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Mientras planeaban el lanzamiento de 'Crisálida', la primera novela de Fernando Navarro (Granada, 1980), en Impedimenta debieron de ver muy claro que tenían entre manejaban un material sensible, de evidente propensión al éxito. Y en buena lógica han movilizado su implacable maquinaria promocional, esa que cimentan en un merecidísimo prestigio tras dos décadas labrando un catálogo impecable, para una minoría de lectores exquisitos pero cada vez más numerosa. Hace mucho tiempo ya que la factoría Redel & Adón –tanto monta Pilar como Enrique– es un sello de calidad indiscutible.
En este caso, además, en la editorial han tirado la casa por la ventana, y este número trescientos de su colección Impedimenta Narrativa aparece en tapa dura, caso insólito, solo reservado a grandes y escasísimos lanzamientos.
Título: Crisálida
Autor: Fernando Navarro
Editorial: Impedimenta, 2025
Páginas: 272
Precio: 21,95 euros
La apuesta, de momento, está siendo ganadora, con una segunda edición –o primera reimpresión, para ser más exactos– en apenas un mes: de febrero la primera y de marzo la siguiente. Y una impresionante repercusión mediática, que nos lleva a cuestionarnos si las editoriales 'independientes' no habrán conquistado ya un estatus hegemónico en el campo literario, todo ese al que han renunciado últimamente los grandes grupos multinacionales.
Claro que la decisión de Impedimenta parece un riesgo bastante controlado, después del espectacular debut de Fernando Navarro, que hace tres años irrumpía en la narrativa nacional con 'Malaventura', publicado por el mismo sello editorial. Aunque se lanzó disfrazado de novela, en realidad se trataba de un libro de relatos breves en los que destacaba la unidad de tiempo y espacio, y que desbrozaba una senda hasta entonces inexplorada –con la salvedad de la monumental 'Intemperie', de Jesús Carrasco, que en cierto sentido podría considerarse precursora del imaginario del granadino–, el 'western sureño'.
La propuesta de Navarro consistía en trocar los forajidos del oeste por salteadores de caminos, a los indios por serranos y cambiar el blues por el flamenco, descubriendo todo un filón que parecía beber del 'Romancero gitano', pero tamizado por Tarantino y Sergio Leone. Difícil resistirse a continuar por ese camino, sobre todo después del éxito cosechado.
Los autores, sin embargo, prefieren huir de lo previsible y los caminos trillados, y se diría que ese ha sido el caso de Navarro, que en lugar de continuar con su línea clara –salvaje y violenta, pero realista o hiperrealista– ha optado por una pirueta creativa, un salto de género y casi, casi de estilo. En los textos promocionales, la editorial lo adscribe al 'folk horror', aunque también podríamos hablar de terror psicológico, incluso lisérgico. Si en 'Malaventura' el entorno era hostil pero el peligro provenía de las personas, en 'Crisálida' la propia naturaleza es, más que una amenaza, un personaje. Lo vemos en la prosopopeya de 'La montaña del Tigre', por la que supuestamente campaba una fiera: «no era un tigre, era otra cosa: era un alma en pena».
La novela entera es un soliloquio de Nada –así se llama o dice llamarse la protagonista y narradora, Nada, o más en concreto «Ná», con acento «de Graná»–, que empieza siendo una niña y terminará atrapada en el tiempo. Ella misma se presenta así: «Yo siempre fui Nada. No soy pequeña no soy mayor no soy una niña no soy una mujer y no tengo nombre. Ni una palabra. Soy Nada. La hermana centinela. Niña sin nombre, nada. Ná, como decían mis hermanos y los viejos, como dicen los locos, ni nombrecico tiene la niña Ná. La niña nada sin nombre».
Una niña a la que encontramos en pleno síndrome postraumático, postrada en la cama de un hospital psiquiátrico, incapaz de recuperarse de unas vivencias extremas que se irán poco a poco desentrañando –o enmarañando, según se mire–, y que ella misma deja traslucir en los capítulos iniciales: «Pobre niña Nada, Ná, que salió de los bosques perdía y asalvajá. Muerta porque la medio mataron con doce años. Sola y preguntando como pregunta día sí día también por sus hermanos y por su padre al que llama el Capitán y por su madre a la que llama Madreselva. Que ni comer ni ver la televisión quiere, que ni leer ni escuchar historias ni la radio ni la telenovela ni la música moderna».
Navarro retoma, pues, algunas de las virtudes narrativas tan aplaudidas en 'Malaventura', como la transcripción realista del habla o un tratamiento muy efectista de la violencia, pero a medida que avanza la novela en lugar de esclarecer la trama, esta se enrarece bajo un simbolismo exacerbado. Alardes estilísticos e imaginativos que seguramente celebrarán los incondicionales de lo fantástico, pero que rompen la continuidad con el universo 'western' que inauguraba su narrativa breve. ¿Será un riesgo calculado?
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Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Jon Garay
Jon Garay e Isabel Toledo
J. Arrieta | J. Benítez | G. de las Heras | J. Fernández, Josemi Benítez, Gonzalo de las Heras y Julia Fernández
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