad, la memoria, el tejido, la pérdida, lo que perdura y la literatura.
En el libro de Nadal Suau (Palma, 1980), Premio Anagrama de Ensayo, el tatuaje es el eje y el mantra, el macguffin y la columna vertebral. Están los tatuajes ajenos, los iluminados y los deseados, los que están sembrados por un sentido artístico y los que asoman en creaciones literarias, cinematográficas, plásticas. Están también los propios tatuajes del autor que vertebran sus pensamientos y estructuran su obra: 'Escarabajo, dragón y amazona, bruja, golondrina y sibila'. Y, por supuesto, afectos, emociones y sentimientos, sentido vital y existencial, que atraviesan las reflexiones de Suau. «La identidad de un individuo nunca se fija del todo y nunca se deshace del todo. (..) Durante un plazo indeterminado de horas o años, te sobreviven tu biblioteca, las redes sociales, los datos fiscales en el programa informático del Ministerio de Hacienda, las facturas de luz y gas que seguirán llegando a tu nombre durante un tiempo absurdamente prolongado, los datos de tu actividad almacenados en Silicon Valley, los archivos externos que traducían tu presencia en estadísticas, un álbum fotográfico. Con suerte, te sobrevive la memoria de otros, que te transformará en lo que necesiten recordar de ti». Desamor, amor, muerte, dolor salpican la obra, a veces reflexiva, otras confesional, que pasa de lo decorativo a lo ritual, del interrogante a lo identitario.
Autor Nadal Suau
Editorial Anagrama, 2023.
Páginas 192
Precio 17,90 euros
El autor, ensayista, crítico y profesor escribe en su epílogo: «La literatura no se somete al autor, el tatuaje no es una forma cerrada que contiene un sentido fijo: la tinta se apaga, las líneas se diluyen, la dermis lo arrastra en su decadencia, los ojos de una bruja se cubren de tristeza vidriosa. Su narración se reestructura». 'Curar la piel', si nos atenemos a las voces del jurado, es «una suerte de ontología personal y literaria del tatuaje, al trasluz de las marcas grabadas en su propia piel»; una invocación para «hablar de la vida a través de los tatuajes»; y a través de «ese jeroglífico gráfico en el que se explica buena parte de su vida, se inmiscuye en las complejas relaciones paternofiliales, el amor, el desclasamiento, el significado de lo subversivo y la literatura». Nadal Suau, por su parte, inicia su libro con una frase significativa: «Tatuarse es una fiesta. Para nosotros que nos marcamos, tatuarse es la mayor fiesta imaginable, una mezcla de voto solemne y treta infantil».
El ensayista se pregunta por qué tatuarse y, entre pensamientos, ejemplos, y todo un caleidoscopio de piel, superficie y hondura, se pasea por las motivaciones rituales, identitarias, decorativas, que subyacen tras el tatuaje, que «ha pasado de ser una subcultura a devenir cultura».
Hace seis décadas, recuerda el propio jurado, el tatuaje «lo exhibían marineros, presidiarios, freaks, seres liminares con buenas razones para decirle al ciudadano medio: 'He vuelto desde otro lugar'. Hoy, todos los lugares son otros e idénticos, y cruzar el cabo de Hornos, una excursión dominguera. En cuanto al tatuaje «se generalizó, se multiplicó y se diversificó en docenas de estilos, un proceso de apenas medio siglo que ha debilitado su condición disruptiva y la polarización del impacto que causa en la sociedad, de modo que cada nueva pieza que me hago provoca un abanico de reacciones, muchas favorables y algunas incómodas, hasta insultante». El tatuaje» como rito, como manifestación de una cultura individualista o como estética pura y dura» porque, según el propio Suau, «hay tantas razones para tatuarse como vidas». Esos cinco tatuajes citados, (de los 21 que tiene Suau en su cuerpo) son descritos como ilustración y punto de partida de sus diferentes capítulos. A través de esas estaciones de piel y marca Suau disecciona la cultura individualista, habla de la lentitud, pero también de la enfermedad y muerte de su padre. «Cuando perdemos a alguien, ignoramos cómo mirar un mundo que ya no es el mundo, hasta que comprendamos que, leve o fulgurante, su presencia sobrevive. El escritor carece de poder para encauzar la constelación de ecos que resuena en su obra; cualquier palabra solitaria es inagotable». Y en esos trayectos de Suau en torno a la huella sobre la piel, subraya: «Somos criaturas ínfimas intentando importar, repropiándonos del cuerpo que nos asignaron, rogando un poco de atención, fingiendo continuidad». El autor de 'El matrimonio anarquista', que apunta que llegó relativamente tarde al tatuaje, expresa interrogantes como «¿por qué necesito tener una marca? ¿Por qué se ha vuelto algo normal?». Todo con un objetivo común: explicar, pensar cómo vivimos hoy. Y, entre los desafíos apela al lenguaje: «¿Seremos capaces de recuperar la palabra experiencia más allá de su uso publicitario.. (...) ¿Volverá a ser real alguna experiencia, podremos anunciar que nos disponemos a expresar algo sin que nos entre la risa? Tatuarse es una experiencia y un modo de expresión, pero afrontado con cuidado, con amor, desinteresadamente, puede llegar a ser una experiencia y una expresión que desborden la lógica atomizada y productiva que todo lo inunda».
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